Con las fallas en marzo se preludia el verano
(en el bar hay paella: echa el arroz a mano)
con piernas rotundas que desafían la noche,
y turgencias bambolean, apuntando a la luna feroz.
acabada la paella, siga la conversación:
nadie se despista, no quitan atención
del momento adecuado, y la cabeza girada
directamente al cielo: elevando la mirada
a los castillos en su definición armilar
del universo ensimismado, de la realidad celestial.
Con vestidos impecables y piernas ya a la vista
(vayámoslas contando: nunca se sabe cuantas)
y nalgas que exigen conjuros por dejar de mirarlas.
Pregona la noche los desprecios del día
y las copas vacían lo que la apariencia no decía:
babeantes los babosos, rijosos los lujurientos
Impecable La Galaxia ¡por favor! ¡un respeto!
que uno ya es de estirpe, que uno ya es certero,
y no dispara a lo que salga, que si apunta cae: cierto.
Que se elevan alto las fallas, las luces refulgen
y el cielo toma su forma con los castillos sinodales
en geometrías perfectas, de no ser por imposibles
y dotan al cielo de un rigor escénico: la forma del universo
está en un castillo, de noche, en Valencia;
con cáveas y túneles, gusanos e infiernos
a un ritmo anticuado: de los que se disfrutan de lejos.
Rigodones y valses: el jazz queda lejos
aunque el rock se insinúa en algunos momentos.
Y la gente camina, baila, bebe, y dispara
petardos, que son la gloria del perfume exhalado.
aunque los haya que no saben de petardos ni glorias
ni sepan la historia del rigor implantado
en muñecos efímeros de arte ensalzado
en rigores de fuego, en filigranas a mano
detalles divertidos, imposibles, deformados
arte en estado puro: el de verdad, no lo colegiado
a golpe de subvención, arte, del pueblo, humano
al son de las bandas:
(los músicos ya van borrachos)
y la huesa escondida en los muros colegiados.
La Virgen, como Dios manda, la noche la pasa al raso
como todos los valencianos (algunos un poco más borrachos)
y las falleras le ofrendan: precioso, dicho sea de paso.
La gente pasa, vive se alegra:
es la consagración de la solidez fallera.
es la condición del ser en la tierra, de la obra y faena
del esfuerzo de bandas, cohetes y falleros.
De siglos de alarde, de alegría plena
y ahora callemos: habla la fallera:
Silencio rotundo: la mascletá empieza.
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