domingo, 30 de junio de 2013

La condición

 


Le rezaré a mi dios” y con tan sencilla frase, misa semanal y un catolicismo vacuo de sociedad y apariencia, “por si acaso” efectúan la máxima negación del catolicismo.
Se llaman “gente de fe” jalean las actuaciones estelares de “DJ Rouco” y ponen cara de arrobo ante cualquier tuit del Papa, frase de un obispo, o memez aparentemente católica. Y si el obispo dijera “me estoy cagando” también pondrían cara de arrobo.
Pero claro dicen “mi dios” porque así se consideran más socialmente correctas y muchísimo más políticamente correctas; porque lo importante es la validación social de cada uno de los aspectos de tu vida, no tu propia vida: la máxima negación del catolicismo.
La cuestión atea no es una confesión como ahora ejercen desde la estulticia. La Fe es una gracia, el que no la tiene es un desgraciado, literalmente. El odiar al catolicismo es otro tema de doble vertiente: por un lado interesa como método para la obtención de la esclavitud sumisa de la gente, y, quien lo practica y hace alarde de ello realmente lo que está haciendo es la contrainvocación, teoría tan fina que de tan evidente hasta que no fue formulada nadie la veía: cuando dicen “me cago en dios” realmente están exclamando una oración tan sólo que al revés: “yo, que creo en ti, no me satisface mi creencia, pero sigo pensando que tú tienes la culpa” ergo, son creyentes en negativo, pero creyentes. Cuando no están retando a Dios, desde la soberbia se consideran iguales y el desafío es para mantenerse en su inmadurez, realmente es un grito de socorro.
El estudio de la naturaleza de la cultura implica el estudio de la religión en su forma social de organización y en su forma individual de vivencias; y sólo así se puede entender la humanidad en su historia y la naturaleza de la cultura; y nadie puede entenderse a sí mismo sin el catolicismo, ni se puede saber historia sin cuajar bien la urdimbre católica y su configuración: no es el bucle infinito que quieren ver desde la configuración economicista de la historia, ni va por ciclos repetidos, recurso de conversación banal de bachilleres: la historia comenzó, y tendrá un final. Y no se repite, aunque la gente use modelos de actitud y actuación.
El que es católico tiene fe, lo cual es la creencia en la existencia de Dios: si dios existe es único, e irrepetible, inasible, justo,………… si dices “mi dios” dices que no crees en la existencia de Dios, único y verdadero, sino en la presencia de tu fe, en la condición social de tu vida en la cual quieres darle rango, pompa y circunstancia a una parte que quieres socializar como espiritual pero sólo es un esparajismo de vacuidad.
La fe está presente en casi todos los humanos, homínidos, gente a punto de entrar en la evolución e incluso en algunos de misa diaria; la espiritualidad es condición natural de la cultura, y está en las personas, la conciencia mística está presente: y es respetable en todas las personas y sus manifestaciones; los constructos espiritualistas de forma y manera que generan una forma social o formal vacua pero presuntamente religiosa son sectas y estafas; toda organización que utilice esto para usar a las personas es una secta; la fe es respetable, lo que llaman religiones no lo son; las formas espirituales de desarrollo en algunos casos son más que respetables: así el I Ching, que lo conocemos gracias a los jesuitas, o el Tao, formas que no implican sumisión.
Se confunde la fe con la religiosidad, con la mística o con la apariencia, de tan execrable modo la confusión está servida: ahora el catolicismo es democrático: lo que significa que creen que pueden inducir el rigor de la fe por inundación, y a mayor poder en la clerecía creen estar más cerca de la verdad: no se acercan al catolicismo buscando la verdad, sino escondiéndose de ella.
Todo el sistema de construcción de una fe acomodaticia al rigor social de moda en el momento genera sólo confusión: casi todas las citas del evangelio e incluso el evangelio diario que pululan por internet están plagados de proposiciones que “casualmente” están mal traducidas, de manera que no tienen ningún significado.
-“Yo soy el que soy y vengo de donde vengo
- Y nosotros te seguimos por lo bien que te explicas.
Así se diluye lo que creen definir e incluso defender como catolicismo en un hervor de tibieza y relativismo que confunde, desdibuja y vacía de todo contenido cualquier texto; pero eso sí: pueden ir a los bailes tranquilamente, porque “su dios les ama” y “dios es amor
Dios es el imprecador, el Dios justiciero e implacable de la Capilla Sixtina, pantócrator y juez inmisericorde, quieran verlo o no, y cuando mueran en la convicción de que “la fiesta ha estado bien y a mi dios me perdona que dios siempre ha sido lo que a mí me ha dado la gana” si tienen razón o no, se plantarán en las puertas del cielo, donde los ángeles custodios con espadas flamígeras les pedirán “las credenciales” y habrán de en esa primera prueba vencer a las espadas flamígeras en plena lucha, y demostrar haber combatido; de ahí para adelante: el infierno también tiene su exigencia, pero la tibieza será lo más implacable.
Porque la cosas son lo que son y no lo que queremos que sean.












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