Todo lo que llaman hacer política, todo lo que hacen y todo lo que plantean y dicen hacer la repugnante satrapía, no es más que la manera de salvar a los bancos de esta crisis fiduciaria en la que nos han metido vestidos con traje y corbata y sintiéndose seductores: desde el primero al último botones.
Todo el afán lo tienen puesto en salvar al sistema financiero falaz y obsceno, y por supuesto, se va a pagar eso con el dinero de la gente, y lo que están planteando es que se va a estar pagando este roto durante dos o tres generaciones, yendo bien las cosas.
Son la voz de su amo, el lacayo servil.
Si fueran políticos se preocuparían del bienestar de la gente y no del de los bancos y demás sistemas financieros: en vez de eso, se preocupan de engañar a la gente para salvar al sistema financiero, tener contento al amo y que les de un hueso.
¿Que importa si se suicidan unos centenares de bancarios codiciosos? ¿o de si van a la cárcel unos miles de listillos? ¿o es que eso sólo es delito si lo hacen los normales?
NO se preocupan de las personas sino de salvar al sistema financiero: los anarquistas tenemos razón y esta repugnante satrapía tan sólo se debe al capital financiero: El pueblo soberano echó abajo el muro de Berlín, y ahora va a destrozar la socialdemocracia, y esperemos que con mayor virulencia y eficacia que al muro: se lo han ganado, porque esto ya va con recochineo.
4 comentarios:
Ignacio, ¿de verdad el pueblo es soberano? ¿de verdad el pueblo soberano echó abajo el muro de Berlín?
A martillazos. Luego la confusión los lleva a la socialdemocracia: que caerá estoy seguro que a martillazos.
Aaamén.Respecto a la soberanía, efectivamente no la hay si no hay soberanía monetaria en la creación de dinero.Y, desde 1694, con la fundación del Banco de Inglaterra, el sistema que padecemos de control privado de la emisión -más del 90% de la creación de dinero se hace ne los bancos privados, mediante la "reserva fraccionaria"-implica que no hay soberanía que valga.Sin dinero, no hay rock and roll, ni cárceles ni armas ni ejércitos ni nada de nada.
El complemento a la dimisión de los estados frente al capital financiero que culminó entre el 89 y el 90 aprox., es la "profesionalización" de la clase política, que constituye una especie de selección natural del menos apto.
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