En cumplimiento de las sugerencias voluntariamente obedecidas he dedicado todos mis esfuerzos en la sumisión y reeducación revolucionaria para asegurar el adecuado cumplimiento de cualquier misión que sea necesaria. Quizá me he excedido en los mecanismos de presión y rigor intelectual, pero estoy convencida de que el rigor implanta la semilla con resultados eficaces para el socialismo.
Tras reeducar adecuadamente al camarada Mercader, R. y dejarlo absolutamente convencido de que sólo hay un camino hacia el futuro: el socialismo revolucionario; y habiendo comprobado que sería un eficaz instrumento para el triunfo de la revolución, le he facultado un encuentro con el gran personaje soviético que quería conocer: El camarada Uguin, que en su adusta seriedad le ha impresionado favorablemente. Su amistad personal con el gran timonel y las hazañas revolucionarias y teorías elaboradas por nuestro líder, debidamente explicadas y con la aseveración de que el propio camarada Uguin facilitará una reunión con el Gran Líder a su vuelta a Moscú, han conseguido que el fervor revolucionario del camarada Mercader, R. se asentara más poderosamente si cabe.
Me ha resultado al principio algo dificultoso tratar al camarada como los burgueses por su nombre común, sin el adecuado y preceptivo rango y circunstancia. Debo aprender a usar la versatilidad para los encuentros revolucionarios: el enemigo acecha y ninguna causa puede fallar por equivocarnos en los datos o los tratamientos; a solas me atuoreeducaré para no dudar en absoluto si volviera a suceder; no obstante me he sentido extraña al hacer las presentaciones: “Aquí Ramón; aquí Lech; mi amigo Lech Uguin.”
Tras entregarle los materiales de estudio y reeducación que me había sido encargado recoger para el adecuado cumplimiento de la misión, con los adecuados materiales de acción revolucionaria, me ha causado sorpresa el brillo en la mirada del camarada Uguin: más que con las armas cortas, con el piolet que le robé a unos panolis. Su inteligencia revolucionaria ha disparado algún plan, y acto seguido ha marchado con el camarada Mercader, R. para seguir su plan de reeducación: al ser sugerido que quizá podría colaborar en alguna misión revolucionaria, el camarada ha demostrado su plena disposición a la causa de la revolución.
Creo que mi misión aquí ha concluido: quedaré a la espera de las órdenes del NKVD pero tengo la intuición revolucionaria de que esta misión ya ha sido un éxito.
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