Evidentemente los planes del camarada Uguin son de gran calado y alcance, aunque de vez en cuando percibo su aroma en las noticias y eventos que suceden en esta sociedad adormilada por el opio del pueblo y el capitalismo ponzoñoso y letal; sigo infiltrándome y afirmando mi red de contactos, profundizando en los prometedores y creando nuevos.
A veces me lleva más tiempo del necesario acometer las purgas de los elementos que infiltramos cuando la ONU y que se resisten a volver a la disciplina: menos mal que aquí es muy fácil encontrar munición; los revisionistas que se niegan a volver a la disciplina soviética no se si merecen reeducación. Tampoco valen la pena.
Por alguna razón que desconozco he tenido que facilitarle a Uguin un preparado especial de Polonio que había tratado de manera especial Lysenko para que sea de inserción inmediata, pero de acción dilatada en el tiempo. Sé que es imposible, pero me ha parecido que denotaba tristeza al recibirlo el camarada Uguin.
Me ha hecho ponerlo con el adecuado color y olor en una botella de perfume -que es un acicalamiento fascista antihigiénico y contrarrevolucionario- el sabrá el uso que le va a dar: pero la botella vacía que me ha dado tenía ese perfume, y él, al volver la ultima vez, de donde viniera, olía a eso: no me gustó nada; la carga de polonio será duplicada: por si acaso, evitemos las debilidades personalistas contrarrevolucionarias que pueden hacer que la revolución se atrase. Esta botella de Channel que lleva el número cinco cumplirá su objetivo.
Vaya si lo cumplirá.
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