domingo, 27 de noviembre de 2016

Adviento

Me recuerda Orlando la entrada del adviento; los lectores de La Galaxia son mejores que yo.

Témporas de adviento

En el rigor de las témporas, fragor del adviento
y todo en España da augurios siniestros:
medraron sin freno los mercaderes del templo
y todos los arúspices se alegraron por ello,
cuando no se apuntaron a los bajos deseos.
Nadie dijo nada, nadie opuso freno,
cuando no se sumaron a tan grave saqueo.
Obispos recatados, cardenales siniestros,
deanes rijosos, capellanes perversos:
clerecía abonada a salones y devaneos
ejerciendo en política, abandonando su ministerio;
olvidando su honra, negando a Cisneros,
negando de España su ser más entero:
que en increíble pericia denuncia el chalaneo.
España hundida, y todo el mareo
consiste en trucos, prestidigitaciones, jaleos
que sólo confunden mientras perdura el saqueo.
con la hez al mando ejerciendo con parsimonia
el papel que no hubiera querido la puta de Babilonia:
concupiscentes viciosos, nombran la democracia
pervirtiendo las palabras con asaz felonía
que hasta del lengüaje mudaron el rigor: la academia
se presta al juego, la saca ha de estar llena;
y todos alegres en televisiones se asean,
cuentan su podredumbre, entre ellos se jalean:
entretienen así al vulgo, la chusma, la plebe se marea
entre tanta noticia de vaginas siniestras,
políticos ladrones, periodistas de la legua
que ladran soflamas para que bien les vean
quien les paga la infamia y sus vicios alienta.
La gente aturdida, triste, enteca
atiende el rigor del adviento en certeza:
ignorando que lo hacen; no saben la secuencia
de los tiempos y mementos, de la vida, de la pena
y el adviento los pone reflexivos, serios, en vela;
pero la liturgia fué proscrita, vino condenada,
y como salvajes a gritos denuestan
lo que su propia vida les dice, su condición delicada.
Lo que aventan son odios: así, alejan certezas,
e implacables se aproximan a religiones verdaderas
de fin de semana, abrefácil y un collar de cuentas;
que en llegando nuevas modas a ellas alientan
y se sumen en rituales de memeces y bajezas.
Es el adviento el que da las medidas
de la condición humana, de esta tristeza
que el pacto con la tierra el evangelio conserva
aunque quieran negarlo, la cosa ya está hecha,
y ni políticos rijosos, ni reyes de opereta
ni clerecías infames, con tanta bajeza
pueden evitar que la gente en su fondo, sea.
Hay políticos y obispos, jueces, un rey, ralea
que anda enturbiando a la gente en su vida plena.
Hay follones y desdoro, descréditos y academias
alentando la confusión, el lío, la algarabía
para beneficiarse en corto lo que a otros beneficia,
y negando a cada paso toda la historia plena
que con rotundas certezas a todos señala
como ejecutores de tramas siniestras.
España ahora amanece, hace frío, las témporas
de adviento con su nombre lo aciertan.
La gente vive, aunque ellos no quieran
y hagan esclavos con leyes obscenas;
Roncesvalles es pequeño, apenas una aldea
y al final de la calle está la Santa Puerta
Plaza de la Quintana, por ahí se entra:
nunc dimittis, jefe, ahora, por otra senda;
que España es más grande que lo que ahora se muestra.
(18 diciembre 2010)

 

Adviento

Habiendo concluído que el universo es macizo:
y que los niveles del agua deploran a la ciencia;
habiendo olvidado el rigor de algún rizo
(manejando en certeza la propia miseria)
sabiendo que el tiempo tiene senderos largos
deducido es que el rigor, en el tiempo
mantiene fisuras: Dios siempre acecha.
La vida fluye y escapa, la razón impone riendas
y de repente todo se dió la vuelta.
Habiendo tanto vivido, no se si decirlo
o será mejor callarlo, contar
o dejar para el futuro historias sin premura.
Aunque el calendario marca con x la fecha de mi muerte
epónimo lo hicieron: lo hicieron tantas veces
que vendrá de repente, con su santa compaña
y los recuerdos serenos de suspiros. Empaña
el recuerdo bajezas: quizá vehemencias
y tránsitos ávidos de engaños al tiempo.
La fecha pregona la señal de la muerte
el frío arrecia; el mal asiente
el adviento aclama su rigor implacable
y la noche presenta soledades urgentes.
Amarrados los barcos, la flota de juerga
acabaron los momentos de dejar a las fieras
creer sus rugidos. El ciclo se cierra
y tanto inútil alrededor han hecho mella.
Liberando al mundo de tanta bajeza
habrá que hacer ver que es lo que cuenta
que es lo que hubo, que lo que hubiera.
Que faltó por hacer; que cosas bien hechas.
Que mujeres (en serio) son las que recuerdas
y cuales no fueron sino excusa siniestra.
Vienen ya los idus; el almanaque acecha
pregona a los vientos una muerte cierta
que acaba el adviento: la vida ya empieza.
Que mas da quien falte, que importa quien muera:
lo que la galaxia esconde la galaxia lo cuenta
y planta confesiones rotundas, de leyenda
en la puerta santa, se entra por la Quintana.
Tercer banco a la diestra: ite missa est
y ahí se acaba. Los marinos navegan
y una chica se peina; que mas da quien muera.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Certidumbre

La única certidumbre es el principio de incertidumbre. Heisenberg formula que para analizar un sistema, nunca se puede hacer desde dentro del mismo sistema; el único análisis válido hoy pues es de todo aquel que ande fuera del sistema: sea por voluntad, sea debajo de un puente, sea por hartazgo o por conciencia: sólo valen esos análisis.

Cansan las justificaciones acerca del fracaso del sistema por gente apesebrada al sistema en cualquiera de sus variantes, que formulan y difunden en los medios del sistema, porque el sistema sólo se justifica ya en sí mismo.

Cansan: el catedrático del partido que medró en la administración, escribiendo en la prensa justificando al sistema con análisis delirantes sobre la victoria de Trump muy trufado de referencias a Roma cogidas de ésta Galaxia y de otros blogs; cansan, los beneficiados por el sistema en sus estudios del clima cambiático propagando a diestro y siniestro el fin del mundo inmediatamente, si no hacemos caso a sus apesebradas doctrinas, becadas, financiadas, y en muchos casos el sostén de su vida: el desarrollo sostenible es todo aquello que sirve para desarrollar y sostener las cuentas corrientes de los que hablan del desarrollo sostenible.

El sistema ha muerto, y muere matando; en su propia entropía genera el hartazgo de la gente –que casualmente, no están apesebrados- y votan a Trump, en el hastío y aburrimiento que produce la corrección política, vómito de la bestia; y votan contra el acuerdo de las FARC que quieren imponer a toda costa, porque no quieren rendirse, quieren defenderse, y vencer; y votan la salida de la unión Europea, nido de apesebrados y únicamente repositorio de esquistos del sistema, y lugar de recepción de órdenes, consignas, y mantras de obligado cumplimiento: y más que veremos, porque lo que trasluce todo es un fondo de esencia puramente anarquista, a lo cual no harán ascos los tradicionalistas: la gente quiere a su nación, no quieren estado, en ninguna de sus formas, que todas dan de sí la sumisión al dogma de los tiempos imperante que siempre halla acomodo en la burocracia, que lo magnifica, justifica e  impone, y si algo sabe la burocracia –toda- es causar problemas, nunca solucionarlos; montar follón y desmontar todo aquello que funcione bien.

La gente quiere a su nación, no quieren estado, en ninguna de sus formas, y deplora la burocracia. En la superstición de la democracia se ha alojado toda forma de condicionamiento de la realidad a los deseos de una minoría que se saben en posesión de la verdad e imponen su primacía: se saben mejores, y todos debemos vivir conforme dictan, porque ellos saben la verdad de todo.

Pero el sistema ha muerto, muere matando, y debemos ser conscientes de ello para poder llevar adelante nuestras vidas, las de cada uno; no justificar burócratas, holgazanes, zafiedad política y vulgaridad institucional.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Asombros cotidianos.

Para Escohotado esta era empieza con Bismarck; para los católicos el horror comienza con el concilio Vaticano II (y primero de herejía) para los historiadores de izquierda es la evolución natural de la segunda revolución industrial; para los más sabihondos, de la Revolución francesa; para mí el problema se evidenció en Trento, y viene de la noche de los tiempos: lo que ahora está en juego son las mismas monedas que cobró Judas.

La parte divertida de las elecciones en USA han sido como han puesto en evidencia a todos los popes, gurús, sabios autoproclamados, y tertulianos en general, y por extensión sus seguidores: se refugian en sus endogamias para mantener sus prebendas y privilegios, siendo sumamente despectivos con el resto de gente, en todo, en absolutamente todo: la sabiduría sólo lo es si la reconozco, y si la reconozco, es porque está en mi circulo endogámico, ergo: la sabiduría soy yo.

Y los mismos que no han acertado ni una, ahora vaticinan como será la política de Trump.

Y el sistema de partidos, sindicatos, ongs y todo tipo de organizaciones funcionan de la misma manera endogámica perversa: sólo vale si es validado por los dogmas sectarios que nos definen y condicionan.

Si la realidad no coincide con mis deseos, la realidad está equivocada.

Y se actúa conforme si las cosas fuesen como se desea que fuesen, y si cuela, cuela: así llevamos desde los sesenta, que es cuando cambia la cosa, con la apertura del turismo, “progresando” en un magma ´

de números sin fondo

y ciencia sin raíces.

El que se crea algo del sistema, es porque quiere creerlo, nada más: la prensa, toda, ha demostrado ser unos buenos servidores de su amo; pero intelectualmente, vendedores de crecepelo de una caravana del oeste; excepción honrosa de Carlos Esteban, la información de verdad y el conocimiento sobre lo que pasa hoy día va por tuiter y facebook.

Los análisis siguen en la blogosfera, de donde ya ni se esconden para copiar: no citan, somos poco para ellos, se apropian de ideas y razonamientos impúdicamente, del mismo modo que hacen todo: bazofia.

Y a los que se asombran de que “alguien” haya votado a Trump, le diré que los conoce: personalmente; a poco que salga de su burbuja y mire a su alrededor: a los de la barra de las seis de la mañana, acogotados por el trabajo y con esperanzas nimias, los que lo tienen; gente de dieciséis horas diarias sin ninguna protesta sindical por ello; los que de Buñol trabajan que han de irse a otro pueblo a hacerlo, cuando pueden, que ya el trabajo escasea y mucho; los maltratados por el sistema sanitario, encima con chulería y despectividad; la empleada de supermercado con cuatro hijos y marido en paro que se calla las órdenes de “la cadena de mando” y su opinión, porque si no no volverá a trabajar; la viuda que está asustada ante su futuro, las pensiones y el horror, que también calla su opinión ante los jefes inmediatos por miedo; los empleados de la factoría de Ford, despectivizados hasta el hundimiento, y estos, son los que trabajan: el que todos los días sale a coger hongos para venderlos; los que venden la caza; los chatarreros, la gente que está en la última palabra, esos, son los que han votado a Trump: porque en las barras, nadie habla en progriz políticamente correcto, porque nadie dice que no, pero ve las tonterías que se hacen desde todas las instancias del poder y asientan la certeza de que deben ponerse a salvo de esa gente: Trump ha hablado de manera que esa gente le ha escuchado, sin prometer futuros de sociedades perfectas sino de inmediatos consecuentes, y de poder llevar vidas dignas acordes a su propia concepción de la vida, no a un esquema de como se ha de vivir que ha establecido el politburó del Nuevo Orden mundial y que sólo los pazguatos acatan.

Demasiados sabios de la nada que no saben mirar a su alrededor; y de todo tienen acertada opinión.

Y es obsesivo el uso de adjetivos en las cadenas de radio ya como mantras, que han perdido su sentido: “ultraderecha” “homofobo” “machista” “xenofobo” y todo aquello que no conviene es una fobia, de hecho pretenden legislar contra el odio: así lo han dicho. No computan su odio, sólo el que saben que generan; se consideran almas puras y sólo son albañales de impudicia: Trump ha demostrado la vacuidad de la corrección política, del discurso oficial más o menos calcado con el mismo lengüaje para todo y todos; nadie habla así, nadie piensa así, y desde los despachos de las ciudades no se ven los problemas, no ven más que a los mendigos, si los ven, no ven los problemas de los trabajos y los días de la gente, que está más que harta de ser culpabilizada y de que le prometan paraísos futuros a cambio del voto, y a cambio del hambre.

Empiezan a ser evidentes los estertores del sistema que muere, y muere matando.

domingo, 6 de noviembre de 2016

La isla ensimismada

Anoche estuve en un concierto; me invitó Miguel Vallés: fué magnífico, y divertido. Son músicos de orquesta: metal, con lo cual la calidad musical va de serie; pero ellos, fuera del rigor orquestal, han montado este concierto en el cual, con una secuencia narrativa articulada sólo musicalmente, relacionan el avatar de cinco náufragos y sus cuitas. Muy bien planteado el esquema narrativo: actúan desde el escenario, para el público, con lo cual la secuencia visual es plana y bien definida, y en ello su formación clásica: actúan desde el escenario al público, y eso hace divertido el espectáculo. Hay bailes de Pastora Galván que, concebidos así, al ser filmados por diversas cámaras, desde diversos ángulos desvirtúan el baile, que está pensado para ser visto desde frente hacia el escenario: ahora todo eso ella lo va cambiando; Israel Galván baila en tres dimensiones y así lo concibe.

Frente al concierto clásico: Paco de Lucía, con su formación tocando su obra, ellos escenifican una narrativa secuencial con la música mediante la cual no convierten la música en espectáculo, sino que hacen una diversión nada orquestal de la música, es un concierto no canónico, es un concierto magnífico.

Lo he disfrutado, y haré por volver a verlo, o a verlos: la cualidad de las actuaciones en directo (y así viene sucediendo desde el jazz, y así se puede entender que no he escuchado dos versiones iguales de Entre dos aguas) es que nunca dos son iguales, y eso da riqueza y placer al espectador, enriquece la obra que crece a la vez que es mostrada al público.

Ventajas de ser de pueblo: de aquí son los mejores músicos del mundo, y muchos de ellos a veces se muestran, y me confortan con mi pueblo, tan degradado, tan alienado: pero donde hay talento no se puede esconder, y puedo gozarlo más cómodamente que otros espectáculos; pero la gente no valora la calidad si no es Broadway, Hollywood, o es magnificado por la tv y la propaganda; se percibe su diversión al ejecutar el concierto, y se disfruta con placidez sosegada: el que pueda, que vaya a verlo, ser de Buñol a veces tiene cosas buenas.

No puedo más que agradecer a Miguel el haberme invitado; no puedo sino recomendar que vayáis a verlo; desconozco si tienen grabaciones, pero me haré con ellas si las hubiere, sin duda.

La isla ensimismada.

sábado, 5 de noviembre de 2016

A fuer de modernos

El hombre domina la tierra cuando Roma organiza y ordena el paisaje: las centuriaciones, la organización del agua, los caminos; que luego desde ese orden se desarrollan autopoiéticamente dando lugar a toda la civilización: no es lo mismo orientarse respecto al oriente y occidente y la configuración del espacio, que la normalización de norte y sur: el sol sale igual para todos, pero en mi pueblo más tarde, y de otro modo, por la configuración montañosa.

Y eso configura pueblos, carácteres, los caminos, y las relaciones; la reciedumbre o la explosividad de cada lugar y marca diferencias entre los diversos lugares, y se generan sistemas de relación de cada pueblo, de cada comarca, y respecto al resto del mundo.

La ominosa industrialización que ahora tiene como epítome el Nuevo Orden Mundial, configura todo espacio como un mismo espacio: de tal modo, un piso es substancialmente igual en cualquier lugar del mundo; y se organiza de manera mecánica el sistema vital: ya nadie trabaja por libre: ya no hay placas en los portales de Médico, Arquitecto……todos pertenecen a corporaciones, y todo éxito en el trabajo depende del lugar en la corporación, del nivel alcanzado en esa pirámide de escalada: el resultado es que la sanidad mira más por estar bien en la corporación que por el enfermo, y todo así. Y mantener el nivel en la corporación exige un determinado status, consistente en determinada gama de coche, y no otra; determinada casa, adosada o exenta, pero en determinados barrios, y no en otros…determinadas actitudes sociales: la corrección política es la sublimación de la estupidez, pero fundamenta el sistema social que nos quieren imponer.

Aparentemente, porque a la tercera caña sale, siempre, el carácter, la condición y la peculiaridad de cada uno.

En las corporaciones, llegados a un nivel, son todos intercambiables: vales lo mismo para una corporación sanitaria que para una de alimentación, de telefonía o de construcción, y por tanto eres fácilmente reemplazable e intercambiable: nadie vale por sí mismo, y por tanto la mecanización de todo proceso lo que hace es despersonalizarlo todo: lo importante es “el protocolo” de actuación (Se dice procedimiento) y, sabiendo ser políticamente correcto, y cumpliendo los trámites básicos exigidos (fundamentalmente saber inglés y estar debidamente sajonizado) igual sirves para un determinado puesto, en una, u otra corporación: se acaban los individuos, son los puestos lo importante, no las personas en el desarrollo de una vida: Los tres mosqueteros hoy día serían expulsados de todo ejército; el  capitán Achab trabajaría a salario en cualquier corporación, y al final, o te conviertes en un solitario trabucaire esquivo y aislado, o debes transigir: con absolutamente todo, porque la configuración del estado no es en favor de las personas, sino en beneficio de las metacorporaciones, actuando como correa de transmisión, excusa y justificación.

Desde otra perspectiva, cita muy bien un buen escrito alrededor del tema Wanderer.