El impasible desierto no evita el rigor de ser atravesado: empieza cuaresma y prepara la travesía: nada del rigor sufrido evitará los nuevos rigores; el prepararse realmente no sirve para nada: lo que ha sucedido, volverá a suceder.
Los idus de marzo preparan la pascua; hay que frenar, entrar en soledad y ser lo suficientemente rigurosos para analizarse, conocer la causa del error; enmendarse o asumirlo, no engañarse a uno mismo y seguir adelante: los desiertos son muy frecuentes aunque no queramos asumirlo y habrá uno del que no regresaremos. Da más rigor la soledad que la flecha.
Mientras tanto preparemos la pascua y la resurrección; como manda la civilización, como enseña el Evangelio, de nuestros errores se sobrevive: de algunos en quietud, de otros en acción, de algunos hay que morir para poder resucitar: cada cual apañe su conciencia: llega la pascua.
Entremos pues en consideración propia, carguemos nuestra cruz y su impasibilidad, y a la vuelta de la pascua podremos seguir adelante.
2 comentarios:
Tú dirás que no eres creyente, pero lo disimulas muy bien. ;-)
Pero Crispal, lo de mantener que no es creyente es porque le gusta llevar la contraria, no porque lo sea. Le daría muchas lecciones sobre religiosidad a muchos –que se autodenominan– católicos que conozco.
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