jueves, 13 de septiembre de 2012

Lentamente se adentra el otoño

Swift ante el problema de superpoblación por el cual todos los hospicios estaban llenos, dio con la solución: cocinemos y comamos a los niños. Nadie se espantó: en el mismo enunciado de la proposición hay tanto espanto que induce al humor. En tal salida ante un problema real, De Quincey elaboró El asesinato concebido como una de las bellas artes, en la cual da la clave de demasiadas situaciones:

Si uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le da importancia a robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente. Una vez que empieza uno a deslizarse cuesta abajo ya no sabe dónde podrá detenerse. La ruina de muchos comenzó con un pequeño asesinato al que no dieron importancia en su momento.

Era el momento de expansión del horror de la revolución industrial, Dickens y la ginebra, y a pesar del hambre real que sufría la gente es cuando se crean y asientan las grandes fortunas, nace el anarquismo y pulula por ahí una buena nómina de vividores: Marx, Malthus….y cuando nacen realmente los males económicos de nuestro tiempo, que los sociales venían de 1789 cuando en nombre de la fraternidad, la igualdad, la equidad, la legalidad, el buen rollo el talante y la paz, apiolaron ajusticiando en guillotinas a todo aquello que se les ocurría: revolucionariamente acabaron con el viejo orden (¡por Dior! que orden tan viejo, no me queda nada bien, tía te lo juro) y comenzaron la democracia que consiste en cambiar a la familia real legítima por un emperador sombrío: como en Rusia, que cambiaron a tan bonita familia real por un siniestro Putin, o en Corea, que han cambiado la monarquía por la dictadura del pueblo, del pueblo en el que nació el abuelo del de ahora, que el comunismo se perpetúa por familias, como en Cuba.

El envilecimiento social de este momento en España no es menor al que percibimos de aquel momento por la literatura; y por mucho que se silencien noticias es tanta vileza, impudicia, desdoro y maldad la que campa que todos nos vemos afectados.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Chronos sigue comiéndose a sus niños

Váitovek dijo...

Ah, casi...creía que por fin pasabas de Jeremías y te tirabas a la sátira como Swift o de Quincey, pero no del todo. (Lástima.Es tu mejor talento, como acabas de demostrar con lo de "Por Dior! Que Orden tan viejo!,etc." Buenísimo.)
Vuelve... abandona a Jeremías y a Savonarola...te esperamos...

Ignacio dijo...

Oído barra.

Isa Garmendia dijo...

Otoño que sazona creciendo: no caen las hojas, se desmayan de gusto.

Isa Garmendia dijo...

Sabine: Cronos ya no se come a sus hijos, los abandona y se mueren de inanición.