jueves, 5 de agosto de 2010

Del diario de la Camarada Seminova

Cuando salí del gabinete del Dr. Freud, vi que el Español de aspecto raro -capitalista, pero raro- hablaba despidiéndose del camarada Uguin. Fue la única vez que vi a Uguin hablar al aire libre, hablar con alguien que no fuera del partido, y que éste continuara vivo su camino. No sé si con el tiempo me atreveré a preguntarle que pasó para que aquel siguiera tan tranquilamente su camino tras haberle visto el rostro, no siendo ni un agente, ni un miembro del comité. Hice la delación conforme obliga el reglamento, pero el propio Stalin me contestó diciéndome que “jamás vuelvas a poner en duda ninguno de los actos de mi amigo Lech” por lo cual tras hacerme la autocrítica a mí misma, me reeduqué un poco. Por quintuplicado. 

No hay comentarios: