jueves, 9 de junio de 2011

La parte contratacante

El hecho de que todo el mundo ande convencido de la crisis es uno de los elementos más elaborados y más reveladores del sistema que necesita la existencia de la crisis para no develar su clara falacia. No hay una crisis económica, hay una crisis fiduciaria, en la cual todo esquema de salida consiste en complicados trajines numéricos que se traducen en más impuestos, más burocracia y mayor grado de esclavitud de la gente. O sea: la crisis es un invento de sí misma para asegurarse su perpetuación mediante un bucle de retroalimentación en el cual depurar a los elementos díscolos: sea yo escribiendo, mediante leyes restrictivas y comunistas para internet, sea una empresa boyante sin adscripción ni sumisión, sea un músico triunfador por la red, sea lo que sea, debe ser sistemáticamente machacado, la crisis es la excusa, el sistema la necesidad, la soberbia el justificante, la crueldad el modo.

Necesitan el control de la propaganda, y la blogosfera se ha constituido en un nido de francotiradores inexpugnable al cual han de laminar. Por eso los mismos que han reventado la espontaneidad de la gente en los movimientos en las plazas son los que pactaron sus asientos en las academias de internet y órganos censores, direcciones generales, y demás que les prometieron: los mismos nombres, ahora agrupándose bajo nombres de sectas curiosas carentes de toda epistemología pero sobradas de soberbia y de dinero de los lobbis de poder que pululan cerca del congreso USA.

Y la gente instalada en la confusión: normal, les han enseñado en el cole cualquier estupidez menos la verdad; y sobre todo mucha soberbia y displicencia para denostar a todo aquel que no piense “como hay que pensar” ni actúe “como hay que actuar” en normas y modos sociales. Confusión que les lleva a la esclavitud que es lo que interesa al sistema al cual defienden vehementemente diciendo profusamente que se oponen pero exigiéndole fehacientemente que sea más sistema y menos condición humana: ni ellos saben lo que hacen; han sido bien domesticados, lo de sistema educativo hace demasiado que se perdió mor de un relativismo basado en espiritualidad flojita, de apariencia mística en 1960, que ahora sabemos que los ecos sufís son hambre; gandulería e indolencia como forma de vida, en la cual el trabajo ha de ser reglado de principio a fin y sólo eso vale, con lo cual su adorado Einstein jamás habría llegado a ninguna parte, pero ellos creen la verdad que les ha sido transmitida: niegan la verdad revelada, pero si les explicas algo no lo entienden, si luego le dices “son matemáticas” entonces quizá te aplaudan, pero siguen sin entender. Sólo es sesgado el conocimiento, cultura, educación, o lo que sea, que sea o parezca católico; lo demás, vale todo, nunca saben porqué ni saben argumentarlo, pero ahí demuestran su condición: han sido castrados en su percepción de si mismos, de la realidad y de la capacidad del hombre de mejorarse a sí mismos.

Llevan aspectos aparentemente llamativos (lo era, con bob Marley en 1970, ahora no) y se creen eso que les dicen de que el sistema es malo mientras viven para el sistema: pero se oponen simbólicamente: denostando a la iglesia pero siguiendo complacientes a cualquier secta, y fuman porros como signo de pertenencia: signo obligatorio; hay que fumar porros pero denostar a los que beben mientras respetan las leyes de la secta sátrapa a rajatabla; y llevan perros; incluso se plantan marihuana en sus casas, en sus pisos, porque van contra el sistema.

Si les dices que pueden ir con sus perros, su marihuana y su estilo de vida al campo, a una casa, en la cual vivan de los productos de la tierra, con vaca y gallinas, algo plantado, y en autarquía, te miran como a un marciano; deben hacer todo lo que hacen para anhelar una vida que es la que yo he vivido: en  mi casa había gallinas, y los de mi pueblo que querían se plantaban lo que querían, sin tanta propaganda ni alharaca: eso no vale, hay que progresar según dicta el sistema en los modos y maneras del sistema porque así el sistema lo indica: y siguen en ello. Es decir: hay que vivir así, pero en medio de la ciudad; hay que reivindicar más democracia, pero sólo poquito; hay que reivindicar la libertad individual pero solo en un sentido, y hay que cumplir todos los parámetros: en una casa de pueblo de buena hechura, después de un día de trabajo en el campo, con animales y demás no hace falta aire acondicionado: pero no podemos prescindir de ello en la ciudad infame, a la cual tanto odiamos: no falta ni uno en las manifestaciones antinucleares, cosa, que ya no existe; sí existe la estupidez que es el magma de los tiempos.

Ya no quiero entrar en el constructo vaginista que han dado en llamar feminismo, en el cual toda la conclusión es destrozar el lengüaje para destrozar la cultura, y evitar en todo modo y manera que la gente tenga acceso al conocimiento y la cultura: tan sólo lo que les dicte el politburó, y tal cual les digan deben ser sumisos: y empeñados en destrozar el lengüaje, al punto de que gente con títulos universitarios dice lo de “jóvenes y jóvenas” argumentándolo además y llamándome machista: si hombre si, el establecerse todos en la ignorancia me hace raro: no asumen que son los orcos de Mordor a las órdenes de Saurón.

No hay una crisis económica, hay una crisis fiduciaria: en vez de recapacitar y asumir el fracaso, el sistema busca su propia perpetuación huyendo hacia adelante, hasta el colapso, que consiste en exprimir y saquear a la gente, y jamás reconocer un error, malhaya les maten: son adolescentes perpetuos, en todas las esferas esperando que les rían las gracias, con sonrisa de suficiencia prepotente que a nadie hacen gracia, y difamando, denostando insultando y mintiendo: ahora el catolicismo, ahora Franco, ahora los fachas mientras ensalzan a cualquier imbécil de alto grado de arribismo y ninguno de conocimiento que nada han aportado a la vida, pero que lucen bien en los adecuados salones sociales, y nada más, porque no son capaces de nada, ni siquiera de reconocerse ante sí mismos su error, y sacrifican a sus hijos en un constructo banal y horrible para justificarse en su infamia: han llegado a viejos sin haber sido jamás adultos.

La riqueza es producto de trabajo, hombre y tiempo; lo que tenemos ahora es una enajenación de todo en base a un capital especulativo inexistente: no podrán comer acciones de bolsa, y eso por tanto no es riqueza: ahora hay que volver a rehacerlo todo, porque de tanta codicia han roto hasta las vidas de sus hijos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un análisis certero Ignacio. Ahora podemos emprender el camino bien fundados.
Las acciones de las empresas son riqueza,precisamente la confianza en los balances, producciones y posibilidades hace invertir en ellas, ya entiendo que te refieres a la pura especulación al modo de Terra y otros casos bursátiles semejantes pero la generalización y estigmatización de la bolsa y los inversores es un rasgo propio propio de los mismos que especulan y juegan hasta con la salud de sus hijos. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Genial.Cosas como esta me confirman lo bien que lo hice cuando, hace seis años, saqué a mis hijos del sistema educativo y empecé a educarlos en casa.