sábado, 30 de marzo de 2013

Ayer fui a misa.

 

Y duré casi cuarenta segundos.
Cuando el cura se dirigió al púlpito a sermonear, a mis adentros se oyó “odo, malo” cada vez que veo a un patiscortis con clergyman, me dan los dolores de la agonía. Total, que cuando le oí el acento me salí.
Me resulta insoportable la suficiencia y condescendencia con que te hablan, sin saber ni leer ni hablar; me pasó en Puente la Reina, y en la iglesia de Santiago en Logroño, que ni sabían hablar, leer, ni escribir y los ordenaban de curas enseguida. Lo tengo contado por aquí. Pero como se consideran “pobres” y además “curas” que para ellos debe ser algo así como chamán, o el brujo de la tribu o algo, miran por encima del hombro a todos aparentando una humildad vomitiva.
Y las huchas del domund van a venir aquí a evangelizar: fumando en la puerta, salió un cófrade penando “está hablando del sermón de las siete palabras y va por la cuarta” o sea: un pelma que se cree que sabe más que Cristo, porque si Cristo lo explicó en siete, el ha de explicarnos las siete, los adjetivos, las comas, los puntos: creen que su conocimiento es mayor que el de Cristo: Cristo lo dijo en siete palabras, pues a enmendarle la plana que mandan huevos.
Dos horas y pico de sermón. Los penitentes echando pestes de todos los colores en la puerta fumando.
Me había ido a Manises a misa, me habían contado que es una Semana santa primorosa y fui a fisgar: efectivamente, muchos penitentes, mucha gente joven de cofradías, la verdad, daba gusto verlo. Las cofradías, los maniseros: al patiscortis con clergyman casi que lo envíen a alguna selva, preferiblemente con caníbales.
Bueno, pues algo así como sesenta años después, acaba el sermón. Y avisan: y todos para adentro. En la iglesia de Manises el asunto es El descendimiento: bajan al Cristo de la cruz, quitándole los clavos: la figura del Cristo tiene los brazos articulados, y al quitarle los clavos los brazos caen, haciendo un efecto supongo que bonito porque yo no lo ví: un penitente se acerca al cura, le susurra, y el cura explica al pueblo inculto, ignorante, zafio, patan, e indocto que no son pobres tercermundistas “alguien ha encolado los clavos” nadie había dicho nada de encolar, luego se denunció a sí mismo: cómo van a saber cuidar su Cristo los del pueblo hombre, vino el desde su tribu nativa a enseñarnos como se tiene un Cristo, y lo encoló para que no se descolgara o algo, hombre, que es cura, que lleva clergyman, que sabréis vosotros.
Una mujer anciana a mi lado llorando inconsolablemente, mucha gente aguantando las lágrimas, muchos saliéndose de la iglesia: todo el pueblo en misa, literalmente, para ver el descendimiento de su Cristo, y el patiscortis le había encolado los clavos; como nos descuidemos igual lo ahorca, porque es que ellos son los pobres y son superiores a los demás.
El pueblo hizo su procesión. Aplacaron conocidos míos mi intención de sacarle los demonios a guantazos al del clergyman; la procesión salió; Cristo resucitará, yo seguiré excomulgado y la soberbia y la suficiencia seguirán campando por el mundo: a mayor ignorancia mas soberbia.
Y la procesion magnífica, recomendable: esperemos que el pueblo se encargue de su Cristo, que como se lo dejemos a los curas, acabarán fusilándolo.









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