domingo, 24 de mayo de 2015

Y lo que ya sucedió, vuelve a suceder

Leónidas asume dos certezas implacables: debe combatir, aunque no es algo racional, sabe que no hay otra opción, y va a morir. Y aquí seguimos, pese a las constantes y persistentes invasiones del mal: Jerjes había regado bien de dinero a todas las ciudades de Grecia, pero Esparta en su configuración agraria quedaba lejos de toda moda hedonista y endeble debida al dinero de los templos babilónicos. Y la indolencia moral disfrazada de frivolidad nunca sirve ni siquiera de excusa a la conciencia de quien la usa: Leónidas murió, aquí estamos a pesar de los intelectuales de la Grecia clásica. El oráculo de la sibila de Delfos sigue siendo implacable: sólo puede quedar uno.

Mirad, habitantes de la extensa Esparta,
o bien vuestra poderosa y eximia ciudad es arrasada por los descendientes de Perseo,
o no lo es; pero en ese caso,
la tierra de Lacedemón llorará la muerte de un rey de la estirpe de Heracles
Pues al invasor no lo detendrá la fuerza de los toros
o de los leones ya que posee la fuerza de Zeus. Proclamo
en fin, que no se detendrá hasta haber devorado a una
u otro hasta los huesos.
El sistema no permite ninguna opción que no sea para acrecentar su propia condición; nada desde dentro puede cambiar nada, nada se admite desde fuera: mientras tanto, avanza desde Palmira el ejército legendario de Jerjes destruyendo todo aquello que en su estulticia no pueden comprender: queremos ser hedonistas y tal parecer, pero sin llegar ni a comprender nuestra tal condición: o nos asumes, o te machacamos, porque nos sabemos poseedores de la verdad: con los chakras alineados y el aura en perfecto estado de revista, la gente cree que piensan por sí mismos, mientras viven una vida dictada y al compás que les ordenan hasta en los ritos sociales y en la configuración de su vida privada: Jerjes manda sus  emisarios por televisión y modas, mientras estás labrando los ves pasar, y son patéticos: pero el hedonismo aparente y la indolencia van dando sus frutos, y un ejército de indolentes cerebrales jalea todo aquello que sea anticatólico, incluyendo lapidaciones, violaciones y todo tipo de abuso, en su configuración de una realidad paranoica en la cual ni siquiera son conscientes de su enorme retraso mental.
Al final, como siempre, la civilización la salvan trescientos, que mueren en ello.
Y hoy el sistema ordena elecciones mientras se destroza Babilonia, como parte del epifenómeno de destrucción total en nombre del oro de los templos del becerro de oro, elecciones entre aquellos a los que el sistema ha dado el placet para poder ser los figurantes que necesita para su puesta en escena: da igual quien sea, se hace lo que manda Jerjes, o se cambia por otro.
No importan los votos: importa el que cuenta los votos, dictaminó I. Stalin, y desde el siglo pasado bajo la superstición de la democracia cada día la vida es más degradada, la gente es más degradada, y la amargura les induce al aburrimiento y la banalidad; son tiempos en los cuales la única certeza es que mientras el sistema muere matando, en sí mismo y su configuración ha dictaminado su propia muerte, y hay que prepararse para un futuro que desde luego hemos de hacer lejano a este presente sombrío, estulto y de molicie aplastantemente aburrida.

Porque en las grietas está Dios, que acecha.

miércoles, 20 de mayo de 2015

No hay elecciones en la Estrella de la Muerte

 
Vuestra Majestad debe proveer ante todas cosas que el gasto del Santo Oficio no sea de las haciendas de los condenados, porque recia cosa es que si no queman no comen.”

El judío, excarcelado por la inquisición, le envió un memorial a Carlos I en el que ponía en evidencia la perfidia de la codicia para empobrecer a quien fuera mediante la delación por envidias: en 1558 este hombre se queja al Emperador del abuso de la ley que, a fecha de hoy, sufren todos los divorciados en España. Hemos progresado, es evidente.
Las hogueras de herejes son mas espectaculares, eso, lo hemos perdido, a cambio de la televisión, que nos muestra como todos los partidos van a aplicar mejor la ley que los otros, van a aplicar mejor la constitución, o, los más osados, van a mejorar la constitución.
Nadie pone en cuestión que el problema es la constitución. Y no esta: el hecho de su existencia es un problema en sí mismo; para todos, más sangrante en España: Somos un pueblo de aldeas, villas, dos o tres ciudades pequeñas y así, se hizo el mundo entero, sin propaganda ni esparajismos: La persona, la familia, el pueblo, y España: no necesitamos más que cuatro fueros y la libertad y de aquí seguirán brotando genios, como sucedía hasta esta malhadada constitución y este régimen tardofranquista domeñado por el PSOE como continuador de las esencias del franquismo. El PP se muestra como una facción, que no como partido propio: y todos saben mejor que el otro como aplicar la constitución, como hacer que el sistema funcione, cuando no mejorar el sistema.
El problema es el sistema: nadie quiere ver que está funcionando correctamente; el hecho de que nos lleve a la esclavitud es su esencia e intríngulis, su modus operandi para que en lugar de llevar argollas y bolas de hierro encadenadas a los tobillos, llevemos teléfonos portátiles y vayamos a la moda: esclavitud, es un sistema esclavista vil y ruin, cobarde y adocenante, pero funciona; esclavista.
Cuando en el Sínodo de Londres Carranza, apoyado por Las Casas, se opuso “vehementemente” a la esclavitud, el Duque de Alba lo fichó bien; el Inquisidor General Valdés, que tenía que quedar bien con la corona tras su saqueo de las casas de Mercaderes de Sevilla, dejándolas sin dinero para la Batalla de San Quintín, fue la herramienta para la venganza del de Alba: Carranza era partidario de que los inquisidores fueran teólogos –más atentos a la esencia, a la doctrina y a la persona que a la ley- contra la corriente que quería canonistas: aplíquese la ley, sea esta cual sea.

Las cárceles se llenaban de presos, y aún se dejaba de prender a algunos “porque no hay cárceles donde los puedan tener a buen recaudo” faltaban inquisidores, tanto en la inquisición de Valladolid como en el consejo de la Real Inquisición. El inquisidor general Valdés, refiriéndose a la carencia de inquisidores en carta a la princesa gobernadora: “y de los cuatro que quedan el uno es teólogo, que puede ayudar poco en los negocios que ahora se tratan” Estos eran evidentemente de carácter teológico, ya que de herejía se trataba. Es la pelea de teólogos y canonistas. Pero para Valdés sólo eran cuestiones procesales, jurídicas, que había que solventar como fuera.
Vienen elecciones en las cuales todos saben cual ha de ser la manera de hacer funcionar correctamente el sistema: sobran canonistas, faltan teólogos.

domingo, 17 de mayo de 2015

Los nombres y las cosas

En un bar de Arkansas a cuenta de una mujer se lió una pelea: el bar lleno, debió ser como en las películas: acabó el bar en llamas del follón. Riley al darse cuenta de que se había dejado la guitarra dentro, entró a recogerla, sin más importancia: casi muere en el incendio, cosas que se hacen grandes en un momento, salió, sin más pena. La chica que fue el origen de la pelea se llamaba Lucille; Riley puso ese nombre a todas sus guitarras, ayer murió B.B. King. Consideraba que el blues era “el instituto” el jazz “la facultad” y no os digo en que lugar tenía a Paco de Lucía. Tocando en Los gitanillos Paco de Lucía y Camarón tuvieron de espectador a Raimundo Amador, que colaboró en la Leyenda del tiempo; su guitarra se llama Gerundina, y B.B. King es un habitual colaborador suyo/mutuo en todas sus grabaciones y giras; la ultima vez que coincidí con él fue junto a la Hostería del Laurel, cuando presenté “Una realidad fractal” al día siguiente grababa un video con Santiago Auserón; le sé ahora dolido y reflexivo. No es casual que la música enrocada en la tierra se haga fluir junta: desde hace treinta años toda la música comercial suena exactamente igual; sólo el flamenco, el jazz y algo en África ahora tiene frescura. Paco Peña tocó en Woodstock con Jimmy Hendríx; Santiago Lara, Riqueni, Dani de Morón, Niño Josele, Tomatito, todos han sido buscados por los grandes del jazz.
Pero como dijo Keith Richards: sólo hay dos o tres leyendas de la guitarra, y por encima de todos ellos, está Paco de Lucía.
Cogitaba yo sobre las lápidas del cementerio de Buñol: muchos en la lápida ponen sus símbolos, muchos su herramienta de trabajo o su afición: escopetas cazadores; un camionero su camión; y me doy cuenta de que yo también juego con estas cosas: mi carretón es de competición, preparado para fórmula uno; las azadas son de acero Valirio; mi coche siempre le he llamado el Halcón milenario; uso la espada láser para cortar árboles (los humanoides lo llaman motosierra) y veo una relación, una profunda relación entre el trabajo y la infancia en las herramientas que usamos. Sin embargo, mis ordenadores no tienen nombre, ni personalidad. Pero aunque en público digo gafas, pienso en donde he dejado las antiparras; mis azadas tienen astil, como las hachas, y la polea es una carrucha.
Nunca he dejado de ser un niño.
Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar no le dan nombre a las guitarras. Desconozco los demás guitarristas que escucho. La guitarra era el acompañamiento del cante, y nada más, o del baile: hasta que llegó Paco de Lucía, y sin proclamas ni propagandas, el cante y el baile acaban siendo el acompañamiento de la guitarra, que cambiar así el tercio, es cosa de mucha enjundia. Manolo Sanlúcar, meticuloso y pulcro, hace que en la Tauromagia la voz, el cante y el verso sean el acompañamiento perfecto que necesita la obra: prodigioso, perfecto, bello. La evanescencia de lo comercial y el espectáculo ya no son sino alusiones a la atención: cada vez más pornografía y menos música; cada vez escucho más música y estoy menos atento a lo que ahora dice ser “novedad” y demás tópicos que la industria discográfica ya ha agotado: aburren al público: no así la música. Mélodie Zhao hace de Beethoven una delicia con su prodigioso toque; Jarrett supera la cátedra del jazz tocando a Bach y el clavicémbalo; la gente joven está sacando verdaderas delicias en la música clásica: jóvenes, de 17 a 21 van triunfando en escenarios del mundo, sin ser aclamados en los medios, sólo por el público, que cada vez más a menudo lleva tatuajes y piercings. Mientras se montan fiestas con el pinchadiscos como estrella para la gente más baja y envilecida de la sociedad, en los conciertos la gente joven cada vez es más exquisita, en sus gustos musicales y en su pasar desapercibidos socialmente: pero andan triunfando los clásicos, el Jazz, el Cante, el flamenco y la copla, cada vez más entre la gente cultivada: jóvenes.
Vivo en Buñol, dos bandas de música prodigiosas, en uno u otro momento, o simultáneamente (alguna ha tocado a veces de manera que hubiera fusilado yo mismo) pero las dos son las primeras del mundo: ando atento, acechando a ver si empiezan a salir figuras a la palestra dando cátedra y señorío, que de la vulgarización España ya está harta, Buñol está harto, y yo hastiado. Somos un pueblo humilde, pero orgulloso y señorial: el orgullo se ha sustituido por soberbia, el señorío por ruindad; el estilo por bajeza, la clase por ordinariez y la elegancia por vulgaridad, y aquí hace falta disfrutar  más de las cosas con sentido y hondura, y menos superficialidad y vulgaridad.

viernes, 15 de mayo de 2015

Y a Buñol vienen elecciones.

Buñol lleva cuarenta años gobernado por la izquierda: han sido gobiernos que han favorecido a su pueblo, y mucho: lo que pasa es que son de CHiva, y esos han sido favorecidos en detrimento de Buñol. Advienen elecciones, y no son momentos de seguir jugando a la política con criterios infantiles y actitudes de “cuadrilla de Pascua” para infantilmente “ganar” a los otros, siendo los otros un horrible imaginario enemigo; la situación en España es muy delicada y ahora cualquier cosa ha de ser mesurada y bien ponderada, que ya está bien de dilapidar dinero de todos en alardes de nuevo rico y en forrar con excusas a cualquiera en detrimento del pueblo.
Una cosa ha dejado clara la última legislatura: van a una, independientemente de las siglas, la izquierda es un bloque sólido: en el error, sobre todo, lanzan sus huestes a la propaganda. La aberración del túnel (donde el PP a mi gusto no fue contundente) ha dado su resultado con las lluvias: empezaron los desprendimientos, gracias a Dios sin más consecuencia, pero el jugar con la secuencia del agua nunca es buena idea.
Adelanté que sucederían desprendimientos, lo adelanté, y luego, sucedió.
En el programa electoral de la izquierda dicen de un censo de inmuebles industriales, la demolición de la antigua cementera y el apoyo a la ubicación de una planta de transferencia de trenes.
En abril del 2012 escribí:
Pero seguramente es que les he hecho yo la propaganda electoral, porque si algo es Buñol es el Agua, El castillo y la gente, y ahora dicen querer rehabilitar (¿otra vez?) el castillo para “ponerlo en valor” seguramente para construir una urbanización de lujo ahí, o cualquier otro delirio fundamentado en la codicia: no salimos de este pecado en Buñol, justificado en la envidia, alentado por la maledicencia, y todo en la oscuridad. Ahora quieren preocuparse del castillo despreciado, maltratado, degradado e insultado hasta la vergüenza.
En Julio del 2013 escribí:
Preludiando el desmán que ya anticipé en los noventa en la Matemática Lítica como ficción, y denuncié como realidad en Buñol, Castroforte del Baralla.
Todo lo que enumeran como originales ideas a hacer en el castillo, lo eran, y serían eficaces cuando se plantearon (y por escrito) al ayuntamiento….en los años 70 del pasado siglo; el querer hacer ahora lo nunca hecho después de haber destrozado lo hecho y haber ninguneado la obra ajena, suena a niño pillado en falta poniendo cara de bueno.
Nadie es más culto que nadie: nadie tiene cultura; la cultura es supraindividual: recogemos de los ancestros, y la pasamos a los siguientes: transportamos cultura, pero nunca la poseemos; somos de ella, no la tenemos: en el albedrío de cada uno el cultivarse y ser mejor respecto a sí mismo para generar un mejor futuro para los demás. Mantenemos una biblioteca que ha olvidado su función primigenia de tener una colección de libros que sirvan de referenciales, perdida en el laberinto de su propio funcionamiento. Hemos cedido la belleza del sonido de la campana a un sistema de altavoces que cuando menos es intrusivo en la intimidad: entre estas cosas, radios y demás propaganda, con lo gastado en ello, podríamos tener nuestra propia Estrella de la muerte. En el edifico de la biblioteca quieren perpetrar un museo de la tomatina: disparate habemus, para que comentarlo. Harto estoy del tomate. Era un disparate vehemente, distendido, alegre, liberador, cuando era local: ahora lo han convertido en una fiesta poligonera y degradante que pierde su razón con el pueblo: es infamante lo que hay con ello, el pueblo ha de recuperarlo, y dejarlo en su sitio, un rato de un día de las fiestas; que mi pueblo es ríos, fuentes, piedras, castillo, monte, y esa brutalidad en la que convierten el tomate nos degrada como personas, y lo de su privatización ya es de chiste.
La izquierda sigue el plan trazado, enunciado arriba y seguido desde hace cuarenta años: así, bien no vamos: el próximo alcalde, con sensatez y prudencia, debe enmendar dislates y no sustituir unos dislates por otros; encauzar el urbanismo a donde nunca debió ser abandonado y dejar de ser un pueblo junto a una cementera y a su servicio; toda industria local debe ser no apoyada, simplemente dejarles hacer: a ninguna hay que darle ningún tipo de hegemonía, exclusiva o franquicia a ningún nivel. Hay que parar el querer destruir Buñol para convertirlo en un suburbio del extrarradio de Valencia, que siempre hemos tenido personalidad propia y sólo así saldremos adelante; hay que frenar todo desmán y todo sectarismo, y con humildad salir adelante, que son tiempos recios, y ahora debemos de estar a la altura de poder generar perspectivas bonitas para nosotros: sólo así se las podremos dar a los demás.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Invierno pasado

Hace mucho calor; el invierno ha sido muy duro y accidentado, y ahora se ve en la gente la necesidad de vida social y de cualquier excusa para socializar el pueblo. También hay mucho miedo, producto de la amargura, la angustia y la soledad: a nadie nos va bien la cosa, cada cual en su nivel, pero vamos todos apurando y hasta el cuello: las carencias se manifiestan en todos, por todas partes: y ya no valen promesas de futuros inmediatos de esplendor, incienso y mirra: hay demasiado hartazgo. El sistema ha muerto, y muere matando, y esta crisis fiduciaria inducida, imagino que le querrán dar fin contentado a la gente en condiciones ominosas que recibirán hasta aliviados, mientras, todos esperan el fin del régimen y algo de alegría en las vida: cuanta bajeza y ruindad hemos soportado, y no se perciben visos del final.
Tengo la impresión de que tratan de que acomodemos nuestras vidas a un sistema monetario planificado y definido sobre plano; no de acomodar el sistema económico a la vida de la personas.
Lo veo en mi pueblo, lo veo en la gente, lo sufro. Vienen unas elecciones, mucha gente habla del tema, mucha gente no habla del tema. El cambio no puede ser de partidos o personas, no se trata de hacer mejor o peor lo que otros han trazado: se trata de ejercer de alcaldes y parar desmanes, no sustituir desmanes por otros nuevos. El tiempo dirá, pero me temo que van a ser sorpresivas estas elecciones, sin anticipación de resultados.
Ajardinar la realidad y establecer las normas por decreto en lugar de acomodarse al uso, que es la eficiencia del avance de la historia, esperando que al modelar como en USA esto acabe siendo Nueva York, no es más que un terrible fracaso producto de la ignorancia: y llevamos, ya, cuarenta años de retraso, progresando.
Hay que avanzar, pero no lo hacemos desde la nada, la carga de la historia mantiene el peso en sus aciertos pero nos enrocamos en los errores; el querer inventar una historia que se acomode a nuestros deseos adolescentes, por muy compartido que sea, es un grave error: y tal inmadurez tiene los resultados que sufrimos. O empezamos a hablar en serio, o esto será una debacle.
Un año del anterior Corpus en breve, y hemos indagado los montes tal cual me place, pero la mirada ya no es la del niño, al menos la mía; mis perros han descubierto el mundo a mi lado, y eso lo he vivido: veo otros aspectos que tantos años de estudio nunca me habían sugerido; espero poder seguir caminando los montes, a los cuales quieren someter a reglas y avenidas imaginarias con normas fuera de toda cordura; espero seguir disfrutando de caminar con mis perros, que son, esencialmente dos cachorrillos que apenas andaban si no iban uno al lado del otro: y hoy, cumplen un año.

Julio 2014 018

Mayo 2015 046

lunes, 4 de mayo de 2015

La madre al día

Ningún preso de la segunda guerra mundial tuvo nunca perro. Sus hijos tampoco; pasaron al menos tres generaciones hasta que esto dejó de pasar.
Cada día es el futuro de, al menos, el día anterior: constantemente estamos viajando en el tiempo, ayer fue pasado y mañana será futuro: constantemente vamos viajando hacia el futuro, en la certeza de que tiene fin el viaje, aunque cuesta mucho darse cuenta de esto: vivimos como si el futuro fuera un contínuo, cuando todo es tan temporal y efímero como evanescente: un día moriremos, y aunque parece que sea asumido, en la intimidad no todos  alcanzan a tal certeza. En esto se asienta la muelle ideología que nos rodea e intentan imponer por todas partes, que de puro feble cae de su propio peso: se puede vencer a la muerte, siendo positivos, alineando chakras, creyéndose palabrería de anuncios de colonias de garrafa envuelta en celofán y escondiendo a los muertos de la vida publica: decía Delibes que en las ciudades la gente no muere, desaparece: dejas de ver a alguien y quizá te enteras de que un día murió; el quitar la muerte de lo cotidiano, y la constante abominación de la propaganda, que ha trasfundido a todo, ha hecho una adoración de la juventud como norma, que es, esencialmente, patética a la vista y ridícula cuando te toca sufrirla. Las personas mayores no asumen su edad y todos alardean de una adolescencia perpetua que los degrada: ni saben ser padres, ni saben ser abuelos, ni saben nada, enquistados en una leyenda personal pueril de la cual no quieren salir y en ella desarrollan su vida: el precio lo pagan los hijos; a fecha de hoy, los nietos, que ya desconcertados no sabrán ser adolescentes ni, desde luego, esta sociedad les va a poner fácil madurar, en este fárrago de permanente inmadurez en lo que se fundamenta el sistema a todo grado y dimensión.
  El arma del diablo es la confusión. El hacer creer a la gente que se puede vencer a la muerte es su argumento de base; la soberbia hace el resto; el creerse eternas adolescentes hace que críen a los hijos como objetos para uso sexual, y nada más, la degradación está servida: todo el mundo llegado a una edad se cree en posesión de “las certezas de la vida” sobre absolutamente todo, en una humildad fingida y una soberbia cierta, fundamentada en la homeopatía, el karma, o infatuando la voz para esconder su insignificancia en cualquier discusión: así, España se ha llenado de esclavos que no saben a que espantoso amo obedecen, pero lo que sí saben es que obedecer es la ley. Y todos hablan y actúan según les dicta la corrección política, la hipocresía, la estupidez y siendo positivos, asertivos y proactivos con bifidus activo. Las madres, subidas a todas las parras gracias al feminismo imperante, han domesticado a sus hijos y educado a sus perros, y se quedan tan orondas, que ellas son abuelas, punto: yo, mi, me, conmigo.
Los primeros defensores de los animales domésticos fueron los nazis; mientras apiolaban al que se pusiera por el medio de la manera más ruin y vil posible, mimaban a sus perros de manera escandalosamente cuidadosa y pública, extremaban sus cuidados y estaban contra el maltrato animal. Procedente del partido socialista, Goebbels dictaminó “no queremos que la gente piense como nosotros, sino que hable como le digamos, reduciendo el vocabulario de manera que no puedan expresar sino nuestras ideas
Y dicen que los nazis perdieron la guerra.