El Jesuita Martín Gutiérrez confesaba de un papel del hijo de la marquesa de Priego, que resulta ser el del asunto. (A este jesuita lo martirizaron los hugonotes en 1573) este le pasa el papel al Santo Juan de Ribera.
Discípulos de Carranza: Fray Pedro de Sotomayor, Sabino Astete y otros ven el papel; Pedro deja una puerta: dice que Carranza se refería a la patrística, luego no es hereje.
Carranza niega su conocimiento de Valdés y se cita a sí mismo. Además y según él, en 1539 explicaba la summa angélica, y años más tarde empezó sus lecciones bíblicas: son incompatibles los intereses por ambos temas tal como se plantea en el proceso.
Carranza había conocido a Valdés de niño, cuando la peste de Valladolid, 1526 o 1527, lo había cruzado en el colegio de san Gregorio, y en Roma le había invitado a ir a Nápoles por persona interpuesta pero él no había ido.
El que disputo con Carranza en la iglesia de Minerva por el grado de magisterio, era amigo de Valdés.
Fray Luis de la Cruz, harto de fray Domingo de Rojas, lo acusa de tiñoso, envidioso, y mentiroso. 26 de septiembre de 1560.
Mañas de fray Domingo para disimular su conocimiento de ideas Valdesianas. El encabezamiento lo había escrito el.
El papelillo corrió: Juan de Ribera, etc...
Carranza niega persistentemente que leyera el billete o cédula que se le dio en Roma, “sería algo insólito en una clase...” Descubre una manifiesta contradicción cronológica en las fechas repetida por los testigos... en 1539 explicaba él a Santo Tomás; años más tarde comenzó sus comentarios a San Pablo; Ningún testigo da señales del famoso documento hasta casi 1550.
Carranza reconoce que dio alguna lección introductoria a la Sagrada escritura, con ingenuidad muestra su asentimiento a las ideas del original documento que a él se le diera en Roma, no ocultando también sus reservas: Según él es sentencia de los padres, y concretamente de San Agustín que la oración y meditación ayudan a penetrar en el sentido del texto sagrado. Por otra parte, en los avisos que él diera no hizo sino citar textos de San Agustín y del Crisóstomo, de San Jerónimo y Erasmo, y claramente defendió la metodología ortodoxa. Así lo confesara claramente Fray Luis, el único testigo directo de sus lecciones.
Tampoco dio mayor importancia al papel traspapelado.
Menéndez Pelayo: “que teólogo es este que da por texto a sus discípulos una consideración de Juan de Valdés, la cual rebosa, no sólo de luteranismo sino de iluminismo fanático e inspiración privada y no conoce el veneno que entraña.”
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