lunes, 25 de agosto de 2008

La luz del pasado

La incidencia de la luz crea líneas definidas en los edificios; maneja las distancias en abierto y revienta la cabeza con su claridad. En España la luz es definitiva: de la configuración de la relación con el medio de la sociedad y de la historia.

No es casual muchas de las cosas que pasan aquí, porque sólo pasan aquí: ningún país del mundo tiene tanta calidad literaria, ni muchísimo menos pictórica. De la literatura se hablará o no otro día, pero de la pintura hay una clave: ningún país del mundo tiene tanta calidad de pintores ni cantidad como España: es por la percepción, es por la luz. España es el sitio de los pintores, y también de los ciegos: esta luz intensa que no se percibe así en ningún lugar del mundo da pintores excelsos; da enormes cantidades de ciegos.

Toda esta tradición habida se pierde: disuelta la tradición en el magma socialdemócrata, se tiende a la igualación: se iguala todo por abajo de manera que no hay pintores ya en España dignos del pasado; la arquitectura nacional es algo deplorable, la escultura no existe y cualquier día de estos las Inmaculadas de Murillo o el Cristo de Velazquez y el de Dalí se hacen a un lado por no ser políticamente correctos. Eso si: babean los vividores del cuento a cuenta de cualquier estupidez, siempre que suceda en Nueva York o Paris, esa famosa ciudad que nunca dió nada a la humanidad que no fueran disgustos y problemas.

3 comentarios:

o s a k a dijo...

siempre podremos admirar la genialidad de los españoles en la National Gallery de Londres, o en los pasillos eternos del Louvre

al final nos vendrá bien y todo que ingleses y franceses sean piratas...

n a c o
grumeteababor

Interruptor dijo...

No, nuestra luz no da inmensas cantidades de ciegos. Ojalá fuese así, que los ciegos ven de otras maneras. Agudizan otros sentidos, entre ellos el común, y perciben más de lo que la vista nos da.

El problema es que, encandilados con la hermosura de la luz nacional (que no nacionalista, la luz no es tan necia), los oriundos de esta tierra buscan admirar cuadros y fotos que inspiren su imaginación. Entonces llegan los Pepiños con cuadros de palotes, Zapateros que pintan cuadros de la Vega, Sorayitas que pintan Arenas andaluzas, Yusepes Yuises que pintan la mona y Artur que pinta Mas, y Gallardones que no pintan la Esperanza, y la luz embelesadora de los cuadros neoprogres que dominan el “arte” nacional y nacionalista (que los artistas sí son ‘asín’ de necios) desmaya las mentes de los votantes que acuden a las urnas en estado de éxtasis pictórico y votan al necio que pinta más hermoso el paisaje patrio.

¡Ojalá fueran ciegos! ¡Ojalá!


Meduelelaneoprogresía.

o s a k a dijo...

son profetas ciegos, pero no tengo claro que sea por la luz de nuesras tierra, sino por la oscuridad de sus entrañas

n a c o
nadanuevobajoelsol

(amanece)