Al auto de fe del 21 de mayo asistió la gobernadora Doña Juana con toda la nobleza, y supuso una purga en el ambiente excitado de Valladolid. Entre los relajados al brazo secular: el Doctor Cazalla, varios miembros de la familia Vivero, Padilla, los licenciados Herrera y Herrezuelo, Catalina Román e Isabel de Estrada. Entre los penitenciados, Ana Enríquez, Francisca de Zúñiga, Luis Y María de Rojas etc..
Todos estos tenían hilos que llevaban a Carranza. Por esto se libraron Rojas y Seso.
El 15 de julio vuelve a presentar el fiscal su petición escrita exigiendo cumplimiento de sus demandas “que se apresase a Carranza luego y sin dilación “con el secuestro de todos sus bienes y papeles y que de no proveerse así se daría por agraviado”.
El 1 de Agosto se reúne el pleno de la General Inquisición: entre los convocados el Obispo de Ciudad Rodrigo, Ponce de León; el de Palencia, Pedro Gasca; el electo de Ávila, Diego de los Cobos, los miembros del consejo de la Inquisición Sancho López de Otalora y los doctores Andrés Pérez y Simancas; los miembros del consejo real Juan de Figueroa y Muñatones de Briviesca; Villagomez y Lope García de Castro, del Consejo de Indias; los inquisidores de Valladolid, licenciado Francisco Vaca y Doctor Riego, Bajo la presidencia del Inquisidor General, D. Fernando de Valdés, se sometió a Decisión la petición del Fiscal Camino: el resultado fue aprobativo nemine discrepante Acto seguido decretaba Valdés el arresto de la persona, con secuestro de Bienes y papeles, y decidía su traslado a Valladolid.
Para la ejecución de este mandato se utilizó una artimaña poco digna para Tellechea en la que Valdés enredó a la princesa gobernadora Doña Juana: bajo pretexto de que antes de la llegada del rey Felipe II que venía de Flandes había de comunicar con el arzobispo “negocios muy importantes” lo llamaba con urgencia a la corte en términos muy corteses, firmado por la princesa.
Se perseguía el arresto de Carranza antes de la llegada del rey a España y su posible encuentro.
Valdés ahora acelera trámites. Extendió todos los nombramientos y poderes convenientes a favor de d. Rodrigo de Castro, Don Diego Ramírez y don Diego González, encargados de apresarlo en plena visita pastoral. Les da muy amplios poderes.
Acta notarial de Juan Ledesma da cuenta oficial de la ejecución el mandato en Torrelaguna, diócesis de Toledo “martes a las cinco de la mañana poco mas o menos “del 22 de agosto de 1559.
El arzobispo, sabedor desde dos días antes de que venían a prenderle, dormía con todas las puertas abiertas... Hay que puntualizar que fueron los inquisidores los que dijeron al señor de la casa que las dejase abiertas en punto de amanecer (lo dice Ambrosio de Morales)
A una hora desconocida tocaron a la puerta de la recámara y despertaron al lego Fray Antonio Sánchez; acto seguido tocaron en la puerta del arzobispo “¿quien es?” “El santo Oficio”
Entraron D. Rodrigo de Castro, Don diego Ramírez y el alguacil Cebrián de Ibarra con seis hombres.
Al día siguiente una hora antes de amanecer salía el cortejo hacia Valladolid.
El 28, Castro y Ramírez informaban a al consejo de la ejecución del mandato, y presentaban el inventario completo de todos los papeles secuestrados al arzobispo: numerosas cartas, licencias e informaciones, memoriales sobre diferentes asuntos, breves y papeles reservados de sus asuntos con el rey o con el arzobispo, borradores de sermones y escritos espirituales.
El 26 de agosto Valdés “por estar ocupado en negocios de ardua y suma importancia” subdelegaba sus facultades delegadas por el Papa en Cristóbal Fernández de Valtodano y en el doctor Somantas.
Ladinamente prefería quedar en segundo plano.
El 1 de septiembre en la primera audiencia concedida al reo, este prestaba juramento, pero condicionado a un presupuesto: el de que por ser arzobispo de Toledo y primado de España no reconocía otro superior legítimo sino el Papa en lo espiritual y el Rey en lo temporal: no admitía la competencia en Valdés en semejante causa y mucho menos la de jueces subdelegados inferiores. Carranza protestó de la obtención subrepticia del Breve de Roma, de las irregularidades cometidas en la ejecución del mandato de Valdés, de la injuria inferida en el modo de un arresto a cuyo carácter pacífico contribuyó impidiendo a sus criados y vasallos defenderlo por la fuerza, y de todos los perjuicios espirituales y temporales ocasionados a la silla de Toledo.
Recusó al inquisidor general por juez de su causa por razón de notoriedad parcial contra él, que le especificó en diez puntos concretos.
Se iniciaba con ello su proceso.
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