Os van a tener mareados con la elección de una de las dos facciones del movimiento nacional; pero no es eso lo que se dilucida: realmente no se dilucida nada; el poder (en la sombra) ya está mas que establecido, y el problema es cómo se lo reparten: por un lado está Fumanchú y sus huestes (¿o no os habéis dado cuenta de que hasta el bar Manolo lo llevan ahora chinos?) que han penetrado en las ciudades desde la periferia hacia el centro, comprando, con dinero en mano, bares y negocios, sin usar bancos, ni dentistas, ni casi nada: llegan con toda su estructura en plan invasión, ponen a los niños en el todo a cien y nadie dice nada de explotación infantil ni de nada: los asistentes sociales al menos de Valencia no miran esas cosas, son multicultis.
El otro sector es el de la morería, de la cual al momento desconozco si los manda el gran Muftí, el Kaimakán de Kaimakún, Saladino, Alí Babá o el Moro Muza, que ya han penetrado también con la misma estrategia radial pero en otros sectores: han desplazado a la gitanería en el camellismo (que ahora en politiqués se llama narcotráfico) y los delitos, de menores a mayores.
Y todos os habéis dado cuenta de que nunca son detenidos ni chinos ni moros, ni denunciados por tener menores trabajando ni nada de eso: pero claro, es que yo soy facha.
Pero aquí acabará mandando Fumanchú, ya veréis.
1 comentario:
Pues si tengo que elegir, prefiero que mande Fu-Manchú que Mohamed Al-Adino. Por lo pronto, donde se instalan los chinos, desaparecen gitanos, moros, bandas latinas y demás. Donde ellos controlan la situación, no tienen cabida los otros. Y ellos no se dedican a meterse con todo el que pasa por la calle, eligen el destino de sus fechorías, normalmente entre otros tan corruptos como ellos. Ya sé que no son Madre Teresa ni nada que se le parezca, pero dentro de lo malo son lo menos malo de lo que pulula por aquí.
Y puestos a elegir entre ojos rasgados y cejas circunflejas, no sé si quedarme con el oriental.
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