miércoles, 17 de noviembre de 2010

Odiando las comparaciones

Todo sabemos de la inmarcesible capacidad de ignorancia de la Pajín; pero nada se habla del Efebo de Rajoy, aquel niñato que lo pillaron conduciendo borracho y dijo que es que el había comprendido que debía dar ejemplo a la juventud, como si fuera alguien admirable, o algún líder carismático o alguien importante:  un cretino, vamos.

Todos sabemos ya con rotunda certeza que Pepiño el de los palotes es un tonto de baba venido a más, y engolado de sí mismo;  a nadie sorprende: nada se habla del petimetre, cursi ,inculto y repipi en general de González Pons de belleza en siete días ni de su reconocida absoluta falta de luces y fe ciega en que las cosas las sabe el y nadie mas; el mundo lo inaugura él, que está encantado de haberse conocido a sí mismo, y se considera incluso más aún, en su humildad.

Es proverbial ya que la Aído (¿ande?) es una tontaina, muñequita de la mamá modelo Stacy malibú progre, o sea; una proyección de la neurastenia de la mama, te lo juro tía; preo nada se dice de la cursilada repipi de la tal Soraya, tan buena chica de colegio y tan amiga del otro en los pasillos porque al fin y al cabo “son compañeros” y ansía la paz y se ve ganadora del concurso de miss mundo, como ella merece, porque yo lo valgo.

De todos está a la vista la incapacidad cerebral absoluta de José Luis Rodríguez “El puma” que como todos lo esconde en la progrez y en el alambicar las cosas con palabras sin sentido, frases sin significado y muchos adjetivos que nada dicen, pero nadie dice nada de la absoluta inopia cerebral que desgrana en cada silencio, gesto, o desvarío de la mirada Rajoy, ese adalid de la hiperactividad y patrón de la tibieza hasta vomitar todo el mundo y no sólo la bestia: de tan tibio, le ha salvado los papeles al puma cada vez que lo ha necesitado. De tan tibio, ni siquiera sabe como se llama.

Es evidente que es un baile, un rigodón para un escenario imaginado en el cual todos bailan su realidad inventada con una paranoia compartida y en ella quieren instalar la realidad; comprando los sistemas de comunicación quieren imponer la realidad  creyendo que por persistencia hasta el aburrimiento la gente acabará dándoles la razón.

Me gusta que exista intereco, dan una perspectiva que limpia el aburrimiento al que somete la progrez absolutamente todo; no por ello deja de ser una empresa, con sus objetivos, intereses y estrategias; y ni es censurable por una cosa ni por la otra: lamentablemente, la pujanza de intereco ha evidenciado lo feble del proyecto de libertad digital, que se ha quedado en mantillas a su lento caminar al lado de la explosión que ha sido intereco: esperemos que aprendan, también es divertido a veces ese grupo y también dan color al panorama progre, y también son una empresa o comunidad de intereses, con sus objetivos, estrategias y demás, los consigan o no.

Pero de todo lo que hablamos es de la perpetuación del movimiento nacional, tal cual dijo Franco, atado y bien atado, con dos partidos únicos en vez de uno, y mucho más cínicos y perversos; con dos sindicatos verticales en vez de uno, y mucho más degenerados y fascistas, con muchos medios de comunicación, todos a una mirando a otro lado sin defender la capacidad de libertad de la red, todos a una: el movimiento nacional, persiste perversamente, renovado en una nueva versión, cínica, cruel, malvada y degradada; esto es el final del franquismo, esto, incluyendo lo que llamaron transición, es un momento franquista, que va exacerbando su perversión hasta lo infinito y degenerando: de todo lo que acusan sin saber lo que dicen al franquismo, lo hacen ellos, corregido, y ampliado; y la corrección política sólo es la hipocresía elevada a rango de norma, y en ello estamos.

O cambiamos el sistema, o acaba con nosotros, no se trata ya de tonterías ni gestos, aquí hay que acabar con todo lo que ha hecho la progrez, incluido ellos, con hogueras; y la manera más civilizada de hacerlo será acabar con todos y cada uno de ellos mediante la proliferación indiscriminada de multitudes furiosas con palos y antorchas.

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