viernes, 24 de junio de 2011

En la memoria Trajano

Antinoo se arrojó desde la barca al Nilo. Sin más contemplación, epifánicamente, tuvo la certeza de que el amor estaba apartando al emperador de su obligación: Antinoo se echó al Nilo, era un patriota, y se sacrificó porque sabía que, si no lo hacía, Adriano no daría todo su potencial por la patria.

Adriano era Híspalis, Trajano de Itálica.

No eran españoles, eran Romanos, y eran patriotas, trabajadores y esforzados, y la patria por encima de sus propios intereses: mi historia no empieza con la historia de España, pero tampoco se disuelve en un magma cientifista buscando el eslabón perdido en el cual se busca cualquier relativismo: Yo soy Español porque Adriano y Trajano eran Romanos y los íberos decidieron aculturarse no por imposición sino por comodidad; Yo soy Español porque mientras Solón regulaba los prostíbulos en Atenas en un magma de juergas subvencionadas, en Esparta la comida era comunal, y no había furcias: aguantaron el tirón de los cantos de sirena del dinero de los templos de Babilonia, y por eso estaban listos para zumbarle a los persas en su momento: Marathon, Thermópilas, son pruebas del rigor de la historia: no fué casual, en su concepción de la vida: todos en Esparta se daban al bien común por encima de sí mismos: los vivos y los muertos eran respetados, y en eso fundamentaron su conciencia a la hora de la muerte.

En ese rango de evolución, en Santa María La Real fundados en su conciencia nacieron España: nada justificaba que otros saquearan y degradaran lo que el esfuerzo de hombres, tiempo, y cultura había conseguido: en Nájera nació España; casi al lado, en San Millán de la Cogorza nació el castellano “oficialmente” y no por lo civil, en un monasterio, por lo sagrado, y de éste modo tan simple  y normal, nació mi idioma, se asentó España y mi cultura, y se avanzó hasta más allá de lo inesperado: total, en mil años y medio litro de café, eso, lo hace cualquiera: pero no. También hubo un pequeño detalle que todo el mundo obvia: el referente y repositorio general de la cultura era el catolicismo, que no se fundamenta en Tierra Santa ni en ningún otro lugar: si el catolicismo ha sido y es, es por España, y sin España no hay fundamento ni para la iglesia católica, ni para el catolicismo ni para que el rigor moral de nuestra cultura impidiera el esclavismo, y fundamentara el odio de los países esclavistas a nosotros hasta hoy; Europa tan aclamada y magnificada como estúpida, no es eso que dicen, que Europa fundamenta su columna vertebral piedra a piedra en el Camino de Santiago, por las vías romanas a Santiago, en España, y eso y no otra cosa es lo que estructura como corpus físico  Europa: lo demás, bajitos que se creen Napoleón, y Reichs que quieren imponer por dinero o por las armas: constructos sin fundamento ni más fin que guerras, dolor y hambre.

Ahora, hoy, un imbécil ensoberbecido presidente de un gobierno de un Borbón inútil e ilegítimo, ha hundido todo el caudal de riqueza de España, metiéndonos a todos en una deuda impagable para llenar de dinero bolsillos de ágrafos, ineptos y chusma que tan sólo se caracterizan por ser siempre de la mayoría, sobre todo si esa mayoría reparte dinero: y se ponen corbata y se consideran respetables: pero se han fundido el dinero de los españoles, vendiendo el control de nuestra riqueza a Chinos, Alemanes, Franceses, Qatarís que te vi y lo que no sabemos y nos puede espeluznar: como todo buen tonto, se quedan tan orondos encantados de conocerse a sí mismos y han obtenido, uno a uno y en cuadrilla, la progrez, el título que les ha de consagrar: son la primera generación en la historia que deja menos herencia de la recibida. A nuestra vergüenza, a nuestra costa, y aquí no pasa nada: todo son movimientos de despiste para justificar la socialdemocracia sajona y denigrantemente despectiva a las personas y adoradora de las corporaciones, han entregado España a la plutocracia y aún cuentan que ellos son los buenos: como buen imbécil, después de pensar un poco creen que sólo han pensado ellos, y establecen dogmas de fe de sus memeces y catecismos de sus tonterías de frase de sobrecillo de azúcar. Establecen como dogma una paranoia compartida y le llaman política, y se fundamentan en su misma mismidad para autojustificarse y seguir robando: yo no soy de esos, y todos los padecemos y sufrimos: los más tontos les aplauden y jalean, pero España no se ha caracterizado por ser un país de tontos mandados por satrapías inanes. En este momento de la historia, hoy, ahora, conviene saber quienes somos, y no lo que quieren que seamos para medrar, de donde venimos y menos memeces inventadas, y sólo desde ahí estableceremos el futuro, más allá de chistes fáciles, presuntos cientifismos y superhéroes en calzoncillos de sí mismos dándose autobombo en un mundo que jamás entenderán, porque quien desconoce su lengüaje su cultura y su historia no sabe ni su propio nombre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días Ignacio.¡Brillante y con mucho jugo!.
Un abrazo de otro español.

n a c o dijo...

cuenta conmigo, Ignacio

n a c o
cochescoba