Necesitamos que haya tensión, confesó José Luis Rodríguez “El puma” y dijo la clave de la satrapía actual. Otra cosa no habrá, pero está todo lleno de confusión, que es el arma del diablo, y amargura.
Es una muestra palpable de los subproductos de la progrez: en sí mismo, “El Puma” es el compendio de los manuales de autoayuda, alguna guía del horóscopo y un manual de vendedores de seguros a domicilio: la sonrisa permanente, la tibieza como forma radical y el vaginismo como actitud firme: es decir, la sumisión cabestra a cualquier oleada de moda y la estupidez de baile de fin de curso en una escuela americana en una película mala.
Es un imbécil; pero la gente le ha votado, o eso creen: tal y como se desarrollan las cosas, cada vez se me certifica más que los resultados de las elecciones se pactan antes de convocarlas. Tiene su virtud esta deplorable época: ahora el que no quiere ver, no ve y se pone en evidencia quien es un sectario guiado por la envidia y quien anda subsumido en la confusión por el desencanto y la oleada de relativismo.
Pero hay confusión, que es el arma del diablo; sin aguzar la perspicacia hemos visto como en Venezuela, en quince años de ser un sitio referente para poder emigrar se ha ido a la mierda por todas partes en nombre del comunismo; la gente es pobre: lo vemos en Venezuela, no lo vemos en España, pero está sucediendo, y quizá algunos tengamos la piel más fina porque sí notamos el hervor de la prueba de la rana.
La luz cegaría a toda la satrapía: han hecho de la configuración del estado un modelo sacrosantificado, obviando la nación y a las personas: nunca hablan de España, si no del estado: el estado es la forma burocrática de articular una nación; F.González articuló una forma perversa y clientelar de burocracia, con mucha creatividad: copiando la 2ª república francesa; y en vez de pararse, reflexionar y romper con esos constructos de artificio vacuos y caros, se profundiza en esa memez hasta habernos hincado en la profundidad y anclado a la pobreza: ninguno dirá de cambiar el sistema, que es lo que hace falta.
Cuando acabé la carrera, me fui al bar del barrio, por la mañana y me tomé un cubalibre: había otro chaval tomándose un cubalibre; dado el momento fluyó la conversación; él también había acabado la carrera ese día.
Aquel cubalibre costó trece pesetas.
Hace dos semanas, y años después coincidimos en la barra de otro bar del barrio; él está calvo, pero nos reconocimos, nos reímos un rato y repasamos: pedimos dos cubatas. Ahora son más baratos que el año pasado, cinco euros, todos aprestan precios para poder subsistir.
Hace dos años eran a doce euros.
Hubo un cálculo a grosso modo en esa conversación: de entonces ahora, la educación es un paramo de estupidez, la sanidad da miedo, realmente ineficaz burda y mala, la administración judicial es mala y arbitraria, no existe la defensa de España ni la seguridad ciudadana, entonces ¿en que se ha usado la diferencia entre trece pesetas y quince euros? la tomadura de pelo se ve en cualquier análisis; conformado el sistema educativo como un medio de estabulación, los que ahora aprueban mor de partidismo las oposiciones a enseñanza alardean públicamente de escribir con faltas de ortografía, pero eso si, son políticamente correctos hasta vomitar. Pero totalmente incultos: de ese modo se garantiza que el nivel de educación no llegue a los mínimos y se consigue esclavizar a la gente: lo que tanto denunciaba la izquierda de obreros incultos interesan al capital, ahora lo promueven porque les beneficia; y funciona; deplorablemente además obedecen a consignas y aunque no saben argumentar en defensa de lo que dicen, usan el insulto y se quedan tan orondos: la estupidez es ley, pongámonos a cubierto.
Hay una asociación de gandules, haraganes e ineptos conocida como “los de la ceja” que se empeñan en que les subvencionemos a ellos como líderes de las masas. Dado que ninguno ha triunfado en nada, debemos pagarles la vidorra que creen que merecen, y subvencionar su fracaso (¿porqué nadie quiere subvencionar el mío?) ninguno de esos cantantes ha dejado de soñar en ser de mayor Julio Iglesias; ninguna de esas actrizuelas deja de pensar en ser Camerón Díaz, y como no han dado el nivel, los denigran, porque no llegan a ese nivel; y se consideran lo suficientemente líderes como para adoctrinar a “las masas” y hay quien les cree: Primero uno triunfa, y luego ya se calla, pero si tu éxito depende del sátrapa de turno, es lo de la clasificación leninista de la sociedad, donde sólo podían escribir poesías los que tenían carnet de poeta del partido: los demás eran encarcelados si se les pillaba. Menudos bodrios, madre mía.
Pues en ello andamos: nadie aclara nada, nadie dice nada, todo se reprocha pero nadie da una verdad ni loco: la confusión es el arma del diablo aunque la satrapía política cree que ellos la dominan.
Así no llegaremos nunca a la nada; estamos por debajo.
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