jueves, 2 de febrero de 2012

La sonrisa del gato de Schrödinger

Empezaron en los 70 las mujeres a llevar pantalones; más jóvenes y atrevidas al principio, que fueron denostadas, hasta que vía el nodo se difundió y todas lo hicieron; luego vino la minifalda y el bikini y todo eso: lo recuerdo, como recuerdo cuando con gran escándalo empezó a contarse que fulanita la hija de…se “había ido a vivir” con uno; fueron muy pocas: los casos que conozco acabaron mal, casándose ellas luego por la iglesia con otros y les da vergüenza recordar aquello; pero me gustaba: no hay porqué transigir con la tradición ni imponerla; no hay porqué obligar a nadie a casarse: era una manera de salir del sistema, de no ser convencional: ahora, lo que se pretende es hacer convencional todo lo que se pretendía que no lo fuera, se abunda en la confusión: no es una redundancia que asimila el sistema, se pretende que el sistema se adecúe a lo desviado para hacerlo la norma y convertir la boda en la excepción: no es ningún problema, una boda es un acto espiritual, fallido a veces por humano, pero no es burocrático; prefiero no caer en manos de la burocracia: si nadie ha de decidir sobre mi sentimiento, tampoco le daré esa baza al estado: la paradoja va rodando.

Con un amigo sacerdote hablábamos, año 99, de que habría que considerar una forma fiscal especial, o de alguna manera; veíamos y teníamos cerca dos casos temibles: la hermana de un profesor universitario, la hermana de un cura: ambos habían fallecido, las hermanas, que habían sido la pareja real en la vida de ellos, se quedaban totalmente desamparadas: ese es el problema a atajar, no el imponer que las formas de convivencia o sentimentalidad las imponga el sistema, sino que el sistema se adecue a la necesidad de la gente: de la sexualidad, o falta de ella, de la gente no es tema ni que me interese, ni que sea yo quien deba imponer mi norma a nadie; pero no podemos dejar a nadie desamparado o al albur de los tiempos, sean los que sean.

También tengo la opción de no querer que el sistema sepa nada de mi sentimentalidad: con que lo sepa la interesada, y yo, me temo que tengo bastante ¿huyo de la iglesia para caer en las manos del estado? triste abandono.

No haré chistes, porque es sangrante: los notarios casaban a las parejas con el banco mediante la hipoteca, ahora completarán el círculo: es de risa.

El gato de Schrödinger en su caja está vivo y muerto a la vez; de paso, está muerto de risa, porque todas las relaciones humanas ahora son mediatizadas y tasadas, consumadas y consumidas, ejecutadas y presentes cuando lo son para el estado: y la gente le parece eso progresar, tener hasta su intimidad en manos de cualquier burócrata.

La caja del gato de Schrödinger está en Cheshire.

1 comentario:

Anónimo dijo...

la posibilidad de que hayan varios caminos sólo te obliga a elegir uno de ellos. Si solo existe uno, puede aparecer o desaparecero incluso estar poco claro. Depende de que el gato de Cheshire aparezca en el momento adecuado para despejar tu incógnita