Las camaradas del Koljós “Noches del Ártico” son colaboradoras serias y delicadas en todo lo que se les confía, cautas y atentas para con las desviaciones contrarrevolucionarias, a pesar de su enorme entrega a la causa de la revolución: trabajan el cereal durante el día ártico y preparan y adecuan el koljós para que siempre esté en perfecto estado de revista. Sin ir mas lejos, ayer, el camarada presidente del comité del koljós “La libertad es el servicio a la revolución” pese a ser debidamente atendido por quintuplicado, educadamente tratado en su rango, y con todo el rigor revolucionario de la camarada Serla, mostró su debilidad contrarrevolucionaria tras su reeducación para la ciudadanía por la camarada: Serla, que es escrupulosamente cuidadosa en todos y cada uno de los detalles y procedimientos del proceso de reeducación, siendo meticulosa y reiterativa para una mayor implantación del ideal, seguro que cumplió su obligación con revolucionario afán; por lo que el camarada presidente del Koljós “La libertad es el servicio a la revolución” quiso tener una conversación en la intimidad con ella, donde insinuó que “Noches del Ártico” tenía muchos más cupones y cartillas de racionamiento que su koljós. Lejos de caer en la debilidad sentimentalista contrarrevolucionaria y siendo además consciente de que los camaradas acaban pronto su reeducación, lo cual frustra siempre a las camaradas, deseosas siempre de sólidos argumentos que las hagan insertarse más en los razonamientos: seguramente por su falta de fervor o su debilidad ingénita. Apercibida de la confidencia, fue inmediatamente a redactar la correspondiente delación al comité central del koljós, que estaba conmigo: tras recibirlo por quintuplicado, fue remitido al politburó: tras su adecuado traslado al NKVD ordenaron una purga en el Koljós “La Libertad es el servicio a la revolución” aunque lamentablemente, cuando todos iban a ser voluntariamente reeducados, el camarada presidente había cometido el abominable crimen burgués del suicidio: no sólo se había autoapuñalado, sino que además se había disparado cinco tiros mortales y luego se había arrojado a la ciénaga con una piedra al cuello: cuando la infección protofascista se inserta, es letal y conmueve totalmente a los espíritus revolucionarios: por eso hay que extirparla. Como sea.
A pesar de no haberse reunido para elegir un nuevo presidente, los miembros del koljós celebraron alborozados la decisión del politburó de someterlos a un proceso de reeducación y alegremente marcharon cantando canciones al Gulag siberiano, contentos por su nueva responsabilidad y capacidad revolucionaria, de las cuales seguro que tendremos noticias algún día. Algún día.
La camarada compañera del sargento Putoffski, Serla, ha sido condecorada con la orden del mérito por lo oportuno y correcto de su delación. Serla Putiffa así tiene la consideración revolucionaria adecuada a su rango y fervor revolucionario, aunque como todas las camaradas del koljós, prefiere vestir de camuflaje, con ropajes neoburgueses protofascistas, más que con su adorado uniforme y luciendo todas sus medallas: todas las camaradas del koljós son un ejemplo de humildad revolucionaria y antifascista.
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