domingo, 31 de julio de 2016

Definición

 

LLamarse Ignacio es como ser de Buñol, naces con ello y has de apechugarlo, por tus pecados, o para obligarte a ser humilde.

La iglesia de San Ignacio en Roma, y muchos otros monumentos han sido fotografiados por la empresa Hal 9000.

La peculiaridad es que son fotos de alta definición: 9.85 Gigapixeles.

Son fotos navegables de un nivel de definición impresionante.

Noticia vía Backfocus; aquí Hal 9000.

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El que vale, vale, y el que no, mártir del Japón: eso es el original del dicho habitual. San Francisco Javier, segundón de segundones y encantado de serlo asumiendo su condición, marchó a evangelizar el Japón. Luego hubo episodios gloriosos, como cuando se obligó a abjurar del catolicismo a todos los funcionarios del mikado: como no encontraban una fórmula lo suficientemente expeditiva, se les hizo abjurar del catolicismo con una fórmula de un funcionario imperial: “juro por Dios padre, hijo y espíritu santo que abandono el catolicismo…..” y ale, todos a negar el catolicismo en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Parece un ejercicio literario, pero es historia en estado puro, cuando tenga la referencia a mano os la pondré si eso. Los Jesuitas (aquello eran jesuitas, aquello eran curas) trajeron a la civilización el Tao te Kin, el I Chin y demás artefactos culturales que se asumieron a la propia cultura, aunque la progrez se lo apropie como negación del catolicismo, forman parte de los libros sagrados: leyendo los libros sagrados se accede a la percepción de la naturaleza de la cultura, y no a ese mandarinato al que nos quieren someter: últimamente me siento muy aldea gala.

Mandarines, porque aquí todos acceden al mandarinato y no hay la suficiente memoria histórica para ser la señorita  del abanico (paseando por el fresco rio) y ser objeto de deseo y atención: aquí todos mandarines, todas mandarinas o todos accediendo a los rangos del mandarinato: sea político, sea universitario, sea el que sea: se establece un mandarinato en cada momento y a cada ocasión para poder cumplir la taxonomía y acceder a la escala que te dará acceso a ser mandarín de ti mismo: y en ello andamos, nadie es senshei ni nadie es libre; todos accediendo a una escala de rangos ceremoniales confusos para poder ser mandarines: sea de la comunicación, sea de lo que sea, todos quieren ser mandarines, y lo que es peor; todos buscan caudillos y ser acaudillados, y aquí ya ninguno de los que se postulan vale, ninguno de los que vale se postula.

Segundones que no asumen su condición, paranoias delirantes compartidas, mandarines y escalas jerárquicas que solo se justifican en si mismas y en la vanidad, esto es lo que conforma España hoy. Y ha de llegar Septiembre: será el auténtico otoño caliente.

El hombre del saco se paseaba por Sabadell aterrando madres y jugando con niños. San Ignacio hoy sería anatemizado por esta sociedad hedionda.

Los obispos armados perseguían militarmente y pasaban a cuchillo a los salteadores que molestaban a los peregrinos a Santiago: luego iban, daban misa y eso, gente de bien: nada que ver con la clerecía actual española: son la proyección de lo que quieren que sean la propaganda anticatólica. Los católicos sumidos cada día más en el desconcierto, lo cual, parece ser que es lo que interesa a la conferencia episcopal S.A. Mientras tanto, la gente que busca en su fe y en el catolicismo sosiego a sus inquietudes, se tiene que esconder de la jerarquía eclesiástica: San Ignacio y Santa Teresa se escondieron de la jerarquía de la época: “ándese con prudencia vuesa merced, que andan los tiempos recios” y los dos andaban escondiéndose de la inquisición.

Aquel que tenga inquietudes, zozobras, desasosiegos, y quiera beneficio espiritual, vaya a las fuentes más clásicas: el Evangelio, Santo Tomás, Santa Teresa, San Ignacio: la iglesia católica en este momento está poseída. Toda, sin excepción. Indefendible.

Para la serie de tv “Cosmos” de Carl Sagan, Vangelis hizo la música: la obra, con perspicacia la llamó “Ignacio

AMDG.

lunes, 25 de julio de 2016

Ad Sanctii Iacobii

Aquel cuyos amigos son pocos es el peregrino.

Siempre le aporta ventura la perseverancia; claro y cauteloso en la aplicación de castigos: y no se arrastran querellas de un lado a otro.

Ni siquiera a través del tiempo.

Jung se muestra humilde al definirse estudioso del I King; conoce la traducción de Wilhelm y a ella elogia; desconozco que ejemplar conoció Borges; Leibnitz en 1703 se asombra de la coincidencia del libro con el sistema binario que había ideado; el asombro para mi, conforme el tiempo avanza, es que nos asombre el sistema duodecimal, desde la imposición del decimal, tan nefasto y siniestro.

Y nadie se atreve a fecharlo: todos lo dan por antiquísimo, pero nadie lo data. El estudio de la datación debe empezar por considerar en que rango, parámetro, y dimensión, configuran el tiempo quienes lo elaboran, y cuanto tiene de dimensión la leyenda y el valor de la leyenda en tal sistema cultural: sólo así se puede comprender su antigüedad; que para nosotros es desde que llega a Europa traído por los misioneros jesuítas; que para mi es desde el kárate y la inopia intelectual que nos condicionó desde el Hotel California y La gaseosa de ácido eléctrico, buscando religiones extranjeras de alta infalibilidad, que acaban siendo de abrefácil y sistemas morales con los cuales pasar la semana, lucirse el fin de semana, y luego, al siguiente modelo formal dictado por la moda: y de este modo, el tiempo dedicado a cosas que hacen perder el tiempo, nos aleja de nuestra identidad y de la naturaleza vertebral de la cultura.

Me soliviantó realmente Capra: El tao de la física, es estirar demasiado los conceptos, y realmente tiene más que ver con intentar dar una dimensión teológica profunda a la propia vida desde una concepción aparentemente aséptica, que con la física o con la dimensión teológica que se le ha querido dar al Tao te king; elaborar sistemas aparentemente litúrgicos a raíz de cualquier sistema referencial cultural no lleva a profundizar en el conocimiento, ni al examen de conciencia, lleva a elaborar liturgias ridículas, que necesitan ser asumidas sin discusión ni rechazo alguno: con lo cual el sectarismo se abona, y se fundamenta el sectarismo en el estar en posesión de una verdad, que sólo se conoce si se admite sin reticencias y con una obediencia sumisa; al ser la verdad, todos los demás están equivocados, y en ello se fundamenta ahora todo el magma social: ni conocen el estudio, ni la introspección, ni saben de su propia vida; pero se reconocen y justifican en rituales ridículos, de negación de la persona, y ahora, la moda que impone el signo de los tiempos es el sistema de adoración genital femenino, de manera tal que nunca la mujer había sido tan rebajada y objetualizada como por ellas mismas al defender y alimentar los sistemas de cosificación y ninguneo de todo lo que es la mujer; de tanto querer magnificar el hecho sencillo del dimorfismo sexual, lo que sucede es que se objetualiza y ningunea, se desprecia a la mujer en su calidad, se niega su cualidad, y una vez objetualizada, el objeto sirve para el uso que le quieran dar, y para nada más: la femineidad es algo que ya hay que rastrear para poder verla si se muestra; algunos rasgos quedan, pero ha sido sistemáticamente anulada en una concepción esteatopigética de la persona.

De tal modo, el signo de los tiempos es siniestro, zafio, ruin, y vulgar: las relaciones sociales, todas, carecen de cualquier atisbo de madurez o de reconocimiento del otro: se reconocen en la pertinencia a determinado sector del dogma impuesto, y nada más; todo son lugares comunes, vulgaridad, banalidad, que todo lo impregna y todo lo cubre: superficialidad extrema, y confusión. Para hacer el bien hay que esforzarse, y nunca se justifica, nuca se explica, cuando se ha hecho el bien, o se ha recibido, o se ha visto, nunca es explicable; la vulgaridad basada en el relativismo de lo banal tiene miles de justificaciones de todos los modos y maneras; y como una pléyade de orcos, por la red ahogan toda expresión de bondad, por inundación de consignas y maledicencias, infamias, desdoros, y descréditos; nada que no haya sucedido antes: los filisteos son la norma y sazón de los tiempos, y todos peleando por ser más filisteo, nadie se cuestiona nada, todo bajo la banalidad y la vulgaridad.

No es la manifestación diaria del mal lo peor de estos tiempos, es la banalidad y la necesaria banalización de todo, para su propia justificación, lo que hace a estos tiempos infaustos. Y al ser todo banalidad, que a todo el constructo social impregna, todo aquello que no sea banal, o cuestione la propia banalidad, se le estigmatiza; se estigmatiza previamente toda excelencia para poder ensalzar la mediocridad; se da pábulo a la ordinariez y la vulgaridad, se condena toda excelencia; día a día y en todos los ámbitos y rangos de la sociedad: la impudicia del sistema burocrático del estado opacando a la nación sólo es una muestra; la mecanización del sistema sanitario es de una degradación en la cual prima más el rango en el sistema, que las personas, que de pacientes han pasado a ser clientes y tratados como tal, en función de su rango económico; el sistema de administración de justicia es la iniquidad: ampararse hoy a la justicia es saberse en manos del juez inicuo: nada que no esté marmolado en Los Evangelios. El sistema de enseñanza lo es de estabulación y domesticación, no de desarrollo de la persona; y apenas queda esperanza en los sistemas de defensa, exterior e interior, de dar con personas honestas, y no con rangos burocráticos más preocupados por su promoción personal que por la resolución efectiva de problemas; España está sumida en el albañal.

Pero en las grietas está Dios, que acecha.

La gente vive, aunque ellos no quieran
y hagan esclavos con leyes obscenas;
Roncesvalles es pequeño, apenas una aldea
y al final de la calle está la Santa Puerta
Plaza de la Quintana, por ahí se entra:
nunc dimittis, jefe, ahora, por otra senda;
que España es más grande que lo que ahora se muestra.

 

 

……………….

Coda:

Uno

Dos

Tres

Cuatro

Cinco

Seis.

martes, 19 de julio de 2016

Cuadernos de verano “Gran jefe”

Se aprovecha para poner orden y concierto, el verano sirve para limpiar y ordenar la casa, tras el desastre que había dejado la horda, preparar el duro invierno, y la casa para aguantarlo: en esas, he encontrado la entrada original de agua, de cuando se canalizó el agua y desagües en Buñol, lo cual pues siempre aturde y alegra.

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De la Calle Nueva al huerto hay pendiente, de piedras a piedras hay caída, con lo cual el agua, por gravedad, llegaba a todas las casas: a la pila, al bibel, y a la balsa; la canalización es de piedra, conforme la Lex Augusta, y la cordura, ordenan; y la piedra de terraza que hay bajo el pvc debe ser por la rotura de la piedra que estaba en ese puesto; una marca de pulcritud de los trabajadores. Ese tubo de pvc se puso cuando yo tenía nueve años, y mi padre modernizó la casa: su criterio, de modernidad; creo que es el primer pvc que se puso en Buñol; aún vive el fontanero que hizo esa instalación, hablaré con él.

 

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Los desagües, sellados por piedra, los tengo siempre a la vista: estas piedras las puso el padre de Doña Amalia, la del horno, un gran cantero: esa generación de canteros son los que hicieron la fachada del Ayuntamiento de Valencia.

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Los sistemas modernos de gestión del agua quizá sean más eficientes, o sanitarios, pero desde luego son mucho más feos; el cemento, es, esencialmente, feo a la vista, pero la piedra es la clave angular de mi vida, de mi casa, de Buñol, de mi.

Pero hasta un cañón se quebranta a base de darle golpes.

Y en su momento la bondad dejó que los filisteos hicieran desmanes, convertidos en horda, que tal son, que no personas; recompuesto, recompongo mi casa; probablemente sea el único con las conducciones originales de las canalizaciones en Buñol, probablemente, sea el último anarquista, en un cuartel carlista; probablemente, sea, realmente, el último ciudadano romano; otro día, si eso, hablaré del huerto y su composición arquitectónica; otro día, si eso, contaré la historia de mi casa; otro día, si eso, contaré mi historia.

Para entender el espacio, y ordenar una prognosis visual, hay que contemplar la historia y estudiarla, en su concepción y evolución del espacio, y sus formas de adecuación a la naturaleza, que nos conforma y constituye: más que mirar a las cuentas corrientes y los pelotazos habientes; de ese modo se destruye a un pueblo y su identidad; con humildad y trabajo se hizo la civilización, y así debe de seguir: por el camino que vamos, todo se irá al abismo, todo se irá a la mierda.

sábado, 9 de julio de 2016

Idus caniculares

Los olivos tienen el tronco retorcido, enroscado y prieto; el pino es vertical, rectilíneo, enhiesto: es por la velocidad de crecimiento que el pino es más aparentemente vertical.

La savia sube a los árboles por la fuerza de coriolis: esta fuerza es la que impulsa el movimiento dentro del árbol; los brotes y yemas se deben a la acción del sol y al empuje de la savia cuando la actividad solar impulsa su fragor diario: cuando llegue el fragor nocturno, en La Candelaria, la mínima actividad es la que favorece el expurgue y la poda, siempre lo ideal es el menguante de enero, lo ideal es La Candelaria.

La lenta velocidad del olivo en su crecimiento da los troncos retorcidos, y una madera prodigiosamente dura y buena, la velocidad da la altura y la profusión de los pinos; y esto es la energía que da de sí la naturaleza: no busquéis más allá cursiladas de abrazar árboles y energías ocultas, que bastante hay con las evidentes: que no pocas variables agitan el universo cada vez que comemos, porque el mundo se ha llenado de vendedores de crecepelo, aspirantes a cowboys con pistola, mercachifles y estafadores, para los cuales lo que importa es su indolencia, y por todos los medios quieren despistar el tema principal: incapaces de arreglar lo que han roto, mientras buscan un culpable (los fachas, la cia, el sionismo, el anti sionismo, el capitalismo, el anticapitalismo y la globalización a favor y en contra a la vez) intentan montar esparajismos para mantenernos entretenidos. Nunca necesitareis en vuestra vida a un político; por la estructura del sistema quizá a un abogado, la policía nunca está cuando se la necesita, y es posible que necesitéis un médico: pero tres veces al día todo el mundo necesita un agricultor, y esto que Bertinat me recordó, de tan evidente, lo obviamos y ninguneamos, cuando deberían ser sacralizados conforme lo trascendió Millet con las espigadoras, con el Ángelus, con las segadoras; y estamos alejándonos de la tierra para acabar comiendo mierda de siete colores empaquetada en las cooperativas del soviet en reparto de inmundicia a la plebe: llámese mercadona o el corte ingles, y haya peculiaridades nacionales, nos llevan a la koljosianización de la producción, a las cooperativas soviéticas, a la tristeza y a la amargura: y no hay que dejarse vencer, no debemos permitirlo.

Los perros se echan a la sombra con la lengua fuera. Esto en latín se dice canícula.

La estrella más brillante es Sirio, del Canis maior, que tenía en Roma su orto helíaco a mediados de julio. César colaboró con un astrónomo de Alejandría para actualizar los cálculos que servían para predecir las inundaciones del Nilo: La ruta del orto de Sirio se va un día al año por ciclo, por lo cual había que ir ajustando el tiempo de la canícula hasta que con los cambios del calendario la cultura da la fijación precisa en España: la canícula es de Virgen a Virgen: de la Virgen del Carmen a la Virgen de agosto.

El calor que estamos pasando nos vincula directamente con Ptolomeo, Cleopatra, todas las dinastías Egipcias, Roma y los calendarios, y la evolución del estudio de la astronomía hasta que en Valencia el Padre Tosca fija el ciclo pascual tal como lo conocemos ahora.

Desde que los egipcios avanzaron hasta Roma, que tiene mucha enjundia porque lo hacían de lado, pasamos por las Thermópilas y Roma, Lepanto y Empel, La ley Augusta y el cainismo como norma y sazón, y la vida ha elaborado un artefacto de supervivencia y pervivencia cultural que ha sido el repositario del conocimiento acumulado y nuestro deambular, y ahora en rigor de un cientifismo fundamentado en rituales vudú y tonterías de sobrecillo de azúcar se inventa cada día la realidad a golpe de novedad, de estupefacción, y de proclamas de la advinencia del fin del mundo, ahora todo se quiere empezar de nuevo porque tras la siembra de la confusión todos quieren apalancarse el botín y luego “pasar página” y nadie quiere humillarse y reconocer sus errores, sus robos o latrocinios, sus flaquezas o sus sumisiones, y en eso se está fundamentando este horror de época deplorable que condiciona todo para todo y para nada vale: pero eso sí, con mucho control todo.

Entra la canícula: se adelantará el invierno, y va ser muy duro; todos hemos nacido, y todos vais a morir: en el mientras tanto, os van a hacer pagar muy caro todos los errores de la recua deleznable que nos gobierna y sus acólitos: sean por siempre malditos.

Porque la vida siempre se abre paso, porque en las grietas está Dios, que acecha, no van a salirse con la suya estos mangurrinos que nos venden como esclavos “capital humano” le llaman ahora para negarnos la condición de personas y así defenestrarnos mejor.

Entra la canícula: me miran de soslayo las espigadoras de Millet mientras rezan con la cerviz doblegada por el sol sobre la tumba de un niño muerto: entra la canícula.

Tristes tiempos éstos, en que no se puede hablar ni callar sin peligro” y si así lo dictaminaba Luis Vives, se marmola a todo tiempo dominado al mismo factor: la confusión. Todo es confusión, fárrago, tráfago, costoso, aburrido y doliente, nada hay directo, limpio ni sencillo: cualquier cosa está trufada de mil legislaciones, ordenanzas y dicterios que sólo sirven para justificar la vida de haraganes, haraganes que crecen en número bajo el paraguas de la administración y se multiplican en su propia salsa de codicia y iniquidad, bajeza y cinismo que sólo propicia la confusión, inseguros de todo lo que hacen necesitan certificarse hasta en la propia certificación: saben que actúan mal, saben que es un mal trabajo, necesitan jalearse para justificarse, y cada vez es mayor el número de sumidos en la burocracia hedionda, cada vez es mayor su soberbia y maltrato a las personas, cada vez es más evidente su incapacidad e inutilidad, cada vez la estructura a la que sirven, que debería ser de funcionamiento de España, está más degradada y es más inútil: objetivo conseguido; no funcionamos como nación, sino como el gueto de Varsovia, como presos de un campo de concentración, con la hez política halagando al amo de manera sumisa.

El sistema ha muerto, y muere matando.

Entra la canícula. La gente abonada a devaneos lleva los cuerpos tatuados: de ser un símbolo definitorio, y nunca elegante, ya su vulgaridad y ordinariez aberra: y desde luego no son ninguno el personaje de Bradbury ni el arponero del Pequod. La gente está pluscuamharta del sistema en todas sus formas y variantes, justificaciones, cinismos, alharacas, esparajismos, y numeritos de dignidades ofendidas y poses de actuación estúpidas.

Van tatuados, como reses; no son arponeros samoanos.

La confusión, la herramienta del diablo; la estupidez, la colaboración activa de los hombres; la ignorancia, que se sublima en pedantería y cursilería “visibilizar” “visionar” “repensar” “hacer el amor” “empoderar” para esconder toda ignorancia tras apariencia de conocimiento; y aun así ya el hartazgo está instalado en todo el mundo, que ya ni se altera por nada, porque todo puesto en evidencia, nadie puede defender nada de este hediondo y nauseabundo sistema, en el cual está ya claro que estamos siendo víctimas de un plan tramado y ejecutado con el concurso activo de la estupidez, y nadie está a salvo, aunque así lo crean, todos miran al soslayo que les va a deparar la fortuna, que anda casquivana.

Entra la canícula, el invierno será cruel, y doloroso.

Preludia la canícula

Van considerados en su rigor los desiertos

con tiempo, armas, y garitas. El tiempo

y los esfuerzos vanos, y la mujer bonita

siempre que lo ha sido; si al recuerdo fías

no hubo sólo un tiempo, ni una mujer,

que en un momento hay más que una vida.

Debo a Borges la luz del tiempo, el desierto

y la soledad comprendida: saber al descubrirlo

que era cosa compartida. Debo a Borges el aserto

de los libros y la vida; el cuento y la fantasía:

que nunca vas sólo, que otros había, compartías:

y con él lo comprendía. Preludian días de verano

el vigoroso rigor y la canícula; aparecen estos días

elementos que componen la trama, el vigor, y ansía

el alma el camino, el desierto, el jardín, los senderos

que acabé ya con las porfías: me dieron por Bastida

y Barallobre soy, mientras Barrantes latía

en el trazo que mi vida es: con una tiza

marcado a fuego que no va señalado por días:

vivo como Bastida aunque soy Barrantes,

Barallobre, una ría, cruzas, el Mendo, Galicia,

y muy pocos conocen la ciudad que levita

entre las brumas, y cuando aterriza

ya estás en El Apóstol, con rigor te persignas;

tercer banco a la diestra: ite missa est

¿y ahora que se hacía?

En la casa del barco la gramática ordenas;

y la preceptiva literaria impone ya rimas

cánones y párrafos; escrita está la leyenda

aunque los que nunca leyeron ahora tendrán certezas:

de Castroforte y soldados, las de Dumas y Santa Teresa,

y no habrán comprendido ni su infamia siquiera.

Que Montecristo salió de la celda, que el Cid juramento hubiera;

que el Rey León es Hamlet, Otelo la secuela;

y ¡ay! de quien se interponga entre Achab y su ballena.

Que el tiempo tiene rigores más sinuosos que la arena

de Borges leído en posada donde Don Juan viera

pasar a su entierro ¿la hostería del Laurel?

en ella estáis, caballero; Santa Cruz con amigos:

noche que fué trasegando hasta el amanecer

copas y confidencias, alegría y saber, exuberante

al alba de Triana el río se abrió.

Llega la canícula; la gente percibe confusamente

una realidad que yo ya sé escrita.

Con desiertos y reyes, sagas y espejos: la ciudad, dormita

Montecristo ya no vela; Richelieu tiembla por insidia.

en punto de amanecer, la ballena sabría

del vigor de Achab en su porfía;

Los invasores aterrados: de un disparo

ya saldrán en estampida;

que las tramas trazadas al final el tiempo las cumple,

Y que un libro no lo es si no es una vida, si no es todas las vidas.