Gadafi atrincherado en su revolución lo ha dejado claro: si a la gente no le gusta, se les quita y se pone a otra gente. La inmadurez de asentarse en el momento adolescente en el cual se considera que el mundo puedes dominarlo y tienes certezas implacables acerca de absolutamente todo, es letal: la falta de madurez ha conseguido que en España estemos domeñados por una generación de gente que ya llegan a viejos sin haber sido jamás adultos. El constructo cientifista permite elaborar un esquema de sociedad perfecta con un esquema jerárquico de pensamiento que a ciertas edades resulta muy atractivo: paradójico, falaz, y lleno de topicazos que obvian la condición humana; pero el fundamento gramsciano de la propaganda asentado en las estructuras de los sistemas educativos ha funcionado: ahora hacen filigranas, mienten, engañan y sobre todo disimulan, porque Gadafi, el de Túnez, y el de Egipto, son tres elementos de la internacional socialista, y aquí conforme manda el canon, si hay una manifestación hay que ponerse a la cabeza y capitalizarla para sentirse líderes y seguir en posesión de la verdad: hasta ayer había todo tipo de excusas y justificaciones para esa gente.
Esa actitud de inmadurez benefactora es la soberbia, que conduce a la ira, y al mal.
Consideran humildad el acomodarse al sistema para desde dentro cambiarlo: es una trampa de autoengaño para seguir considerándose superhéroes en calzoncillos, y de ahí nos vienen las memeces que hacen y dicen: no reconocerán que la política energética ha sido un dispendio de forrar amigos, ni que sus vehemencias ecolojoides no han servido para nada, más que para medrar vividores; prohíben conducir rápido, prohíben fumar, prohíben, y se encuentran estupendos, prohíben, y se encuentran tan orondos.
Para poder justificar el enorme engaño, el horror de no poder conducir, que tienes que estar más atento a las señales caprichosas que a la propia conducción, el horror de no poder decidir tu vida, que en breve prohibirán la carne por un veganismo sustentado en no se qué estupidez, prohíben, porque algo han de hacer para justificar su propia vida, y ni saben crear, ni saben no molestar, han de estar presentes en todo.
Esto cambia: personalmente me gustaría que multitudes furiosas con palos y antorchas salieran a las calles y ejecutaran a la satrapía política y la hez mandante, en autos de fe improvisados, con una nueva desamortización de partidos, sindicatos y ONG en beneficio de los empobrecidos por el sistema; personalmente se que no sería así: cualquier movimiento de masas que no sea dirigido es impredecible, y para mi sorpresa los de la plaza de El Cairo, una vez conseguido su objetivo no sólo levantaron el campamento, sino que limpiaron todo el recinto: que gente más educada.
Que esto cambia es de rigor; el cómo es lo que no se: la hez política se cree capaz de pilotar el cambio, cuando son incapaces de nada que no sea destruir, entrometerse y molestar; pero cambia: el movimiento de cambio del psoe a un nuevo partido le puede dar la fuerza de la socialdemocracia a un movimiento más que desprestigiado; la estrategia del pp de ser la contra, pero en bueno, se va a la porra: y lo patético de éste pp en el cual el Gay Ardón va a ir en buen numero en las listas de las generales para luego ser él el presidente del gobierno, va a conseguir atomizar el voto: si aparecen miríadas de partidos ciudadanos normales, de derechas e izquierdas, son los que arrasarán en las elecciones.
No se puede cambiar la condición humana, ni se puede acabar con el sistema de golpe y porrazo: aquí acaba la edad media, cambiaros, que mañana empieza el renacimiento. Pero que el sistema cambia, es más que evidente: ha muerto de su propia entropía.
Y nada se inventará, lo vendan como lo vendan: será un mundo de municipios, organizados en un estado minimizado a los mínimos comunes necesarios, y nada más; y toda la ingeniería social, tan sólo habrá hecho daño, porque todo volverá a la estructura jerárquica propia de la cultura, de la humanidad: individuo, familia, municipio, estado.
Porque aun no hay nada nuevo bajo la luz del sol.
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