Francisco Coca, que había tratado con Juan Sánchez que andaba prófugo, el 30 de abril de 1558 declara que Sánchez le había contado que el cura de Pedrosa estaba en esta verdad (la del purgatorio) creyendo que se la había transmitido Carlos de Seso: habían ido a hablar de ello con fray Bartolomé de Miranda (Carranza) y como que no le había dado importancia.
Sí es cierto que hubo entrevista de Seso con Carranza; lo que sabemos lo sabemos por deposiciones y declaraciones.
Pedro de Cazalla, el cura de Pedrosa, leyó su declaración el 4 de mayo ante los inquisidores Vaca y Guijelmo; ordenadamente, el estar preso en la cárcel de Valladolid supongo le dio sosiego para proceder cuidadosamente.
Era amigo de Carlos de Seso desde hacía catorce años; en los últimos cuatro había tratado temas del dogma católico. Se vislumbra el pensamiento de Juan de Valdés, se intuye; relata una de las conclusiones doctrinales de Seso “me dijo el dicho D. Carlos que con ésta fe y crédito que de Dios habíamos de tener y confianza en la muerte de su hijo, no se podía compadecer el purgatorio porque de tal suerte habíamos de ser perdonados y reconciliados con Dios mediante la muerte de su hijo” ligeramente escandalizado; pero se “satisfació” al leer dos sermones de Carranza en Valladolid donde encontraba afinidades con “Il Beneficio de Cristo” fue a Valladolid a consultar a Carranza si debía denunciar a Seso a la inquisición; se vieron por única vez Seso, Carranza y Cazalla; el arzobispo iba a partir hacia Inglaterra, salió el 12 de julio de 1554.
Relata Cazalla la entrevista:
“Yo propuse lo que el mismo D. Carlos me había dicho y por los términos y palabras. El dicho D. Carlos dio al Sr. Arzobispo algunas razones, las cuales no le confutó el Sr. Arzobispo, antes se divirtieron en hablar de algunos doctores de Alemania. El Sr. Arzobispo me mandó no hablase más en el negocio ni de ello hiciese escrúpulo”.
La impresión que da, y se sostiene, es que Carranza creyó haber “enmendado un alma” y prefirió no hacer sangre enviando a la inquisición a quien creía preso de la ignorancia; prefirió el secreto de confesión a la delación, aunque en ninguna parte encuentro que hablaran en confesión, si la hubo no consta.
Cazalla insiste en que Carranza le disuadió de denunciar al Santo Oficio. Aunque deja patente su deseo de hacer responsable de su actitud al Arzobispo por sus actos apacigüadores.
El fiscal Ramírez estimó muy importantes las declaraciones de Cazalla, y formuló acusación formal contra él, deseando además obtener información más completa. A esto dedicó los interrogatorios de la mañana y la tarde del 5 de julio. Francisca de Zúñiga y Carlos de Seso ya habían sido examinados en ese momento.
Cuando comunicó a Carranza sus dudas respecto a D. Carlos de Seso, el mismo Carranza le escribió una carta para éste, que le dio a leer al mismo Cazalla, en la cual le indicaba que estaba preparando su viaje para Inglaterra y que convenía que con la mayor urgencia viniese a verle. “El dicho Don Carlos sacó un papel en el cual traía escritas ciertas razones y fundamentos en que se fundaba para decir que no había purgatorio; y que también dijo el dicho Don Carlos al Dicho Fray Bartolomé de Miranda que su intención era de creer que no había el dicho purgatorio para sí mismo, y que si podía creer aquello, que Dios le hacía aquella merced. Y que el dicho Fray Bartolomé de Miranda le dijo que Dios le podía hacer aquella merced de que para el no le hubiese…Don Carlos dijo también que se sometía a la corrección de la Santa Madre Iglesia de Roma, y el dicho arzobispo dijo que no se tratase más de ello y quedase allí sepultado. “
Da la impresión de que la bonhomía del Arzobispo dio por zanjado el tema, de paso que libraba a uno de la inquisición y le aclaraba los puntos dogmáticos: lo dio por un pecador llevado a la buena senda, y no más importancia; eso fue uno de sus errores. O no.
En la audiencia de la tarde, Cazalla puntualizó todavía algunas insignificancias: la reunión fue en la celda de Carranza, en el convento de San Pablo, y no se trató de otra materia, ni él se acuerda “de que doctores se trató, ni de lo que de acerca de ellos platicaron, ni de otra cosa alguna y que allí no nombraron hereje alguno, ni se trató entonces delante de éste confesante de opiniones algunas, porque entonces no estaba este confesante en disposición para ello”
El fiscal Ramírez quiso esclarecer la contradicción que aparecía entre la confesión escrita de Cazalla y su declaración oral: en la primera no queda reducido por los consejos de Carranza, en la segunda, si.
La explicación es lo que pensó de la misma, como pensara igualmente Carranza, es decir, que D. Carlos quedó convencido.
La clave de esta situación está en que si Carranza actúa como cura, no puede contar un secreto de confesión; hacerlo pasar por un trámite social mientras prepara su viaje a Inglaterra y ningunearle la importancia sacramental da más instrumentos para su proceso: el asunto era procesarlo.
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