miércoles, 7 de septiembre de 2011

Advinencia mágica

Estás en algo, y sin motivo aparente en tu cabeza te llega una certeza sobre algo que no tiene nada que ver con lo que estás haciendo, y sabes perfectamente sobre lo que estabas a oscuras un momento antes: a veces pasa planchando, no necesariamente en rezos o momentos de introspección: eso es una epifanía.

Para nuestra cultura se ejemplifica cuando Cristo se da a conocer; otra expresión cercana y parecida pero no próxima ni similar es “ha pasado un ángel

Pronto llega el adviento, y todo está lleno de augurios siniestros, vividores impresentables y caraduras vendiendo crecepelo desde su calvicie, engañadores y mercachifles, gentuza vendida al oro más que la puta de Babilonia, lo llaman elecciones; todo se ha llenado de líquidos libidinosos y vaginas voraginosas, aparentemente: la gente entra en introspección lentamente, es el adviento.

Y en la naturaleza de nuestra cultura está esta época y está que hay que librarse de tanto haragán siniestro para siempre y vacunar la sociedad para el futuro, que nunca había habido ni tanto haragán, ni tanto mercachifle ni tanto vividor. La gente se va a ver a sí misma en su naturaleza: los artificios de ocultación ya resultan inanes, y en esas todo irá a mejor. ¿Verdad?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días Ignacio. La gente ya se está viendo en su miseria y lo que ha recorrido con ella.Impresiona.Un abrazo.

María Cusí dijo...

No perdamos la Esperanza.

Váitovek dijo...

Adviento es una de las más hermosas palabras del Español. Nos lanza hacia el Invierno, al tiempo de las cosas cotidianas, la vida en la distancia corta y la esperanza sorda.
Creo que hemos perdido mucho al dejar de usar el calendario litúrgico.Quiero decir, igual me valdría el Azteca o el Romano.Calendarios circulares, en el que el año tenía sus cualidades y era cerrado.
Ahora sólo nos queda el ritmo diario.Y a cada día quizá le baste su afán, pero nuestra unidad mayor es el año. Y a cada año también le basta su afán, pero al no poder marcarlo en su movimiento se nos despeña en pura cantidad vacía.

ZP Nunca Mais dijo...

Creo que confías demasiado en la naturaleza humana.