sábado, 28 de noviembre de 2009

El piano va borracho: yo, no

Por causas ajenas a la realidad he estado viendo telenovelas: causa impresión la cantidad de cuerpos de policía distintos que hay en USA: si no son de la marina son forenses, o locales o de condados o del barrio o comarcales: madre mía, con tanto policía para justificar su salario y su vida debe ser imposible vivir en USA.

Y aparte de la justificación, hay una serie de series basadas en la inteligencia: inteligencia siempre extraordinaria. Siempre lúcida. Siempre soluciona: Dr. House, cura lo que otros dan por imposible, Tim Roth, ejerciendo la más básica antropología de “El Mono desnudo” adivina las intenciones y las apariencias disimuladas, Kathy Reichs sale magnificada de antropóloga forense como fría y obsesivamente analítica en Bones; Monk es un magnífico analista de la realidad: en todos la inteligencia presciente es más que una cualidad, una virtud.

Y en todos los casos, la inteligencia es disculpada.

Disculpada, para poder ser consentida; disculpada, para poder comprenderla: la condescendencia no es una actitud inteligente.

Todos arrastran una tara, un problema, un horrible dolor, una culpa, un horror. Un algo terrible que justifica que sean “tan listos” y por tanto “los perdonemos

Perdonamos a Poe y a Kennedy Toole, perdonaremos a Byron, y por supuesto, a Panero, perdonaremos que sepan hacer lo que a nosotros no nos da la capacidad para crear porque al fin y al cabo “pobre gente” si no somos capaces de asumir que haya gente más inteligente que nosotros, seremos condescendientes, incluso haremos bromas: si podemos, humillémoslos.

Cuando sucede en la realidad, sean machacados; al final el piano va borracho, nosotros, no.

4 comentarios:

Caco dijo...

Pues sigue y verás las de países como Alemania y Austria tipo Alerta Cobra. Son la serie Z de las series policíacas.
Entrañable vídeo. No lo conocía y casi palmo con la entrevista

McReady dijo...

Me gustaría que nuestros políticos se ganasen mi perdón de esa manera, pero oiga, va a ser que no, eh?

o s a k a dijo...

por supuesto, me voy a tomar unas cerves con mis amigos. Ellos me perdonan lo que yo a duras penas

n a c o
sabath

o s a k a dijo...

bravo Ignacio, fenomenal metáfora de la realidad. Éste es uno de los temas más interesantes de los últimos años: el del superhombre de las series norteamericanas, al que perdonamos sus excentricidades, sus actos de injusticia manifiesta, sus enormes defectos, porque tiene todo aquello que envidiamos (e idealizamos tener). Como en tu post anterior, el escapismo irresponsable del hombre medio, aburrido de sí mismo (y muerto de miedo cada vez que se ve su propia sombra).

En el fondo pues, House hace una perversa labor social: los hombres se perdonan sus pecados por las (supuestas) virtudes que no tienen.

n a c o
undesastre