Treinta años de sumisión a los dicterios de la masa furibunda que ha aislado socialmente, ninguneado intelectualmente, y machacado económicamente a todo aquel que no comulgara con la oleada nos ha traído aquí; nadie se queje; a todos nos toca culpa. La subsidencia del sistema educativo bajo la hégira de Gramsci y sus airados esclavos ha generado toda una sociedad basada en la estupidez como actitud, el analfabetismo como norma y la propaganda como ley máxima de obligado cumplimiento: todo es científico, excepto la ciencia y sus preceptos básicos, que están proscritos; cualquier documental lleno de falacias pero narrado de alguna manera atractiva visualmente se establece en norma y orden, en ley irrefutable; cualquier consigna es obedecida sin ni siquiera el más mínimo planteamiento, y la esquizofrenia acecha: toda esa capacidad de buen rollo, talante, “positivo” y nueva era que llevaron a promocionar en la enseñanza pública, y fomentar la consigna del “no a la guerra” que no interesaba a Francia, y desde ahí se lió todo ese follón, se traduce ahora en un silencio cómplice en la masacre que Francia está llevando a cabo en Libia, con el aplauso de toda la progrez y su anuencia: despistan, quieren que miremos para otro lado: la hez política nos ha metido en una masacre de niños morenos.
Tanto los niños, jóvenes y estudiantes que sufrieron a esa hez en la enseñanza como los propios maestros, evidencian ya en sus rostros la tensión de la conciencia, que siempre actúa, y toda la ira que están proyectando hacia el catolicismo no es sino la rabia hacia quien saben que siempre ha sido coherente y tenía razón: esa rabia que está siendo dirigida y fomentada por y desde la estructura burocrática de la satrapía, sólo la siguen cuatro, los más patanes y de menor recorrido cerebral.
Es hacer daño y montar confusión su ley, su vida y el origen de sus actos: el otro día hubo una manifestación a la cual asistieron unos cuantos del partido de la oposición: seguro que no fué casi nadie, nadie se mezcla con esa gente ni quiere ser confundida con ellos, ni van a tragar con que la palabrería electoraloide quiera hacerles creer que “ellos son los buenos” ya no engañan a nadie.
Ha caído el sistema en su propia entropía y muere matando; los malandrines se agrupan entre ellos y se apoyan mutuamente porque les va la vida en ello: no saben crear nada, sólo destruir, pero los instrumentos de manipulación ya se han demostrado inútiles ante la clara demostración de la red de que la gente que quiere se informa, bien informada; ningún movimiento, partido, ong ni nada del sistema tiene ninguna preponderancia en la red, más que lo intenten; por eso quieren cerrarnos y callarnos las opiniones libres: lo llaman democracia y libertad de expresión, para tapar esta enorme satrapía burócrata degradada y degenerada, y muchos defendiéndola a filas cerradas creyéndose innovadores.
Esto se ha caído, y me alegra verlo. La derecha existe, y reaccionará, y veremos que cara se les pone a la cuadrilla de costureras del ministerio de la oposición; en la izquierda empiezan las personas a ser conscientes de sí mismas, y se vuelven hacia la doctrina social de la iglesia católica despreciando a sus organizaciones cuando se dan cuenta de su esclavismo: tanta militancia, y una frase de Botín hace más camino que todo su constructo de militancia. Y siguen militando por inercia, porque hay gente que necesita caudillos, pero esto ha cambiado, y la libertad se abrirá paso: la libertad, a la que tanto temen: mientras tanto, mueren matando, generando ruido y confusión para que no veamos el saqueo que tienen organizado, pero lo vemos, y lo contamos.
Porque nada hay oculto que no deba ser conocido y descubierto.
2 comentarios:
¿La hégira?
No claro; están provocando el éxodo pero eso serrá tema de otro escrito.
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