martes, 19 de enero de 2010

Manejan muy bien los tiempos

Agotada toda murga; inútil toda definición: la única motivación política hoy en el mundo es obtener el poder, y perpetuarse en él: sálgame yo con la mía, a cualquier precio: véase el triste caso de Venezuela con un bananero cuya aspiración secreta es ser miss mundo; véase ahora la virulencia demagógica de todo lo adscrito al izquierdosismo buenrollista: menuda murga van a montar con la vuelta de la derecha a Chile.

Pero tan sólo es el poder, las formas de acceso dan igual, la propaganda hace el resto: véase al Obama, que ya no sabe ni para donde pegar: pero tiene el poder.

Véase zp, embarcado en un gobierno muy propio de una socialdemocracia avanzada, pero del siglo XIX: tiene el poder, lo demás, da igual.

En esa configuración política, es comprensible la estrategia de Rajoy: para algo es el sátrapa por la parte del pp. Asume el rollo de ir de guais de toda la vida, asume el vergonzante derrotismo de la derecha hispana, asume la sumisión a lo políticamente correcto, y asumirá dos huevos duros: tan sólo va al poder.

Por eso no tendrá nunca el poder, y es más que posible que el pp pase a la historia, como la ucd.

La estrategia es más que evidente, descarada: en todos los puestos autonómicos coloca a alguien “de los suyos” y deja actuar como en reinos de taifas: así le va. Sólo da las “grandes directrices” y pensando en que Aznar tuvo que pactar con ciu, prepara preventivamente el pacto de sumisión: de ese modo, consciente e inconscientemente refuerza a ciu en Barcelona, dando ya las directrices “para que no se enfaden” y entrando al buenrollismo catalanoide que tanto aburre, pero que Camps en Valencia acata, que en Baleares acatan, que ¡en Zaragoza! quiere hacer como que no ve.

Se prepara el pacto que va a hacer cuando gane las elecciones: siendo esos preparativos la mejor arma para perder las elecciones. Porque prepara desde el entreguismo y sumisión, y no pensando en la gente que le debe votar.

Porque la derecha existe, sin más condicionantes que son claros, y desde luego las batallas ideológicas no son su fuerte: el pp, ni entra; los progubernamentales sólo descalifican, insultan, y si acaso matan: pero como la red es de las personas y hablan en su nombre por sí mismos, la derecha tiene una voz poderosa por toda la red que la propaganda no puede desactivar: esa y no otra es la razón de que quieran cerrarnos a algunos blogs; esa es la razón para la aquiescencia del pp: lo que menos le interesa al pp es que la gente de derechas lo sea: pero lo son, y como va en contra de sus ideas en busca de un poder pactado que jamás alcanzará, ni tendrá poder, ni votantes, ni la gente de derechas seguirá confiando en esa cuadrilla: porque más que un comité central, un órgano de pensamiento o una junta política son una cuadrilla.

Buscan que las personas dejen de serlo y se conviertan, por la propaganda, en hooligans, como los del futbol: con su equipo, a muerte, negándoles hasta el derecho a pensar por sí mismos: no creo que siga funcionando mucho eso.

No sé de que manera pero algún partido de derechas aparecerá en España, que dará la batalla en rigor y que aglutinará tanto disperso y desencantado con la socialdemocracia tiránica actual: mientras tanto, cualquier cosa que conduzca a la confusión intentarán jalearla y alentarla, para que no se vea que aunque pongan bombos y platillos, detrás, no hay nada.

9 comentarios:

pcbcarp dijo...

Aparecerá, no un partido nuevo, supongo, sino otro Aznar aunque de otra manera, y entonces volverá el PP a ganar las elecciones hasta que vuelva el PSOE. Es de lo que se trata.

Al fin y al cabo, el paradigma del político español lo tenemos en Aznar, hizo lo que todos; pero de forma coherente y sin complejos; esto es: usar su paso por el poder para labrarse un porvenir.

Conrad López dijo...

Ignacio, el problema es el sistema. Asumir las categorías prestablecidas es el primer paso necesario para perpetuarlo, y el paradigma izquierda/derecha sigue siendo una de esas categorías. Por mucho que sea una división artificial y, por tanto, equivocada.

Pablo Otero dijo...

Como te sigo la pista desde hace tiempo, sé a qué te refieres con "derecha". Es economía del lenguaje y no vale la pena poner apellidos en esta queja en concreto -que por cierto, suscribo-.

Esto lo digo en relación al comentario de Seneka, a quien no le falta razón cuando dice que el problema no está en la falta de derecha, sino en el sistema, que tal como está construido, propicia el actual estado de las cosas.

La transferencia ilimitada de competencias, la educación como piara de cerdos, el poner cara de idiota y sonreir frente a las cosas más espantosas,... todo es una gran bola que muchos vemos cómo se hincha.

Frente a esto no existe una salida, una respuesta organizada que propugne una alternativa.

Quienes son capaces de organizar esa respuesta, prefieren elevarse en ínfulas personales y de conservación de un discurso supuestamente purista, que, por minotitario, es inútil. Y a veces friki.

Un saludo.

Conrad López dijo...

Pablo: estando muy de acuerdo con tus palabras, no acabo de entender a quienes te refieres cuando dices:

"Quienes son capaces de organizar esa respuesta, prefieren elevarse en ínfulas personales y de conservación de un discurso supuestamente purista, que, por minotitario, es inútil. Y a veces friki."

Ni tambpoco en qué pueda consistir esa respuesta. Que, al final, es la madre del cordero.

Un saludo.

o s a k a dijo...

España desaparecerá y nosotros antes que ella. Como todo proyecto humano, tendrá su fin. Ahora bien, y permítame que sea un poco malo: es lícito preguntarse qué tipo de proyecto es el español. Y los hechos nos dan la respuesta:

Un proyecto relativista de desintegración, de desunión, de desconfiguración y reconfiguración a la medida de las clases tele-dirigentes, un proyecto de desnaturalización de las esencias que nos permitirían -sobradamente- ser una de las potencias del mundo.

Esperemos que, como dice Ignacio, sea ése el proyecto que encuentre su fin y se lleve al sistema con él. Nos va la vida en ello.

n a c o
yomentiendo

Pablo Otero dijo...

Seneka:

Me refiero a quienes criticamos la actual situación como conjunto de personas no organizadas. Es una costumbre muy española "arreglar el país" tomando un café.

Entre quienes más criticamos este zeitgeist, creo ver dos tendencias -amplias y heterogéneas, pero distinguibles-, tendencias que difieren en el papel del Estado.

Hay gente que en internet parece muy radical en sus planteamientos, y el día de mañana, irán a votar al PP porque es "lo menos malo". Si algo ha demostrado el PP en los últimos años, es que es igual de malo que el PSOE.

La alternativa no es entre PP y PSOE, sino entre PPSOE y "otra cosa". Esa "otra cosa" es lo que nos falta.

Esa "otra cosa" no es hablar del salario mínimo, de la inmigración o de los impuestos -debates necesarios pero secundarios-, sino de adónde vamos como país.

Esa "otra cosa" no está en aludir constantemente a la nostalgia -tema más histórico que político-, sino en asumir los cambios, analizar las posiciones propias y ver cómo casan en el contexto actual.

Por frikis me refiero -por ejemplo- a la gente de "Por un mundo más justo" e incluso el SAIn. Personas que creen ayudar a alguien propugnando más socialismo.

Un saludo.

Conrad López dijo...

Entiendo.

Pero no lo comparto en la parte que tiene de "fondo mesiánico" (perdona que utilice estas palabras, no pretendo ser para nada ofensivo). Porque la "salvación" nunca estará (no puede estarlo) en un partido político. Puede llegar a existir un partido político que sea alternativa a los dos del pesebre, pero si es con las reglas del sistema, no será más que un remedo de los ya existentes (esto es como la película aquella de Wilder: "a ninguno de los otros").

Vuelvo a insistir: el problema es el sistema, y el sistema se puede cambiar desde múltiples instancias, no sólo con la intervención directa en las cortes. Por lo demás, un partido político es, por definición, artificial y excluyente.

Hay que aprender a hacer las cosas de otra manera, y a utilizar la herramienta de los partidos políticos de otra manera.

Un saludo.

Pablo Otero dijo...

Para ir anotando conclusiones:

-Es necesario cambiar el sistema.

-Para ello es necesario cambiar los componentes del sistema -empezando por los partidos políticos que son "cajones" institucionalizados-.

Cambiar el sistema implica tener un sistema alternativo. Aquí aparece el problema. Todos coincidimos en el diagnóstico pero no tanto en la prescripción.

Esto es como aquello que decían en la guerra civil: ¿primero la revolución y después la guerra o primero la guerra y después la revolución?

Es decir, ¿hacia dónde queremos ir?

Yo creo que el sistema se cambia desde dentro, y para eso es necesario usar los medios disponibles dentro del marco legal actual. El problema surgirá cuando por el camino esa regeneración se institucionalice debido a narcisismos y aldeanismos varios.

Evitar eso implica encontrar a gente capaz de dar sin esperar a recibir.

Complicado.

Conrad López dijo...

Las estructuras sólo se pueden cambiar a partir de las ya existentes, está claro. ¿Es lo mismo eso que cambiar el sistema desde dentro? Entiendo que no, porque el "desde dentro" implica (o así lo veo) asumir los principios ideológicos, jurídicos y administrativos que lo sostienen, y que son intrínsecamente injustos y, en muchos casos, perversos.

La revolución no es aceptable, porque no da opción a "sanar" los errores, sino que pretende sustituir con más o menos brusquedad un estado de cosas por otro sin atender a las quiebras sociales y personales que por el camino se dan. Además, el sistema actual no es más que un resultado de la revolución. Para un tradicionalista esto está muy claro: frente a la revolución, redención.

Plantearse en este momento el "sistema objetivo" como un "target" con honestidad es una pura utopía, revolucionaria en si misma. Lo importante son los principios a que deben atender los cambios que se deben ir operando en la sociedad y sus instituciones de gobierno. Ni que decir tiene, los principios que yo defiendo son los de la sana doctrina cristiana, avalados por la Tradición, custodiados y enseñados por el Magisterio, y maravillosamente expuestos en la Doctrina Social de la Iglesia.

Difícil, si. Y, por supuesto, implica (como tú mismo indicas) un espíritu vocacional encomiable. Pero es que ese es el quid de toda la cuestión: no es posible sanar el sistema si la gente no sana al tiempo.

Un saludo.