En la habitación china el que está se dedica a procesar información sin comprender su significado; se nos ha llenado la realidad de cuartos chinos y ninguna humildad, y así se oye lo que se oye.
Conforme se eleva el nivel de ignorancia e inmadurez individual, la soberbia crece, y sirve más la etiqueta que su significado: todos creen ser iguales o mejores que el otro: aunque es evidente la fatal torpeza de zp o Rajoy, ninguno hacemos evidente que los que mandan son ellos; sin ninguna humildad todos los juzgamos y condenamos: no me vale que eso forma parte del juego, o que se han prestado al juego; no hablo de ellos ni del perverso sistema sátrapa, hablo de mi, de vosotros.
En poca medida, además de padecer este horrible momento de la historia, tenemos los datos suficientes como para valorarlo, podemos percibir su aroma y lo que se intuye y aberrarnos, pero el montante total de datos los dará la historia: datos, casualidades, coincidencias, caos y desastre, todo será analizado; pero no podemos ver la totalidad desde el agujero: por nuestra propia incompletitud, por que seguimos vivos mientras sucede: las cosas cuando son lo son al recuerdo y no en la inmediatez.
Porque como somos cultura nos define más las carencias que las certezas, eso debería llevarnos a la humildad, y en demasiados casos a la humillación.
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