A todo se le antepone la palabra cultura: de esa manera se vacía el concepto y acabará significando lo que quieran que signifique: el síndrome Humpty Dumpty está cada vez más arraigado: los que ahora tengan sobre los treinta años ya han sido educados desde la infancia en los mantras de la progrez, y no conciben un mundo de libertad: no se si lo temen; no les cabe en la cabeza algo que no sea lo que les han hecho mamar, con la constitución como libro revelado.
El gran éxito de la progrez ha sido la destroza sistemática de la educación para convertir todo el sistema educativo en un colegio del Bronx de película sórdida.
Y ahí tienen su foco clientelar apesebrando: nadie que no sea de la corrección progre exigida es ni siquiera considerado: en las facultades se denuestan los libros de Vidal, sin ni siquiera haberlos leído: eso le llaman científico, y se quedan tan orondos.
La realidad es que este tardofranquismo degradado con un movimiento nacional progre, pero movimiento nacional, y un sistema de democracia orgánica disimulada, pero democracia orgánica, ha acabado con los resquicios de creatividad y libertad que pese a todo se dieron con Franco vivo, por lo que fuera: pero las nóminas de los escritores de tras la guerra hasta la muerte de Franco es gloriosa; lo mismo la de artistas, más o menos valorados o despreciados; ninguna revista hoy es comparable a La Codorniz; y todo se da por supuesto que ha de tener financiación del estado: las denostadas películas de Landa y Ozores, todas, se hicieron con capital privado, y funcionaban y era una industria quizá pequeña pero desde luego no subsumida al estado: nadie concibe en España una película privada; nadie concibe nada privado: ¿sólo son escritores los que pasan por los tamices de la universidad progre, o por las redacciones de los periódicos tan progres, o ambos? al final de manera directa o indirecta todos apesebrados al estado, vía editoriales, tan imbricada en el sistema, vía la universidad publicando estudios que nos demuestran que como sea hemos de pagar la justificación del ego de quien entra a formar parte de la secta de los culticios: normal, que teman internet e intenten denostarlo; normal que ser universitario no sea más que un freno para el ejercicio de la realidad.
No sólo el cine: los cantantes ya son los elegidos por emisoras de radio y tv, y sólo esos son los considerados: en el medio un montón de gente se abre camino con su creatividad por la capacidad viral de la red: cada vez menos gente sintoniza emisoras de música que ya quedan como los cine clubs de los progres, tan aburridos siempre, tan soberbios en su ignorancia aun.
La wikipedia se está convirtiendo en la avanzada de la progrez en la red: surten de enlaces sobre los temas a la gente sin estudios para que se encuentren inteletuales, todos, sin apenas contrastar ni reflexionar sobre lo leído, y dando por supuesto que sabe de literatura cuando ante una referencia a los Tres Mosqueteros leen un resumen rápido vía google; además establecen criterios de veracidad con una insultante soberbia, ninguneo desprecio e intentos de descrédito: siguen emperrados en el constructo de ingeniería social por el cual van a “cambiar la sociedad” y encuentran lícito defender el comunismo, la ablación de clítoris y todo aquello que hunda el fundamento de la cultura, que es algo esencialmente digital: cultura hay, o no hay, como civilización, hay, o no hay: ni hay posibilidad de alianzas ni diversas culturas.
La progrez española tan corta de entendederas hunde su argumentación vital en la suma de cursiladas y adjetivos ridículos, y una adoración venerante a “Francia” como si aparte de nada los franceses hubieran aportado algo a la humanidad; Siempre tan venerados, Los annales de la escuela francesa de historia al final acaban siendo dos profesores de la facultad de historia de Valencia por sus aficiones eso, anales.
En el plazo de treinta años y por todos los caminos de justificación posibles se ha acabado con la creatividad en España limitándose a una especie de subducción en modas que vienen dictadas, a todos los niveles: no sólo la literatura de librerías es esencialmente repugnante, el cine sólo es subvencionado; no hay intelectuales: ni Fernández Flores, ni Ridruejo ni uno de los Panero ni nada de eso: a cualquiera que hayan aupado por el síndrome de “es del partido” a cualquier plaza automáticamente es considerado inteletual, y lo loan, hasta que han de dejarlo de lado por el siguiente de moda, hasta que también se pone en ridículo y vuelta a empezar; a todo esto, mientras tanto se dirá que Vidal es revisionista o que Losantos es facha, jamás se asume un error ni siquiera por error.
Y no sólo ahí está la creatividad: desapareció Derbi, Bultaco, Ossa, Pegaso, Barreiros, y toda la tradición de arquitectura en España que permitía Gaudí y otros arquitectos que no hacían bodrios uniformados en sistema y vidas a plazo fijo con construcciones del momento; desapareció la capacidad de engendrar a Torroja y la escuela de ingeniería española; desapareció una metalurgia que se distinguía por su creatividad en los métodos y procesos que envidiaban alemanes; desapareció el orgullo del trabajo bien hecho a cambio de la infamia de yo gano más que mi vecino que lo he pisado: eso es lo que llaman haber progresado y vivir en el estado del bienestar.
Pero la Derbi tricampeona fué la que ensalzó a Nieto: ahora, las carreras de motos son algo que dirimen empresas financieras.
Habrá quien piense que con elecciones salimos de ésta: como no empecemos a darnos cuenta de que hemos perdido lo que más nos gustaba y mejor sabíamos hacer que era crear cosas de la nada, y casi sin medios, como no empecemos a dejar de mirar a religiones extranjeras de alta infalibilidad probada y a modelos recauchutados de corrección política y aburrimiento como norma, y como no nos demos cuenta de somos quien somos y de ahí para alante, mal va, a peor irá.
2 comentarios:
Tengo para mi que todo eso viene del momento en que socialmente se admitió que el heroísmo, en cualquier faceta y hasta en sus aproximaciones, era la virtud de los tontos y los asociales.
Perdón, antisociales ... vamos, ¡los fachas!
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