miércoles, 15 de marzo de 2017

Se acabaron las fallas

Exactamente los mismos que el año pasado renegaban de las fallas, cosa caduca y de fachas, ahora jalean todo lo fallero siendo sus máximos figurantes.

La misma izquierda que reconocía que jamás había podido penetrar el mundo fallero para abducirlo, ahora son los más falleros del mundo: lo de declaración de patrimonio de la onu es una trampa aviesa para acabar integrando, debidamente edulcorado y adecuado al nuevo orden mundial, el mundo fallero; y pronto querrán que coincida siempre en fin de semana “por el turismo” y poco a poco las fallas no serán nada más que un negocio para unos cuantos, perdiéndose toda relación con su origen y constitución.

El PP demostrará que ellos son más del nuevo orden mundial que ninguno, por ahí no hay problema.

Sobre el tema, nada que no hubiera ya escrito.

De Una realidad fractal:

Anatomía de la destrucción.

Sobre las falllas:

Fallas.

Cabalgando sobre gusanos.

sábado, 11 de marzo de 2017

Ni olvido, ni perdón: La sangre ignora las puertas.

Todos suben al tren, el mismo tren,

pero Caín ya sabe su destino

y también el de Abel, que lo ignoraba.

Caín es malo y mata, eso fue todo,

y sigue siendo todo aunque Caín

con otro nombre y traje se disfrace.

Baltanás ahí ha tenido un gran acierto.

Y la cosa ni empezó ahí, ni está bajo control; y nadie quiere ver la realidad.

Tenía la noche una hendidura y quietas salamandras de marfil.
Las muchachas americanas
llevaban niños y monedas en el vientre
y los muchachos se desmayaban en la cruz del desperezo.
Ellos son.
Ellos son los que beben el whisky de plata junto a los volcanes
y tragan pedacitos de corazón por las heladas montañas del oso.

 

El siglo XX acaba en marzo del 2001 cuando los talibanes destruyen los Budas gigantes de Bamiyan: hasta hicieron bromas sobre la dificultad de destruirlos. En otra medida, ahora se hacen bromas en mi pueblo sobre la morfología y estructura de las imágenes de Los Santos: …tan sólo un trozo de piedra, tan sólo un trozo de escayola; tan sólo una imagen…con armamento antiaéreo destruyeron los Budas gigantes: acaba así el siglo XX, y aprovecha Bin Laden para lanzar una fatua incendiada, ardorosa, ferviente, estúpida… pero que se anda cumpliendo “conquistaremos Europa con los vientres de nuestras mujeres” y se va cumpliendo, añadiéndole el éxodo de niños y ancianos, forzados por movimientos tácticos de guerras no declaradas que se amparan en la mojigata sensiblería que se quiere asociar a la compasión.

El análisis de la composición de la población de “refugiados” es más que revelador.

Por la caridad entra la peste.

No es casual nada, la plutocracia anda en sus afanes intentando justificar el sistema industrial de un mundo mecánico y mecanicista que obedece a las leyes de la física y no a la condición humana; así se anula la personalidad, la persona, el ser y su avatar, porque todos son “capital humano” y se convence a la gente de que se “realizan” trabajando, haciendo del dinero la finalidad en si misma de la vida, no un medio para una vida plena. Es importante destruir los Budas, ningunear y anular en la medida de lo posible la Fe de las personas, todo signo de identidad debe ser borrado para que la gente obedezca ciegamente los dictámenes de los guardianes del campo de concentración:  la libertad es una entelequia que de tanto nombrarla ha pasado a ser una palabra vacua, desconocen hasta el afán de su búsqueda: anhelan dinero, la libertad es la capacidad de usar cuanta más cantidad, mejor.

La medida de la vida ha de ser mecánica, estabulada y organizada según un ritmo mecanicista industrial, el tiempo es el que definen: la Semana Santa es para ir a la playa, anulemos el fervor religioso; la Navidad es para esquiar, lo otro es excusa; de la Pasión de Cristo mejor no hablar, porque no pueden argumentar, no se hable de eso mientras lo destruimos, si podemos, con armamento antiaéreo.

El tiempo. La medida de los hombres.

El siglo XXI comienza con la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York: sepáis que estamos en guerra, sepáis que nada importa la vida ni que nadie piense que se va a combatir con honor o entereza, con hombría o grandeza: guerra sucia, vil, contra todo y contra todos. Contra los trabajadores, contra la humanidad entera: mueran todos, en el nombre de mi soberbia.

No hay ningún problema en África que justifique éxodos: hay un problema de educación: allá donde España holló, hizo misiones, iglesias y universidades, y la tierra sirvió para sostener a los que en ella viven; donde las potencias coloniales hollaron, saquearon, destruyeron, y nada dejaron que a ellos sirviera, sólo el desconcierto.

Y bajo ningún concepto los sarracenos quieren mejorar la vida de su gente, su condición o sus tierras: no copiaron lo que dicen que hicieron en España: aprovecharon lo que había, lo saquearon, y cuando se les echó, no supieron replicarlo al norte de África: no quieren un mundo en el cual en su medida, su religión, y sus costumbres realizarse y vivir lo más cómodamente posible: quieren tener lo que aquí creen que tenemos, para violarlo, prostituirlo, destruirlo, y después, nada: y otra vez habrá que echarlos para que el trabajo de frutos: siempre; no se puede vivir del sudor ajeno, siempre; no se puede ser parásito, y eso es lo que anda demostrando la actitud culpabilista de ofensas fingidas y victimismo cursi que ampara la presunta compasión a los pobres.

No es una sociedad en cuya educación esté el desarrollo personal y social, es totalmente parasitaria.

Claro que hay que amparar a los refugiados, lo ordena El Evangelio.

Pero no por ello hay que dejar de ser conscientes de la trampa en la que estamos cayendo.

El siglo XXI empieza con la destrucción de las torres gemelas: ni olvido, ni perdón.

Y jamás hay que olvidar, y si bien nadie pedirá perdón, hay que buscar la verdad y no confundirla en un marasmo de intereses, burocracias, y dignidades judiciales: sea hallada la verdad, señalados los culpables y buscados en caza; sean humillados y encarcelados todos los beneficiarios de esta matanza, y sean denostados públicamente todos aquellos que escondieron su cobardía ante el miedo, que hay que levantar la cabeza y ver a la muerte venir y desafiarla, y no ser sumiso y rendirse como mierdas.

Porque son nuestros muertos, son mis muertos, y España no debe perdonar. Perdonan los hombres, si perdonan, España jamás.

Me tomas la mano, llegamos a un túnel, se apaga la luz

Acertados, primorosos y delicados "La oreja de Van Gogh" como lo era Van Gogh, como lo era su sobrinieto.

 

miércoles, 8 de marzo de 2017

Bajo el mar; el clásico.

Las mujeres socialistas de 1910 eran unas señoroñas de postín que acompañaban a sus maridos, todos de algún rango industrial, más bien alto: puritanas, reprimidas, amargadas, restreñidas, como las puritanas que salen en las películas del oeste.

Y por éste escrito mío el “Día de la mujer trabajadora” pasó sin solución de continuidad a ser “Día de la mujer” lo cual me da rango de influencia, pompa y circunstancia y boato.

Y el sinnúmero de amenazas acumuladas, claro.

Este tipo de reacciones a escritos de la historia empiezan a hacer sentirme a veces demasiado influyente.

Quizá es que ya soy un clásico.

 

Bajo el mar

Ariel es la metáfora de la maduración, la novia perfecta que se enamora cuando cambia a mujer y lo es para siempre, mujer y enamorada; todos queremos ser el príncipe y tener una Ariel y haberla tenido de y para siempre y los peces de colores; Ariel es puro amor: lo da todo por amor, hasta la vida, esa concepción del amor como totalidad es la concepción católica del amor tal cual la transmite San Pablo. El amor es la caridad: dar todo a cambio de nada. No hay otra, porque somos hombres, y hemos inventado el amor y el Evangelio lo ha definido y ahí está Cristo a pesar de los curas y de la jerarquía católica.

La sirenita es una creación del conocido cantante de ópera Hans Christian Andersen, y en honor a tal cantante y cuento, cerca del palacio real en Copenhague se instaló una escultura, en su honor y recuerdo.

El patrimonio de la humanidad lo es por si mismo, no necesito que nadie me dé el titulo de bloguero para escribiros, no necesito que nadie me diga que las mujeres son divinas para adorarlas, deplorarlas, despreciarlas, olvidarlas, cero al coeficiente y se pasa al zorrón siguiente y vuelta a empezar que tu irás donde quieras pero la vida te va llevando y que bien vuela la falda María Rita cuando canta que es un amor; no necesito que nadie me diga que las hijas duelen ni me dan el titulo de humano, lo soy, a mi pesar: ser humano duele, profundamente. Ya no os digo si además eres español.

Pero si quiero dominaros como a un ejército de orcos borrachos (y como tal os comportáis) debo antes anular por todas las vías las certezas rotundas sobre las que asentar la vida: la primera el amor, el catolicismo ha de ser denostado: nada tiene que ver con la fe de los hombres o la condición humana, sólo con la capacidad destructiva del mal; nada os descubro que no dijera Cristo y esté marmolado en los evangelios; nada aporto, porque si Cristo no pudo acabar con el mal, bastante haré si me voy liberando de mis males hasta alcanzar la entropía en la levitación de Castroforte del Baralla, que aunque nadie lo haya declarado también es patrimonio de la humanidad: lo que tampoco reconocerán esos soberbios engolados infatuados pomposos banales y ridículos es el verdadero patrimonio de la humanidad: la humanidad.

Y ningún título ridículo de ninguna organización burocrática da o quita valor a las cosas, sólo es otra excusa para robarnos.

La sirenita se enamora y se transmuta a mujer, y todos nos enamoramos y es cuando somos hombres que nos hacen las mujeres y los hijos, nos hace el amor, nos mata el amor y el vuelo de la falda y el imposible acertijo de averigüar las piernas de las mujeres cuando bailan como posesas que al día siguiente entramos por la Puerta Santa; a la sirenita le hacen un monumento en Copenhague porque representa lo más bonito del amor de los hombres, la perfección del amor, despojado de banalidades y estupideces es la Virgen, pero no digas eso que lo importante es la carnalidad y es mi derecho mi cuerpo es mío y dos huevos duros: la sirenita estaba en Copenhague cuando dos amargadas en 1910 en la conferencia de mujeres socialistas proclaman el chocho de marzo como el día de la mujer trabajadora; lo celebran (poco) por primera vez en 1911; y el 25 de marzo de ése mismo año unas trabajadoras sucumbieron en el incendio de una fábrica en NY a manos del fuego, a manos de la maldad. Mezclar ambas desgracias buscando un beneficio sólo es producto de otra maldad, buitres plañideros.

En Copenhague se tramó la memez amargada del ocho de marzo, y el cantante de ópera tiene su homenaje con la Sirenita: cada cual elija, porque ya es tiempo de elegir entre la amargura y la alegría.

El patrimonio es la humanidad, y ahora con memeces y banalidades de inventar la realidad como adolescentes impúberes que descubren el mundo, nos están esquilmando y destrozando la vida, y la gente les jalea, como orcos borrachos en las tabernas de Sodoma (estuve anoche) y repiten como loros las mentiras, que aquí para ser catedrático de universidad hay que, al menos, haber leído las frases de cinco sobrecillos de azúcar para el café. El 8 de marzo es una conmemoración socialista: del mismo socialismo que negaba el derecho a voto a la mujer durante la república; las trabajadoras americanas murieron a manos del mal, como Sacco y Vanzetti, y a la mujer se la honra queriéndola: se la quiere, o no, y se la respeta cada día, y el arquetipo es la Virgen, y las normas del querer las da San Pablo en el evangelio, que aquí se han inventado todo cuatro indocumentados, y siguen robando, y se quedan tan orondos.

Así que a ir aclarándose, que para poder ser hombres nos han de hacer las mujeres. En todos los sentidos.