martes, 25 de octubre de 2011

Ciberguerra

Colaron en los presupuestos del estado una ley para amordazar blogs con el aplauso de los autonominados “sector de internet” que luego han reculado, sin gracia ni acierto: en lo que no han reculado es en su filiación con los partidos totalitarios; cierran el acceso a éste blog en la Universidad de Valencia, no sé la acusación: pero me hace realmente gracia, estoy censurado por mi universidad, la misma que aplaude a asesinos etarras con el beneplácito del rector y el decano de mi facultad: son los adalides de la progrez y la libertad; y dos huevos duros.

Cobran indecentemente por el uso de teléfonos; censuran si pueden el acceso a las aplicaciones de ordenador que permiten la comunicación gratis: favorecer a las grandes corporaciones es la misión de los partidos del bienestar y la democracia que se han dado a ellos mismos, mismamente: lo que no harán nunca es donde gobiernan abrir las wifis sin clave de los centros oficiales para favorecer la comunicación, la libertad: todo sea por favorecer a las corporaciones; da igual las personas: y les piden el voto y hay quien va y les vota.

Hoy día la comunicación, la telefonía y todo ese mundo debería ser gratis, con la compañía telefónica nacional de España, que se hizo con el esfuerzo de todos, pero mejor privatizada y todos a pagar la fiesta: así vamos, de abismo en abismo y cada vez más pobres.

Pero tomad partido por quien os digan: lo hacen todo por vuestro bien, tendréis unas favelas que darán gloria, mirad Venezuela con su progreso imparable al hambre y al abismo.

2 comentarios:

ZP Nunca Mais dijo...

Así está la universidad de Valencia, de Madrid, de Santiago, de..., cerrar el acceso a determinados blogs como este de la Galaxia es por el bien de los alumnos (y los profesores). No vaya ser que aprendan a pensar por su cuenta, lo cual es un peligro.
Aunque sea una cursilada decirlo hoy me siento más de la Galaxia que nunca.
Animo.

Váitovek dijo...

Sí,nuestros nietos también se llevarán el dedo a la sien cuando les contemos cómo eran las cosas aquí cuando éramos jóvenes, igual que hacen hoy los niños argentinos cuando escuchan las historias del abuelo.