El referente editorial en España se adapta al libro electrónico: el cálculo sobre la rentabilidad es más que revelador. De cuadros y esculturas desconozco cifras o cálculos referenciales que me puedan servir para el análisis; de la creación en arquitectura en España, ciertamente mejor no hablar. Lo que es el cine está cambiando, y mucho: dado que no se llenan salas, el montante del negocio se está trasladando a las series de TV, donde se aprecia una enorme creatividad y esfuerzo; a donde irá el negocio, yo no lo sé ni me atrevo a aventurarlo: si sé que está pasando desde hace mucho tiempo que la transformación de la transmisión del conocimiento, el arte y la literatura ya no va por suplementos literarios ni por oleadas de moda ni por ningún medio de los tradicionales: todo funciona, si va por internet; y el precio no es una cualidad que atraiga, ni la apariencia ni en muchos casos la factura.
Empeñados en un mundo fósil donde todo es estable, rígido e inamovible, la realidad sigue su curso: la tierra no es un planeta fósil, sino que está vivo y por tanto en constante cambio, lo cual es la esencia de su estabilidad; el cambio, no la fijeza: se perpetúa la tierra en sus ciclos y modos y se adapta a sí misma: las murgas ecologistas tan sólo son la manera de pergeñar una ingeniería social con fines nunca confesables; la cultura avanza, y cuando se inventó el cine aparecieron toda una serie de oficios, actitudes y formas que no existían; no implicó ni el cine, ni la tv, la desaparición de la radio ni de las formas narrativas; ni ahora va a implicar la existencia de internet la desaparición de nada, más allá de lo puramente obsoleto, y en cambio va a generar unos nuevos modos de relación en lo que es el negocio de la cultura: del creador al espectador, lector o último receptivo de la obra se acorta el camino: cambiará el modo de negocio, lo esencial de la condición humana no cambiará.
Empeñados en un mundo fósil, se continúa llamando democracia al sistema que padecemos, como si fuera un sistema ideal, cuando ya es posible cualquier opción que no implique este sistema que tanto daño hace: ha quebrado, está obsoleto, es antihumano y sólo nos genera desgracias: pues no pasa nada por cambiarlo; hasta la fecha, los cambios políticos nunca han supuesto gran problema, ni siquiera las guerras; ahora es el momento de cambiar, no a un sistema falaz que no considera las personas en cuanto a tales, sino a un sistema en el cual el hombre sea la clave, y no el estado.Y de ahí, alante. Porque si no, cada día nos enfangamos más.
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