¿Donde vas? bien vestido, sobrio, incluso elegante, levantado lavado y afeitado “a dar una vuelta” la vecindad da confianzas que no se explican; el verse a diario, otorga ciertas intimidades nunca pactadas pero se dan “anda, acompáñame a la panadería, que no lo conoces y te lo presento” bueno, vale , sólo un rato. El panadero cordial, los presento, salimos “bueno ya nos vemos, me voy a dar una vuelta” ¿pero tienes prisa? realmente, da igual “vamos a tomar algo, venga: te invito·. Bueno, un café…. déjate de mariconadas: si hay que ir, voy contigo, pero mariconadas ni una: Salvador, ponnos dos coñacs.
Y Salvador dice: si vais, yo voy con vosotros.
Déjate Salvador, no jodamos la marrana.
Dos coñacs, mucha charla a gritos, improperios e insultos; lo he acompañado a su casa, y ahora después he quedado para almorzar con el.
A las 7.20 de la mañana un señor de 50 años, bien vestido, elegante como quien va al trabajo salía a la calle: con la escopeta al hombro. “a dar una vuelta”
Creo que he hecho bien: pero el cuerpo me pedía ir con el, y hacerlo. He actuado con la cordura que no tengo, no con la razón que me empujaba. Son las 8.30 y me voy a almorzar con el vecino.
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