viernes, 6 de noviembre de 2009

El viento del pueblo

Los muertos de Guadalajara están desde anoche recitándome sus nombres y las circunstancias de su muerte: evidencia toda aquella operación que la vida de los forestales no importó nada, a nadie, que los mandaron a morir simplemente porque consideraban que ellos lo hacían mejor que nadie  y como mando yo la verdad es la que yo establezca: luego, ningunearlos y despreciarlos. A los muertos, y a descojonarse de los vivos.

Sigue dándome vergüenza.

A los pescadores del Alakrana, con sus lógicas diferencias de guión, les están haciendo lo mismo.

Los mismos que intentaron burlarse de la operación de Perejil, los mismos que aullaron insultos a Aznar, los mismos que aúllan en manifestaciones estúpidas, no tienen la capacidad craneana suficiente para discernir que el gobierno son una horda de hez subsumida en su cochambre intelectualoide: si quieren creerlos, ya es cuestión de la voluntad; si dicen defender a los pobres y trabajadores, y los resultados se miden en número de muertos y luego una algarada montada contra unos presuntos fachas malísimos a los que odian, no es que sean ignorantes, es que prefieren ser algarada, plebe, vulgo y populacho: si pueden matarán, a quien sea, la impunidad los hace crecerse.

Ayer le comentaba a un amigo que empiezo a estar harto de la gente que le ofrece “sus sufrimientos” a Dios: Dios si existe debe estar hasta las pelotas de esos sufridores amargados, y deseando que alguien le ofrezca una paella, una botella de vino, o alguna alegría: a estos los denuestan los otros, su estructura y coeficiente mental andan parejos. Con gente así, mueren forestales en Guadalajara, Pescadores.

Nadie defendió a los forestales, mas que cuatro sueltos; nadie está presionando vehementemente con manifestaciones al gobierno para que se solucione lo de los pescadores: si ese rasero es válido significa que vivimos en una sociedad de gentuza en la satrapía y plebe degradada y degradante, el resto.

Da miedo.

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