viernes, 15 de mayo de 2015

Y a Buñol vienen elecciones.

Buñol lleva cuarenta años gobernado por la izquierda: han sido gobiernos que han favorecido a su pueblo, y mucho: lo que pasa es que son de CHiva, y esos han sido favorecidos en detrimento de Buñol. Advienen elecciones, y no son momentos de seguir jugando a la política con criterios infantiles y actitudes de “cuadrilla de Pascua” para infantilmente “ganar” a los otros, siendo los otros un horrible imaginario enemigo; la situación en España es muy delicada y ahora cualquier cosa ha de ser mesurada y bien ponderada, que ya está bien de dilapidar dinero de todos en alardes de nuevo rico y en forrar con excusas a cualquiera en detrimento del pueblo.
Una cosa ha dejado clara la última legislatura: van a una, independientemente de las siglas, la izquierda es un bloque sólido: en el error, sobre todo, lanzan sus huestes a la propaganda. La aberración del túnel (donde el PP a mi gusto no fue contundente) ha dado su resultado con las lluvias: empezaron los desprendimientos, gracias a Dios sin más consecuencia, pero el jugar con la secuencia del agua nunca es buena idea.
Adelanté que sucederían desprendimientos, lo adelanté, y luego, sucedió.
En el programa electoral de la izquierda dicen de un censo de inmuebles industriales, la demolición de la antigua cementera y el apoyo a la ubicación de una planta de transferencia de trenes.
En abril del 2012 escribí:
Pero seguramente es que les he hecho yo la propaganda electoral, porque si algo es Buñol es el Agua, El castillo y la gente, y ahora dicen querer rehabilitar (¿otra vez?) el castillo para “ponerlo en valor” seguramente para construir una urbanización de lujo ahí, o cualquier otro delirio fundamentado en la codicia: no salimos de este pecado en Buñol, justificado en la envidia, alentado por la maledicencia, y todo en la oscuridad. Ahora quieren preocuparse del castillo despreciado, maltratado, degradado e insultado hasta la vergüenza.
En Julio del 2013 escribí:
Preludiando el desmán que ya anticipé en los noventa en la Matemática Lítica como ficción, y denuncié como realidad en Buñol, Castroforte del Baralla.
Todo lo que enumeran como originales ideas a hacer en el castillo, lo eran, y serían eficaces cuando se plantearon (y por escrito) al ayuntamiento….en los años 70 del pasado siglo; el querer hacer ahora lo nunca hecho después de haber destrozado lo hecho y haber ninguneado la obra ajena, suena a niño pillado en falta poniendo cara de bueno.
Nadie es más culto que nadie: nadie tiene cultura; la cultura es supraindividual: recogemos de los ancestros, y la pasamos a los siguientes: transportamos cultura, pero nunca la poseemos; somos de ella, no la tenemos: en el albedrío de cada uno el cultivarse y ser mejor respecto a sí mismo para generar un mejor futuro para los demás. Mantenemos una biblioteca que ha olvidado su función primigenia de tener una colección de libros que sirvan de referenciales, perdida en el laberinto de su propio funcionamiento. Hemos cedido la belleza del sonido de la campana a un sistema de altavoces que cuando menos es intrusivo en la intimidad: entre estas cosas, radios y demás propaganda, con lo gastado en ello, podríamos tener nuestra propia Estrella de la muerte. En el edifico de la biblioteca quieren perpetrar un museo de la tomatina: disparate habemus, para que comentarlo. Harto estoy del tomate. Era un disparate vehemente, distendido, alegre, liberador, cuando era local: ahora lo han convertido en una fiesta poligonera y degradante que pierde su razón con el pueblo: es infamante lo que hay con ello, el pueblo ha de recuperarlo, y dejarlo en su sitio, un rato de un día de las fiestas; que mi pueblo es ríos, fuentes, piedras, castillo, monte, y esa brutalidad en la que convierten el tomate nos degrada como personas, y lo de su privatización ya es de chiste.
La izquierda sigue el plan trazado, enunciado arriba y seguido desde hace cuarenta años: así, bien no vamos: el próximo alcalde, con sensatez y prudencia, debe enmendar dislates y no sustituir unos dislates por otros; encauzar el urbanismo a donde nunca debió ser abandonado y dejar de ser un pueblo junto a una cementera y a su servicio; toda industria local debe ser no apoyada, simplemente dejarles hacer: a ninguna hay que darle ningún tipo de hegemonía, exclusiva o franquicia a ningún nivel. Hay que parar el querer destruir Buñol para convertirlo en un suburbio del extrarradio de Valencia, que siempre hemos tenido personalidad propia y sólo así saldremos adelante; hay que frenar todo desmán y todo sectarismo, y con humildad salir adelante, que son tiempos recios, y ahora debemos de estar a la altura de poder generar perspectivas bonitas para nosotros: sólo así se las podremos dar a los demás.

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