lunes, 13 de agosto de 2012

A comer al koljós

Cinco hombres sobre el cofre del muerto:
El ron y el diablo hicieron el resto.

La carrera de Mercadona tan fulgurante se ahínca en la riada de Alcira donde podemos fechar su arranque: bajo la dominación de F.González siendo sátrapa de la valencianía J.Lerma, tan gris como siniestro, tan ignorante como codicioso, empieza Mercadona; por primera vez en el mundo se colocan centros comerciales en las zonas residenciales de las ciudades: en todo el mundo eso estaba prohibido, el porqué del cambio de legislación para permitirlo se lo debemos al psoe; la codicia y la avaricia hacen el resto.

Que un empresario mueva todo lo que está a su alcance para lograr su sueño casi es una obligación, la sumisión obscena del poder al dinero sólo tiene un nombre….y una explicación. El argumento socialista de justificación nunca escrito pero siempre dicho y soterrado es que es la socialización del comercio: es decir, son los supermercados cooperativos soviéticos pero “repensados” “actualizados” “puestos al día” y toda esa palabrería demagógica.

Lo real es que han destrozado toda la red de pequeños comercios de los pueblos y ciudades por inundación y de ese modo todos dependemos de la movida de precios de una empresa, la carencia acosa si cierra mercadona; la legislación que permite eso es socialista y por tal razón toda la capacidad de movilización de la propaganda de la progrhez está a su servicio: sumisos los sindicatos, sumiso el psoe, resignado el pp, cuando no complaciente, lo real es que se convierte en el único canal de distribución de alimentos: más fácil de nacionalizar, controlar y dominar, y por la comida a toda la población: la libertad no está oficialmente prohibida, pero hemos consentido que acabarán con la riqueza del tejido productivo español tan necesario en el día a día.

Y casual o deliberadamente, de este modo se empieza a acabar con un país en base a una sovietización idealizada por mentes endebles sin inteligencia ni formación  a los cuales se les ha otorgado el poder y así lo han perpetrado.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bien escribes¡ Hace años que no te leía. Un saludo.

Ignacio dijo...

y tu eres.......

Rafael dijo...

Je, la pregunta me recuerda al chiste:
Llaman a la puerta...
-"¿Quién es?"
-"Soy yo".
Y abrió la puerta y, efectivamente, era él.

Saludos (yo no soy el del comentario, eh).

Gonzalo GY dijo...

Mi querido Sr. de la Galaxia, creo que discrepo en algunos matices.

No sé si por el Levante la situación es distinta, pero en lo que yo conozco, la red de pequeños comercios hace muchos años que fue aniquilada totalmente, mucho antes de la expansión de Mercadona.

Más bien desaparecieron desplazados por diversas cadenas de supermercados e hipermercados, comunmente propiedad de distintas multinacionales en su casi totalidad extranjeras, que se distinguen además por sus pésimas condiciones laborales.

En esa situación de exterminio del pequeño comercio de alimentación (la tienda de ultramarinos de mi infancia), muchos años después aparece Mercadona, que a quien realmente desplaza es a muchos de esos comercios de multinacionales, basándose en el mismo modelo pero con tres diferencias fundamentales, a mi entender: Mejora (EN MUCHO) la relación calidad/precio, mejora (EN MUCHO) las condiciones laborales de su personal y además es de capital español.

Dicho lo cual, yo también soy partidario de defender al pequeño comercio, si se puede, pero en lo que yo conozco éste fue aniquilado ANTES de la llegada de Mercadona, y puestos a elegir entre DIAs y similares o Mercadona, vamos, es que no hay color.

Añado: Hace unos días disfrutaba de mi estancia en el paraíso camerano. En una de las compras en uno de los dos comercios en que se puede uno abastecer en el pueblo, mi mujer, observando los precios, me dijo "porque estamos una semana, si no, con estos precios no llegamos".

Yo intenté defender a la tienda de Santi, tan presente en los recuerdos de tantos años... pero la verdad es que a esos precios yo no podría mantener la despensa de mi casa medianamente abastecida (de productos más o menos básicos, nada de caprichos ni lujos) durante un mes.