Por toda la sociedad se trasluce una unidad sagrada: la historia empieza con la algarabía gabacha; lo que llaman revolución, para otorgarle un rango que no merece pero que lo necesitan para justificar el neomalthusianismo que es la esencia de la progrez, resumido en su gran propuesta científica: el fin del mundo está cerca: ¡arrepentíos! de este modo se obvia la esencia de toda la historia, elaborándola a partir de un momento deplorable, pero que interesa porque al vincularlo al cientifismo da una capacidad de encajonamiento y clasificación que llaman estructura: y todo lo que de ahí viene, viene mal, encaja peor y estropea todo: de todas formas se persiste en el error, porque el referente es ese, y no hay mas.
Así, elaboraron una declaración de derechos humanos, para preservar los derechos de los esclavistas frente a los esclavos, y de paso ningunear los diez mandamientos, y encima lo elevan a los altares del gran sanedrín: la ONU como gran referente de la verdad, así despreciamos al Vaticano. El asunto no es de fe, sino de la necesidad de los débiles mentales de actuar siempre frente a algo, la necesidad de un enemigo para justificar sus actos, porque su inseguridad y maldad necesita siempre justificación: son incapaces de nada porque ´si, todo es por algo, a ser posible, anti: así, justifican cualquier aberración. La que sea.
Y al manejar el dinero del estado, crean lo que para tal memez necesitan: enormes aparatos de propaganda, desde la escuela hasta el último día la gente debe ser controlada en todos sus actos y pasiones, y deben ser “guiados” porque ellos son los elegidos. Enormes aparatos de propaganda que simplemente justifican teóricamente con consideraciones febles cualquier crimen: pregúntese en cualquier universidad española por el genocida Castro; a ver que os oís.
De este modo han defenestrado toda la edad media, han modificado la concepción de la edad moderna, han denigrado a Roma y se quedan tan orondos: el esplendor de Roma no vale, el esplendor es Nueva York, donde todos se ven como los triunfadores que se adueñan de la ciudad, de mayor quieren ser Frank Sinatra.
Así ahora todo el referente político más lejano va a la gabachez; nada de ir a Roma, a los treinta tiranos, a Esparta o donde sea; y hasta tal punto están apropiados de tal paranoia delirante que en la universidad de Valencia se estudia la lucha de clases en el neolítico: y el rector no va a la cárcel.
En Roma los llamados esclavos son el equivalente a lo que ahora llaman “trabajadores y trabajadoras” sólo que con una diferencia: se trabajaba hasta el medio día; luego cada cual a sus cosas: quien arreglaba zapatos, o carros, o hacía cosas, acababa siendo un liberto (o sea, burgués) y viviendo de su trabajo y asentándose en sociedad como individuo; los otros pertenecían a una familia, como quien pertenece a un partido, sindicato o asociación. Seguro que había quien se pasaba la tarde en las tabernae, la condición humana no la hemos inventado.
En la edad media ¡pagaban el diezmo! Dios mío, les obligaban a pagar el diezmo. A ver quien no firma pagar sólo el diez por ciento de lo ganado como impuestos, y a cambio además un trato más humano y justo que ahora.
Ahora con tristeza veo como ponen de referente de gestión política lo “liberal” entendiéndose esto no en su acepción castellana sino conforme al criterio político de USA: un país que tiene doscientos años, de origen puritano calvinista y que no es ejemplo de nada más que de poder.
Si se miraran en los ciudadanos romanos nacidos en tierra de Hispania, mejoraría la cosa: véase Trajano, Adriano…pero no: en teoría política te nombrarán cualquier memez de un quinta fila de USA, nadie sabe que hizo Adriano, aunque las mujeres dicen que tiene mucha sensibilidad porque les han dicho que era maricón y hay una novela de una mujer, que, por supuesto, no han leído.
Y así negando la propia historia no se evoluciona sino que se vende el alma al enemigo para que haga con ella lo que quiera, y la gente sigue la moda: son la chica yeye y además se lo creen, pero sólo que además, no saben ni leer, ni escribir.
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