sábado, 10 de julio de 2010

Quedamos en casa, a tomar el té

En Julio y agosto, Isabel de Estrada, presa en las cárceles de la inquisición, corroboraba las deposiciones de Rojas, Cazalla, y Seso; sobre todo, descubría la actuación en grupo.

Refería la entrevista de Cazalla y Seso con Carranza, tema recursivo, las reuniones eran en casa de Pedro de Cazalla, una tertulia “formal” donde hablaban “las turbaciones que cada uno de ellos había tenido en creer estas cosas del purgatorio…y también trataron del trabajo que en ello había padecido el bachiller Herrezuelo” se reunían D. Carlos de Seso, Pedro de Cazalla, Catalina Román, Juan Sánchez, Antón Domínguez e Isabel de Estrada; declara el 11 de julio de 1558: la conclusión de Tellechea es que estas reuniones tenían lugar en 1556, dos años después de la reunión con Carranza.

El 13 de julio añadía que también asistieron el Bachiller Herrezuelo y Fray Domingo de Rojas, y andaban en la consideración de que  “gran bien sería si el arzobispo hablase a la marquesa, porque entonces hecho estaba y el Rey vendría a dar en ello

El 23 de julio añade que también asistían Juan de Vivero y su mujer, que Seso había contado que al final de la entrevista con Carranza “este le abrazo y beso con mucho regocijo y amor” Fray Domingo de Rojas había declarado que hacía diez años que había tratado con él de la justificación y el purgatorio “y por entonces no le había dado crédito

El 13 de agosto se le pidió ratificación jurada de todas sus declaraciones; intentó exculpar a su hermana, y el fiscal sacó material para imputar a todas las personas relacionadas e incluso a otras.

Esperaba esta mujer la llegada de Carranza de Flandes, pensando que él los sacaría de ese atolladero, pues creía que estaba en “esa matrícula

“Dijo este testigo que lo que sería a su parecer de este testigo, es que quien algunos errores le quiso persuadir a la dicha Isabel de Estrada para que ella le diese mas fe y crédito, le daría por autor a Fray Bartolomé de Miranda, que es ahora Arzobispo de Toledo, para que debajo de la autoridad tan grande letrado y tan grande cristiano le pudiese mejor engañar. Y que la dicha Isabel de Estrada le parece a este testigo que le quiso dar a entender que era así”

Una mujer crédula y confiada.

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