miércoles, 24 de febrero de 2010

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dijo...

Lo más triste de España es que, siendo su alma católica, tras todos los envites de libreales y rojos por imponer la antropología revolucionara, quienes finalmente lo consiguieron fueron unos sujetos de comunión diaria: el Opus Dei.
Lo que no habian conseguido comunistas, socialistas, anarquistas o liberales radicales, lo lograron los jerifaltes de la Prelatura desde la misma cúpula del Estado: sentaron las bases para la "desideologización" de la política, trayendo, al fin, una verdadera democractia anticrística, aconfesional y a religiosa. Es decir, inhumana.

2 comentarios:

Museros dijo...

Es cierto.

Fueron ellos (y creo que siguen siéndolo) los que pusieron de moda el "conceto" postconciliar de que no pasa nada por ponerte al servicio de la revolucion siempre y cuando tú no seas revolucionario (o creas que no lo eres, mejor dicho).

Presentan dicha estrategia como una forma de crsitianizar la revolucion, y lo que ha sucedido es lo contrario.

Conrad López dijo...

En estos temas, lo que se dice del opus, se puede aplicar (sin cambiar una sóla coma) al resto de la Iglesia.

Por esa razón, no entiendo el emperramiento con el tema del Opus.

Todos los padres de la Consti eran católicos, del Opus eran ... ¿dos?.

No me vale ese mantra. Es un problema global que afecta a personas concretas de instancias muy diversas.