Una pregunta de fórmula cierra indefectiblemente todas las deposiciones inquisitoriales: se interroga si se declara o delata por odio. Casi unánimemente se contesta negativamente.
Esperable, cuando la delación conllevaba un beneficio, bien directo, bien indirecto, al poder optar a las propiedades del apiolado.
Francisca de Zúñiga declara el 30 de junio sus tratos con Juan Sánchez, confesando que había pretendido denunciarlo por su doctrina escandalosa acerca del purgatorio, pero Cazalla fue a visitarla, le refirió la conversación de Carranza y Seso y la convenció de que “no era artículo de fe”
A la pregunta de fórmula, declara “de los dichos Fray Domingo y doña Beatriz no deja de tener odio a ellos por haberla engañado”
El 7 de noviembre declara haber comentado esto con las monjas de Belén, haciéndolas creer que el arzobispo mantenía estos errores. El 13 de julio sale Fray Domingo de Rojas: En la navidad del 57, en el oratorio de Doña Leonor de Vivero le preguntó si Carranza participaba de aquellas novedades y Fray Domingo contesto “que en algo de ello estaba, pero le faltaba mucho para ser cristiano, y que no se acordaba en que cosas le había señalado que estaba y en qué cosas no”
Rojas hace un abuso de situación y confunde a la gente: nada nuevo, bajo el sol.
Hay dos Franciscas de Zúñiga: una la Beata hija de Francisco de Baeza, condenada en el auto del 21 de mayo de 1558 a cárcel y hábitos perpetuos; la hermana de doña Catalina Reinoso y monja de Belén lo fue el del 8 de octubre de 1559 a sambenito, cárcel perpetua y confiscación de bienes.
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