Durante 4 días el alguacil mayor del consejo de la inquisición, Diego Ramírez, permaneció encubierto en la villa, durmiendo de día y saliendo de noche a comunicar en Salamanca con D. Rodrigo de Castro. Se compró un haz de varas de justicia, reclutó gente por los pueblos, y pasaron horas ocultos en el río Malacuera, para entrar al amanecer en el pueblo. Lo cuenta el cronista real Ambrosio de Morales “con éste maravilloso secreto gobierna el santo oficio sus operaciones”
22 de agosto de 1559 se le apresó.
D Rodrigo de Castro encarcelaba al gobernador de las tres villas (casado con una prima hermana del arzobispo) y a los demás alcaldes y alguaciles del lugar; Diego Ramírez entraba con su gente y todos juntos en cuadrilla se encaminan a la casa donde reposaba el arzobispo.
Después de la prisión formal vino el aislamiento total de la persona del arzobispo, el secuestro minucioso de todos sus bienes y papeles, el control engorroso de los platos de su comida, la despedida de sus criados y sirvientes con indicación expresa de la ruta que habían de seguir y de las leguas que habían de caminar.
A las 9 de la noche se pregonó en Torrelaguna que so gravísimas penas nadie saliese de casa ni se asomase a la ventana hasta clarear el día siguiente. Pasada medianoche salió la comitiva. Sobre una mula el arzobispo, entre Ramírez y Castro.
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