martes, 13 de septiembre de 2011

En el calor te torras

Si algo hace a una mujer es ser ella, única e irrepetible; aunque luego parezca que se uniforman, cada una es por sí misma. Era, porque ahora se está fomentando financiando y promoviendo una enorme pérdida de valores, de personalidad, de unidad: en la playa en cualquier paseo he visto siempre diez pares de tetas totalmente iguales: el cirujano en cuestión y su banco estarán encantados; le quitan todo el encanto al cuerpo de una mujer; su carácter único e irrepetible. El otro asunto, de que mierda está hecho tal cerebro que se inflige tal agresión para dar una apariencia hacia afuera con la cual su intimidad luego ha de acoplarse y cambia su dignidad y su capacidad de ser y amar por una cosmética de temporada, casi mejor no hablo: todas me han reprochado que fumo, eso es malo, menudo peñazo: hunden su propio ser en un magma de apariencia y cosmética para olvidar su propio ser, y eso, a no largo plazo generará una enorme necesidad de productos farmacéuticos, para paliar el enorme peso sobre esas conciencias, que de tan sumidas en el relativismo y la estupidez acaban fritas, hasta que se acabe con todo resto de dignidad en la persona y toda identidad; convertidos en robots a sueldo barato, pican, pero luego lo pagan, y se lo hacen pagar a todo su entorno: hay que asumirse cada uno como es, simplemente, hay que asumir a la otra en su esencia, si no, mal vamos, peor acabaremos.

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