Recalcar la conveniencia de la oración y la meditación no excluye la tradición y el magisterio de la iglesia, decía Carranza. Señala al pié de los textos las censuras entregadas por los teólogos.
Notas de la Introducción de Carranza a la Epístola a los efesios, e ideas de Carranza sobre la tradición expuestas en sus obras impresas.
La línea ortodoxa de Carranza no ofrece ninguna fisura por la que pueda parangonársele con Juan de Valdés.
In homine suspecto, suspecta Dice Tellechea.
La fuente única de la difusión es Fray Luis de La Cruz, el descubridor subrepticio del papel. Este no supo que era de Juan de Valdés y le puso el titulo que tanto daría al autor de pii et probi. Sólo se dio cuenta de su peligrosidad en 1558, apresado fray Domingo de Rojas. Éste, que no fue testigo directo fue quien más embrolló el asunto, hablando además de oídas.
Rojas, único conocedor de la obra de Juan de Valdés supo identificar el papel con una de las consideraciones, transformó el papel en carta expresa, además a requerimiento de Carranza, y por ello dijo que fray Luis y Fray Alonso poseían tal carta.
En la difusión una segunda cabeza de cadena: Sabino Astete.
Solo podía levantar la pista sobre Valdés, Rojas. Había leído las Consideraciones, que las tenía Juan Sánchez y que probablemente las había traído de Italia Carlos de Seso.
Separados el papel y las lecciones que impartiera Carranza, es claro que el juicio sobre lo segundo depende de la diversa suposición de hechos. Ribera ve tres herejías claras.
A 30 años de su primera lectura lo califica en Roma (1568) de “pequeña cédula” ”brevísima” e “inútil” Presenta como contraprueba su propia introducción a la Sagrada Escritura, no dada en 1539 como afirman los testigos, sino en 1545.
La explicación de Carranza fue ortodoxa, fundada en la tradición patrística y con inclinación al sentido literal. Sus normas exegéticas iban en contra de la interpretación subjetiva y fácil de la Biblia.
Los inquisidores dispusieron de dos redacciones: una, la de los cartapacios de Fray Luis de la Cruz, otra la que avisó Rojas que estaba en el manuscrito de las consideraciones de Valdés que tenía Juan Sánchez.
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