jueves, 28 de octubre de 2010

Scripta manent

Llevo una particular cruzada contra la gente que escribe mal: por moderno que sea, no lo soporto. Y cuando les recrimino, siempre reaccionan atacando, al punto de que pierden los nervios: producto de la carencia absoluta de educación, ninguno ha utilizado el argumento que me habría desmontado todo el constructo: el habla la hacen los hablantes, tal cual el conocimiento enseña y la historia manda; pues nadie me lo ha dicho, todos reaccionan con virulencia. Esto es porque se saben culpables y desconocen todo sobre cualquier idioma, lengüaje y formas de comunicación: el hablar mal sólo es un problema de indigencia y gandulismo; elevar eso a categoría es sublimar la soberbia; pero no es baladí: el desconocimiento del lengüaje los hace seriamente incultos, seriamente deficientes de conocimiento, seriamente abandonados a un estereotipo que les acompañará en su propia cabeza toda su vida: se condenan ellos solos al aburrimiento.

Han interiorizado tanto la domesticación a la que les somete el sistema que consideran que el habla es la propia de la tierra, desconocen cualquier sesgo de conocimiento de la cultura, y asocian territorio a idioma, del mismo modo que nunca reaccionan bien a mis reproches porque lo que les han subsumido en el sistema educativo es que el idioma es que el poder diga, y además es vertical e impuesto de arriba abajo, tal cual sucede en España: de ese modo, hablan como les dice el poder que lo hagan, y consideran que lo que les dictan que hay que hablar es lo que han de decir, y tal y como les digan: así el batua nueva guinea que han instituido en toda España por regiones acaba siendo un dogma de fe para toda esa gente; asociar territorio a habla es perder la identidad las personas, y no la tienen, ni lengua, ni criterio, ni desarrollo ni capacidad creativa ninguna.

Es lo que hay.

1 comentario:

Vanbrugh dijo...

Es aún más grave que como lo pintas, Ignacio:el idioma no es solo un medio de comunicación y de expresión; antes que eso, y sobre todo, es el instrumento y el medio con que se piensa. Un idioma pobre, deficiente y mal usado produce ideas pobres, deficientes y a medias. No es posible pensar bien sin un buen uso del lenguaje. Los que hablan en ese batua que dices, piensan también en él. Y así les sale.