lunes, 2 de agosto de 2010

Del diario de la Camarada Seminova

Cuando por la índole de mis estudios sobre biología científicia revolucionaria y la adecuada formación del nuevo hombre del socialismo indagaba sobre los estudios de los capitalistas para la opresión de los proletarios y la destrucción del medio ambiente, me facilitó mi camarada Lysenko unos estudios que estaban poniéndose de moda: decidí que algo podría salir de ahí. No esperaba tanto grandes proyectos como el cañón humeante de mi pistola, que suele ser un eficaz desinfectante de los miasmas contrarrevolucionarios, así que dado que el médico Vienés estaba en Londres, con el adecuado permiso por quintuplicado de mis superiores empecé a indagar con la intención de o bien liquidarlo, o bien hacerlo agente nuestro, o bien desactivarlo. Debo confesar que sigo pensando que lo mejor es descerrajarles dos tiros en la cabeza. Por quintuplicado.

Por iniciativa del camarada Uguin, y contra lo que eran mis deseos revolucionarios de acabar con los problemas desde su raíz con la aséptica técnica del Dr. Kalashnikov, mediante los sistemas de relación burgueses pedí una cita con el médico para indagarle a ver que se podía sacar. Como siempre, la intuición revolucionaria del camarada Uguin era acertada. No en vano estaba en contacto con el camarada Lysenko para la ejecución de esta misión. Sólo años después supe que él en persona fue el agente de incógnito que se encargó de mi protección personal en aquella acción.

Cuando el Vienés Freud, S. me hizo pasar a su gabinete despedía a un extraño Español que había estado hablando con él cuya decadencia era evidente en su aspecto; Freud para mi asombro le despidió dándole las gracias “sus indicaciones son muy valiosas y sugerentes para mi estudio, Sr. Dalí” le dijo. Cuando hubo salido el despreciable capitalista, me hizo pasar. Conversamos un largo rato: era un curioso elemento burgués que pedía la reeducación voluntariamente, a ser posible a guantazos, sollozaba, implorando que lo reeducara; a patadas: ¡como negarme! e incluso era benevolente a una temporada en el Gulag; sus teorías y estudios casi banales: no obstante por su inconsistencia y banalidad fueron, conforme me hizo ver claramente el camarada Uguin, la mejor de las armas para insertarnos en el capitalismo decadente y reaccionario para desde dentro y a largo plazo desactivar no sólo la decadente educación burguesa, sino al omnipresente enemigo clerical.

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