La nueva ley del suicidio va por buen camino: la anterior ministra de sanidad, Salgado o Salgada, la ha definido como una necesidad real de la sociedad; por su parte, la Pajín ha garantizado la cobertura necesaria de su ministerio; la Aído (¿ande?) ha creado un comité que ha redactado uno de los puntos de la ley: está bien que hayan regulado el suicido, pero era necesario también que un comité de expertos científicos decidiera sobre quien y quien no puede o debe suicidarse: en eso, ha sido providencial la colaboración de las tres.
Y así todos contentos.
1 comentario:
Según he oído, en la pérfida Albión, el suicidio todavía puede perseguirse penalmente. Es decir, aquel que, desesperado en negro túnel y noche oscura del alma se arroje desde el puente sobre el Támesis, si resulta que sobrevive le esperan:
-La radical condena, escupitajo y desprecio del orbe todo.
- La cárcel por un taco de años, con medidas que, para evitar que vuelva a "escaquearse de la fiesta", le reducirán a la condición de puro trozo de carne.
Oh, viva la vida!
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