miércoles, 10 de septiembre de 2008

Llueve en la rosaleda.

La percepción de la realidad es la infancia. Configuramos el universo a partir de la percepción de la familia y de nuestra casa: en mi caso; más; en mi caso, soy parte de ella, la siento aunque haya impostores.

En mi caso, mi vida es condicionada a mi percepción del espacio, de la realidad que es la infancia, trazada indeleble en la memoria como la tiza del niño en la pared; en las grietas de la pared está Dios, que acecha, implacable.

En el vuestro, también.

Una de las cosas que más nos aberran a todos en estos tiempos es el enorme follón acerca del urbanismo: gobiernos ayudando a millonarios, la gente entrampada en metros cuadrados de emparedamiento en vida entre otros arriba abajo a babor y estribor, los bancos frotándose las manos y la usura y los espabilados pretendiendo aprovechar los momentos: los buitres, a la carroña: de que sorprendernos.

No es un problema de gestión de suelo ni de gestión ambiental ni de ubicación geométrica con criterios etológicos, no es un problema de corrupción ni un problema de ubicación. es un problema de desfase cultural cuando no de excentricidad.

No hay una concepción de la vida de las personas desde las personas o para las personas: se adecuan las personas a los criterios impuestos para la vida, en metros cuadrados se pagan, en horrores visuales se viven.

El planteamiento tradicional debería ser el válido: la familia, en su vigor y rigor, crece, medra, sufre, se acrecenta, desde el pasado al futuro y se mejora a la generación siguiente: así, se hizo España, a pesar de la envidia. y con ella.

Ahora hay edificios trasplantados, trasplantables, que da igual la ciudad o el pueblo: eso es letal. Eso es negar la naturaleza de la cultura.

el proyecto de la casa

siempre fué una cama
un armario empotrado,

una silla, mesa preparada
un cariño supuesto,

una mujer deseada

El niño debe llegar del colegio a su casa, y verla, poder decir “yo vivo ahi” y tener una casa propia, mas o menos espantosa, mas o menos hortera, que configure su vida y su percepción conforme el criterio la formación y la evolucion de sus padres. Pero ha de ser reconocible, identificable, distinguible, orientable, no una ventana en un marasmo.

No se trata de palacios para todos, no se trata de pisos para todos: no se trata de metros cuadrados, se trata de la configuración de la propia vida: la estructura de la sociedad adaptada a la gente, o la gente adaptándose a la necesidad de control y dinero del aparato del estado.

La percepción de la propia casa ha de ser lo que motive al niño en su vida, a bien o a mal, como a Dumas, como a mi; el saberse de ahi, y no de un ahí que da igual con la puerta de al lado: es la despersonalización de la gente, la carencia de individualidad, la falta de identidad y eso lleva solo al mal, a males, a desmanes y disparates en la gente: no crecen bien, mal vivirán.

Es una percepción desde la historia, desde la antropología cultural. es una percepción compartida con arquitectos andaluces, de Denia, de Barcelona; Almería, Valencia, Palencia y curiosamente en esta nómina no tengo a ninguno de Madrid; pero el afán creativo de ellos lleva con sus variantes personales lógicas a un mismo punto común en todos: la personalización de la casa, la identificación, la creatividad personal, reivindicada por estos arquitectos como un ansia insatisfecha: al punto de que alguno de ellos ha apostado muy fuerte por hacerlo, y lo ha hecho y ha salido triunfador: la gente ha respondido: se vendió la parte más arriesgada antes que nada para asombro del promotor; alegría del arquitecto, que había apostado muy fuerte.

La percepción de la realidad es la percepción de la infancia. La crisis inmobiliaria si se corrige adecuadamente volviendo al uso tradicional de poder identificar a los niños en su casa y ellos identificarse la realidad saldrá ganando; los niños, también.

Todo lo demás es despersonalizar a la gente, objetualizarla y mecanizarla; y eso nunca da buen resultado.

9 comentarios:

Conrad López dijo...

Buenos días, Iñaki. Estás que lo viertes ... otra vez me quito la boina.

Un saludete.

Ignacio dijo...

Gracias.
supongo que el nivel es el que poneis: este blog si es algo lo es por sus lectores.

o s a k a dijo...

...¡menos tú, tú y tú! xD


se necesitan pocas cosas para formar un hogar, pero son tan caras que no las compra el dinero

n a c o
sinblancaymillonario

Mary White dijo...

el ser humano ha dejado de ser homo sapiens para ser homo geneus

Ignacio dijo...

Eso no lo he entendido

Anónimo dijo...

Last Train Home mientras leo esta entrada.

http://es.youtube.com/watch?v=1g6nPYyIS_I

Ójala lo disfrutéis tanto como yo.

Ignacio dijo...

Tienes casi todo lo de Metheny en mi canal de You tube, usuario Arkesis.

Mary White dijo...

No puedo creerlo... es evidente: HOMOGENEO... homogeneus... homo geneus... mismo piso, mismo coche, mismas vacaciones, mismo todo...

Era un juego de palabras... los piropos y loas te obnubilan, don Ignacio. A ver si te dan caña tus amigos y espabilas.

Ignacio dijo...

Jamás lo habría imaginado