“que había dicho el arzobispo de Toledo: Para mi tengo que no hay purgatorio. Esto lo debió decir Fray Domingo de Rojas, para que mejor creyese que no le había”.
23 años, hija de la Marquesa de Alcañices, con inquietudes religiosas por su relación con Beatriz de Vivero, relación iniciada en febrero de 1558, inquietudes que le ratifica fray Domingo de Rojas; ante sus inquietudes entre la penitencia y el purgatorio no suficientemente aclaradas, le aclara Rojas apoyándose – o eso dice- en el catecismo de Carranza; habla de oídas y en el catecismo suyo nada hay sobre la declaración o en ella dicho que la apoye.
Suenan las declaraciones mucho a manipulación de Rojas. Declaró el 23 de abril de 1558.
El purgatorio es el tránsito entre la purificación y la expiación de los pecados, de rango teológico es el estado previo a “entrar” al cielo cuando aunque sean leves los pecados hay que expiarlos. Fue una de las discusiones y disensiones del concilio de Trento, los protestantes no creen en el purgatorio. Lutero lo asoció a la codicia de la jerarquía católica, es uno de los puntos de disensión para la reforma.
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