viernes, 9 de julio de 2010

Seso

Con Rojas en Roncesvalles fue apresado Carlos de Seso: debían ir disfrazados de Hernández y Fernández, porque bien fácil que es atravesar esa frontera.

“este confesante iba, a la sazón, a Italia porque había sabido la muerte de su madre y un hermano suyo”

“que nunca fue su intención ir a tierra de Herejes ni vivir con ellos, ni tener opinión de ellos, y quien lo contrario dice, le levanta testimonio”

Siendo corregidor de Toro es cuando se interesa apasionadamente por los altos problemas teológicos, un seglar italiano. El origen de sus ideas lo cifra en la primavera de 1553. Doctrina que le vino de “oírla en Italia predicar y engrandecer el beneficio y muerte de nuestro señor, y haber hablado con los predicadores que predicaban, y que esto lo oyó en Verona” Preguntado si la había leído en obras heréticas de Alemania repuso que “no se acuerda haberla leído en estos libros” Resulta clara la procedencia italiana y no alemana de las inquietudes teológicas de Seso.

Seso no negó el purgatorio en términos absolutos, sino solamente para aquellos que por su fe, esperanza, y caridad participan plenamente de los beneficios de Cristo.

Los inquisidores se centraron en las ideas de Seso que habían sido materia de su entrevista con Cazalla y Carranza. El 27 de junio pidió “unos pliegos de papel para relatar cierta cosa que pasó grave con una persona eminente del reino” tres días después presentaba su declaración.

Una vez  con Pedro de Cazalla y Carranza, le pregunta por si ha dudado del purgatorio. Y le pide fundamentos; Carranza le dice que abandone ese camino y el dice que bueno, que bien, que vale. Y hace una loa de su pureza religiosa y su obediencia.

El 23 de octubre de 1558 niega a Cazalla; Sobrevivió al auto de fe de 1559, pero fue condenado a muerte en octubre del mismo año. Horas antes de la ejecución de la sentencia, a medianoche del 7 de octubre, Seso confesó no haber dicho la verdad “esperando ser libre y por no morir” quiso librar de compromiso a todos, especialmente a Carranza, “por no hacer daño a quien no lo merecía

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